
El tramo Palas-Melide alarga el recorrido 16 kilómetros, pero permite ir de la ciudad amurallada a Agolada sin tener que usar la deteriorada N-640
20 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La autovía Lugo-Santiago genera, entre otros efectos, un alivio para el tráfico entre Lugo y Pontevedra que circula por la N-640. La posibilidad de circular por los 11,7 kilómetros del tramo Palas de Rei-Melide, que se abrió al tráfico el pasado día 3, acorta en cinco minutos el trayecto entre Lugo y Caldas de Reis y evita el paso por los municipios de Portomarín, de Monterroso y de Antas de Ulla, en donde el firme está deteriorado.
Para realizar esta información comparando tiempos de viaje, se realizaron dos recorridos entre Caldas de Reis y Lugo. A la localidad pontevedresa llega el tráfico que se dirija a Lugo desde Pontevedra, usando la AP-9 o la N-550, o desde la comarca de O Salnés, utilizando la N-640, que acaba en Vilagarcía de Arousa. Los dos viajes empezaron en la confluencia de la N-640 con la travesía de la N-550 en el casco urbano caldense y terminaron en la plaza de Fonte dos Ranchos, en la ciudad amurallada. En el primero, de 126 kilómetros, se invirtieron dos horas y trece minutos, y se circuló por la N-640, que de Ventas de Narón (Portomarín) a Lugo comparte trazado con la N-540 (Lugo-Ourense).
En el segundo, de 142 kilómetros, la duración fue de dos horas y ocho minutos. La alternativa de Agolada a Lugo fue salir de la N-640 en el casco urbano y tomar la PO-840. Al entrar en el municipio de Santiso (A Coruña), la carretera cambia de nombre y pasa a llamarse AC-840. Ya en el concello de Melide, el viaje continuó por la A-54, que se abandonó en Calde (Lugo) para entrar en la capital lucense por la carretera nacional. El recorrido por autovía fue de 37 kilómetros y se invirtieron 22 minutos.
Usar la autovía Lugo-Santiago evita el paso por tres travesías urbanas —las de Monterroso, Antas de Ulla y Agolada— en las que la N-640 es la principal arteria; junto a la carretera hay edificios de viviendas, sedes de organismos públicos y de otros servicios y cruces con otras carreteras: por ejemplo, en Monterroso y en Antas de Ulla la casa consistorial y la iglesia parroquial están al lado de la carretera.
Por otro lado, utilizar el tramo de la A-54 recién abierto supone que el conductor no tiene que recorrer la N-640 en los primeros kilómetros siguientes a la separación de la N-540, que pasan por los municipios de Portomarín y de Monterroso y que presentan un firme deteriorado, consecuencia de obras de mantenimiento recientes.
Además, el uso de este tramo de la autovía ofrece la ventaja de no tener que cruzar el casco urbano melidense. Ese contratiempo, en cambio, está presente para el tráfico que va de Lugo a Santiago y que por ahora debe incorporarse a la N-547 por no estar acabado el tramo Melide-Arzúa, de 16,4 kilómetros, cuya conclusión se prevé para este año.
No obstante, el avance que supone la A-54 contrasta con los problemas que desde hace años presenta la N-640 en varios tramos, especialmente patentes en la provincia de Pontevedra. Como en Lugo, hay localidades en las que la carretera forma parte de la estructura urbana: así ocurre en Caldas de Reis, en Cuntis, en A Estrada, en Silleda y en Lalín, aunque la capital del Deza tiene una circunvalación hace años. Junto a la N-640, que de Chapa (Silleda) a Lalín comparte trazado con la N-525, hay viviendas, sedes de organismos públicos y todo tipo de negocios, y en la carretera, convertida en esas villas en una arteria urbana, desembocan calles y otras carreteras.
Hace semanas, el PP pidió en el Parlamento gallego la mejora de la carretera a su paso por los municipios lucenses de Meira y de A Pastoriza.
Una zona de Galicia sin planes para una autovía
La mejora de la N-640, que va de Barres, en el municipio asturiano de Castropol, a Vilagarcía de Arousa es la única esperanza para una mejor conexión directa entre las provincias de Lugo y de Pontevedra. La construcción de una autovía que enlace esos territorios pasando por las comarcas de A Ulloa y del Deza no ha pasado hasta ahora de ser una idea, ni ha figurado en las prioridades de los poderes públicos relacionadas con las infraestructuras.