Resulta curioso que un albergue como este, en un lugar privilegiado en plena sierra de Os Ancares, con gran capacidad para acoger a visitantes de todo tipo, desde montañeros a viajeros o amantes de la naturaleza, en estos momentos no pertenezca a nadie. O sea, no tiene dueño con lo cual, debe ser el primer edificio de esta índole que se encuentra en tal situación de abandono por parte de todos, menos de los ladrones.
El Albergue cerró hace unos años porque los miembros del Club Ancares, sus administradores, así lo decidieron, acordando entonces en asamblea su cesión ala Concello de Cervantes, en donde se encuentra enclavado, a la Diputación, y a la Xunta. Los dos primeros organismos lo rechazaron, el primero por los costes y el segundo, no se sabe.
Ahora, el Club Ancares, previa acta notarial, decidió regalarlo a la Xunta de Galicia pero esta tampoco lo quiere, vaya por dios, con lo cual, el Albergue pasa a ser una propiedad sin propietario.
En el Albergue pasé mis buenas épocas y mis buenos ratos. Allí, antes de su cierre, acudíamos el escultor Paco Pestana y yo en días de semana, cuando no había afluencia de visitantes, y con Marcial, el gerente y hombre para todo, cocinábamos, sobre todo Paco y Marcial, yo ponía la mesa, tertuliábamos y disfrutábamos del lugar.
Paco Pestana dibujaba bocetos para sus posibles trabajos; yo escribía en mi próximo libro y luego, los tres, nos marcábamos algunas rutas por las proximidades, sin olvidar Piornedo. A la vuelta, con las chimeneas calentándonos, seguíamos con nuestra vida casi de ermitaños.
Ahora el Albergue no es de nadie. Las autoridades, a otra cosa que aquello no da votos y hay que invertir mucho en rehabilitarlo. El Albergue ya no alberga a nadie. ¡Qué tristeza!