Arqueología

anton grande

LUGO

23 dic 2023 . Actualizado a las 12:50 h.

Lugo es una mina para los arqueólogos, pero un desastre para el turismo relacionado con la historia, más o menos cercana. Todas las obras que se llevan a cabo en el centro de la ciudad, de cara a mejorarla y peatonalizarla, están descubriendo nuevos restos de lo que fue nuestra civilización hace un par de miles de años. Y se vuelve a repetir lo mismo.

En la Praza de Santo Domingo, ya se sabía, vuelven a aparecer restos de lo que fue la urbe romana, en este caso de un hypocaustum, o sea, la caldera con la que se daba calor a las viviendas a través de una calefacción que circulaba por tuberías bajo el suelo.

Otro sistema similar de calentamiento, hypocaustum incluido, había aparecido cuando allí se construyeron los aparcamientos subterráneos, allá por el último tercio del siglo pasado, restos arqueológicos que cayeron bajo la piqueta. Eso sí, documentados para los estudiosos, pero no para estar expuestos al público.

Otro tanto pasó en los aparcamientos de la estación de autobuses, en cuya construcción se hizo desaparecer más de un centenar de tumbas paleocristianas sin que se procesara a nadie ni Patrimonio abriese la boca.

Ahora no se destruyen, se tapan. Se hacen las fotos pertinentes, los arqueólogos toman medidas, orientaciones y lo que haga falta pero, al final, se cubren de cemento y se planta un arbusto encima. ¿Y el turismo, qué? Pues nada, los guiris que se conformen con la Muralla, la Domus de Mitreo y tres cositas más que para eso esto es Lucus Augusti, el bosque o la ciudad de Augusto. Y si quieren ver romanos, que vengan al Arde Lucus, que ahí sí que hay fiesta. Y documentada, además.