Del mar a la farmacia: investigadores de Lugo analizan productos marinos como medicamentos

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

LUGO

La investigadora Sandra Raposo y el catedrático Luis Botana, en uno de los laboratorios de la Facultade de Veterinaria donde se trabaja en este proyecto.
La investigadora Sandra Raposo y el catedrático Luis Botana, en uno de los laboratorios de la Facultade de Veterinaria donde se trabaja en este proyecto. PALACIOS

Un equipo del Campus Terra estudia el uso de toxinas en ratones para frenar el avance del alzhéimer

11 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Del mar al laboratorio, y del laboratorio, a la farmacia. El primer recorrido está completado; al segundo, cuya viabilidad está acreditada, le falta el respaldo de una empresa que apueste firmemente por la comercialización. El punto de partida está en la Facultade de Veterinaria del campus de Lugo (USC), a la que pertenece el grupo de investigación Farmatox.

Dentro de un proyecto (BEAP-MAR) en el que intervienen también otros organismos de Galicia, así como de Francia, de Irlanda y de Portugal, el citado grupo y el Departamento de Farmacoloxía trabajan con productos marinos para probar su validez como fármacos. Material procedente de esponjas, de hongos y de macroalgas —las que suelen llegar a la costa— es el utilizado en los experimentos, que en Lugo dirige el catedrático Luis Botana, coordinador del proyecto.

A los laboratorios del Campus Terra llegan, procedentes de Irlanda, botes que contienen sustancias puras. En ese país se coge una esponja y se le practica un corte, causa de un estrés con el que se sueltan sustancias. Esas sustancias se recogen y se purifican, para lo que se emplea cloroformo, alcohol u otros productos.

El siguiente paso, conocido como resonancia magnética nuclear, es la identificación, que permite conocer la estructura química. El contenido de cada bote —aproximadamente un miligramo, detalla Botana— se utiliza para la operación que se denomina cribado farmacológico, que posibilita cómo actúan esas sustancias y qué aplicaciones pueden tener. Los experimentos de los que salen los resultados se llevan a cabo con ratones: «La información es válida, es algo perfectamente aceptado», explica Botana.

Los trabajos permiten averiguar los posibles efectos de esas sustancias en el sistema nervioso, en órganos —el hígado, por ejemplo— o en los vasos sanguíneos. Si se ve que no hay ningún efecto, la línea de investigación queda aparcada. Si, por el contrario, se observa que los produce, se continúa con el proceso hasta ver exactamente cuáles son y cómo se pueden administrar.

En esta línea de investigación hay un factor que recalca el docente del campus lucense: «Las moléculas marinas son estructuras privilegiadas: se desarrollan por alguna función, aunque no siempre tenemos por qué saber para qué», dice el catedrático. A los ratones utilizados en los experimentos se les dan, por vía oral, las sustancias disueltas en una solución marina —agua con un nueve por ciento de sal—.

Tras administrarles el producto, se efectúa un análisis de sangre, gracias al cual se comprueba con qué velocidad se absorbe. El proceso se repite al menos tres veces, aunque no es raro que se llegue a seis o a siete. Con ese procedimiento se ve a qué parte del cuerpo afecta, y si se comprueba que no causa un grave daño, se deduce que la estructura química es susceptible de emplearse en medicamentos.

Fondos europeos

Botana dice que, por ejemplo, se ha visto que algunas toxinas marinas ayudan a mejorar la memoria y a avanzar, indirectamente, en la lucha contra el alzhéimer. El proyecto BEAP-MAR tiene un presupuesto de 2,2 millones de euros, de los que el 75 % procede del programa comunitario Feder. Los trabajos durarán hasta diciembre del 2026.

Las entidades que participan con el Campus Terra en este proyecto son variadas: intervienen sendas universidades de Irlanda (Galway), de Portugal (Algarve) y de Francia, así como centros de investigación y de innovación de esos países y de Francia y la Estación Fitopatolóxica Areeiro (Pontevedra).

Cosmética y alimentación

Por otra parte, la investigación en el proyecto BEAP-MAR es tan amplia que no se limita a estudiar la posible utilidad de productos marinos con fines medicinales. También se ensaya la salida al mercado de elaborados de cosmética o de alimentación con alto valor añadido.

Toxinas de cultivo de microalgas o de mejillones

Las toxinas con las que se trabaja en Lugo proceden de cultivos de microalgas en agua de mar o de moluscos (mejillones, por ejemplo) en los que estaban presentes. Cuando se crea una patente, el segundo año empieza el pago de una tasa, lo que choca con la escasez de recursos del sector de la investigación. Las farmacéuticas, dice Botana, suelen pedir un período de prueba más largo antes de sacar un producto al mercado, lo que complica los planes.