Convierte la vivienda de sus tatarabuelos en una casa rural a los pies de Lugo: «Quero manter a esencia da vida na aldea»

Paula Álvarez García
P. ÁLVAREZ LUGO / LA VOZ

LUGO

La casa rural O Forno de Catuxa, inaugurada recientemente en Carballido (Esperante), mezcla tradición con un toque moderno y sostenible a través del arte. Conserva elementos como la estructura del pesebre donde se daba de comer a los animales hace 300 años

27 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A las afueras de Lugo se esconde un rincón de paz, naturaleza, desconexión y arte. En Carballido, parroquia de Esperante, la casa rural O Forno de Catuxa, inaugurada recientemente, resguarda el legado de la más pura tradición gallega encarnada en la tatarabuela de Margarita Blanco, la dueña, que ahora revive el hogar de sus antepasados respetando la esencia rural, campestre y de amor por el entorno con un importante toque artístico. El establecimiento guarda, además, un homenaje al artista lucense, y amigo de la propietaria, Paco Pestana. 

El establecimiento, construido en piedra y madera, respeta la tradición de hace 300 años (la modificación exterior es prácticamente nula), aunque con un toque moderno, sostenible y acogedor. «É unha casa de aldea, das de toda a vida, e quero manter esa esencia», dice Marga. Desde las vigas originales de madera hasta la mítica cocina bilbaína o la estructura de granito del pesebre, un paseo por O Forno da Catuxa nos traslada a casa de nuestros abuelos, esencia del rural gallego. No obstante, el costumbrismo se combina con elementos novedosos que abogan por el ecologismo como las placas solares o el suelo radiante, instalado en toda la vivienda.

La cocina es uno de los espacios más aclamados porque se conserva casi intacta. Antiguamente, las cuadras estaban integradas en las propias casas y, recuerda Marga, que ese era el sistema habitual de calefacción. Ella quiso conservar intacta, por ejemplo, la estructura de granito del pesebre. Cuenta que en la zona de Lugo se conoce como «manxadoira» el lugar habilitado para darle de comer a los animales «e nese espazo puxemos unha vitrina pintada con vacas». Pero además, llama la atención la cocina de hierro, amparada por la mítica mesa de mármol con bancos corridos para rematar en un fregadero bajo la ventana con vistas al jardín. «O puro encanto da vida rural», abunda la propietaria, de quien destaca el gusto por el arte y la decoración.

Rincones llenos de arte gallega

En cada rincón de la recién inaugurada casa rural se esconden diferentes obras de arte con identidad gallega. Cuadros de pintura en óleo o en acuarela, porcelana de Sargadelos, las típicas máscaras de la conocida alfarera Pepa Lombao o esculturas de Xoán Vila, como la dedicada por la propia dueña al artista lucense Paco Pestana. Una escultura suya a tamaño real que luce sobre el jardín de O Forno de Catuxa.

En cuanto a la capacidad, el establecimiento de turismo rural cuenta con siete habitaciones dobles agrupadas en dos categorías: doble suite y doble prémium. Explica Marga que elementos como los vestidores o cabeceros son elementos etnográficos, alguno de ellos restaurado, al igual que los muebles. «No baño hai madeira centenaria, pizarra, mármol... e parece que te estás duchando no río ou no bosque», dice la anfitriona.

Encuentros internacionales

Esta casa lleva poco más de dos meses abierta al público, pero ya recibió gente de diferentes partes del mundo. Lo más curioso, cuenta Marga, es que a raíz de convivir en O Forno da Catuxa, los huéspedes (que no se conocían de nada) tejieron redes hasta el punto de querer volver a compartir la experiencia juntos. «Houbo un grupo de xente que se coñeceu aquí e resulta que vivían no mesmo edificio en Madrid», añade la propietaria, tan sorprendida como ilusionada ante la acogida que esta teniendo su proyecto. 

Se puede alquilar tanto por habitaciones como la casa completa para estancias más largas. Por el momento, Marga tampoco puede hacer un balance del tipo de servicio más demandado, pero el hecho de que sus huéspedes se marchen pensando en repetir demuestra, una vez más, el interés por alojarse en espacios naturales que inviten a la desconexión. «Hai xente que aproveita para percorrer toda a provincia, porque estamos nun punto moi céntrico, pero hai outra que o único que quere é pasear e coñecer o bosque autóctono que nos rodea», concluye. 

Actividades más allá del hospedaje

Además de un lugar en el que hospedarse, O Forno da Catuxa podría considerarse un centro social y cultural. Con frecuencia organizan diferentes actividades abiertas al público, como un taller de elaboración de sidra o de la vendimia. A finales de septiembre organizaron también una experiencia de mindfulness con Edgar Tarrés y ahora se preparan para el Samaín.

El sábado 2 de noviembre, a las cinco y media de la tarde, celebran esta festividad recreando la tradición celta para terminar con un picoteo dulce y salado, además de una queimada. El precio es de 50 euros para los huéspedes y 70 para los demás. Las inscripciones están abiertas en marga.catuxa@gmail.com.