Genoveva Rodríguez, abuela de Galicia con 111 años, también vota en las europeas
LUGO
«Non me fagades volver este ano», pidió en la mesa electoral de Monforte a la que acudió a depositar su papeleta
09 jun 2024 . Actualizado a las 17:49 h.No hay políticos originarios de Monforte al frente de las candidaturas que concurren a las elecciones europeas. De haberlos, y si votasen en su localidad natal, difícilmente despertarían la curiosidad y el cariño que deja a su paso Genoveva Rodríguez Otero. A sus 111 años acudió este domingo a depositar la papeleta en el colegio electoral del campo de San Antonio, el barrio monfortino en el que reside. Entró un tanto cohibida, pero al poco rato no escatimaba conversación con todos los que venían a saludarla. A la mayoría le dedicaba piropos: «Que ben estás». A alguna de las presentes, por el contrario, le caía un tirón de orejas en tono cariñoso y por ser amiga: «¡Estás engordando! Que non te coide tanto o marido». En la mesa en la que depositó su voto dejó también una petición: «Non me fagades volver este ano».
No es para menos. El pasado mes de febrero ya le tocó votar en las elecciones autonómicas. «Hai que volver en xuño? Igual non chego», dijo entonces Genoveva a pie de urna. Ha llegado y sus familiares no esconden su orgullo. «Casi son 111 años y medio», enfatiza su hija, Laura González Rodríguez, con la que vive cerca del colegio electoral. Quiere dejarlo claro ante la cantidad de abuelos y abuelas de Galicia que ve asomar en los medios de comunicación con menos edad que su madre: «Ponlo bien, que no se confunda nadie».
Genoveva entra en el colegio electoral en una silla de ruedas que guía su nieto Francisco Pereira González. Antes de la pandemia se valía de un andador y hasta poco antes de cumplir los cien años iba caminando desde su casa a la huerta que trabajaba en la calle Chantada. Hasta esa época su estampa era habitual en el exterior de la plaza de abastos de Monforte, donde ponía a la venta lechugas, tomates y otros cultivos de su finca. «En su familia —explica Francisco— se dieron los dos extremos. Hubo hermanos que murieron muy jóvenes, con 30 años, y otros que fueron muy longevos. Tres fallecieron con más de noventa años, y uno de ellos llegó a los 103».
Sale a la plazuela
«El problema es la movilidad, de cabeza está muy bien», señala su nieto. «¿Que si mi madre come bien? De todo: empanada, cocido...», contesta al lado Laura a los curiosos. En los meses de invierno, la televisión es el principal entretenimiento de Genoveva. No se pierde las series, cuentan sus familiares. Cuando el tiempo mejora, sale a la plazuela situada en el exterior del colegio electoral en el que votó, el antiguo colegio San Antonio, ahora convertido en sede de la casa consistorial. «Esos días atrás que hizo bueno ya la traje, siempre ve gente y tiene la oportunidad de charlar», apunta Francisco.
La abuela de Galicia entró en el colegio electoral a la una y veinte de la tarde. Aún tardó un buen rato en llegar a la mesa identificada con la letra B, en la que votan los vecinos de la zona cuyo primer apellido comienza por las letras que van de la M a la Z. Por el camino se sucedían los saludos de interventores de partidos políticos y de vecinos que también se acercaron a depositar la papeleta antes de comer. «Es un orgullo para el campo de San Antonio tener a una señora así, con esa lucidez», afirmaba una vecina de la calle Ourense. Genoveva intercambió alguna broma con la presidenta de la mesa antes de salir, aunque el regreso a casa todavía se demoraría. Nadie quería dejarla ir sin charlar un rato o salir en la foto: «Te debía una visita, y así aprovecho».
El humor se mantiene
Genoveva entregó a la presidenta de la mesa un carné de identidad expedido en 1983, en el que consta que nació en Monforte el día 1 de enero del año 1913. Las elecciones municipales del 2015, cuando ya había cumplido 102 años, fueron las últimas en las que acudió a votar sin ayuda de andadores o de la silla de ruedas que tiene que utilizar ahora para moverse. Antes de que depositase la papeleta, hubo quien le dijo que está tan bien que podría ayudarle por la tarde en la huerta. «Ía de boa gana, pero non podo. Seguro que hai toxos e pican», respondía. Ha perdido movilidad, pero para nada la retranca.