Así se vivió el apagón en Lugo: gabinete de crisis en la Policía Local, edificios desalojados y guardias en los comercios
LUGO

La ciudad y otros puntos de la provincia comenzaron a recuperar el suministro a partir de las seis de la tarde. Hubo generadores incendiados, los polígonos quedaron paralizados y hubo temor a una falta de energía en el HULA
29 abr 2025 . Actualizado a las 10:11 h.Los efectos del apagón eléctrico internacional de este lunes hicieron también mella en Lugo y sus alrededores. La ciudad y localidades del resto de la provincia vivieron unas seis horas sin luz, sin cobertura y sin suministro energético. Aunque no hubo incidencias graves, Lugo quedó paralizado.
Desde el Gobierno local se trató de minimizar el daño del apagón desde el primer momento. Pasados esos instantes de incertidumbre, el Concello estableció su sede para un gabinete de crisis en la Policía Local, desde donde se coordinaron las funciones de los distintos cuerpos. Para ello se instalaron generadores en el parque de bomberos, en la propia Policía Local y en otros edificios de suma importancia para atajar una emergencia así. Se suspendieron todas las actividades municipales y las instalaciones públicas que no fuesen necesarias quedaron clausuradas.
El alcalde, Miguel Fernández, explicó desde la sede policial que «a prioridade desde o comezo foi a coordinación municipal» y que mantuvieron una reunión tanto con los representantes de la Xunta como en la Subdelegación del Gobierno. «Aquí montamos un operativo de coordinación de emerxencias municipais para poder atallar as urxencias máis destacadas», aunque especificó que «non houbo incidencias graves». Finalmente, le pidió a la ciudadanía «precaución nesta situación extraordinaria».
Caos en los comercios
El apagón inédito de este lunes provocó el caos en toda la ciudad. Aunque a partir de las 18.00 horas la energía empezó a volver, el sistema todavía no funciona del todo bien.
En el centro, las terrazas se llenaron en un efecto inverso al de la pandemia, que sacó a toda la gente a la calle. Las conversaciones se fueron alimentando de la confusión hasta que todos los clientes de la terraza de un bar situado en la Praza Maior hablaban del kit de emergencia que la Unión Europea recomendó hace unas semanas. «Nos avisaron de que lo compráramos y creímos que era solo para que gastáramos dinero. Ahora resulta que no era una recomendación, era una advertencia», comentaban dos mujeres mientras tomaban café.
El miedo ha ido extendiéndose por el centro conforme pasaban las horas y el servicio no se restablecía. Numerosas personas comentaban con temor cómo iba a afectar este corte al Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA) o a los servicios básicos. Una mujer apostada en la puerta de la Joyería Lamela, situada en la rúa San Pedro, le transmitía al propietario su temor por los mayores a su cargo en el centro de mayores en el que trabaja. «No puedo llamar al centro para que las baterías no se agoten, pero estoy preocupada porque los ancianos no van a entender qué pasa y además no funcionarán los ascensores, fundamentales para poder llevarlos a las habitaciones», decía.
En los centros médicos, el desconcierto también era la tónica general. En el de la Praza do Ferrol muchos pacientes entraban para preguntar sobre sus próximas citas, que no sabían si podrían celebrarse. En el de Illas Canarias tuvieron que apagar toda la instalación eléctrica a la espera de indicaciones. En el HULA, tal y como apuntan desde la gerencia, los electrógenos habían funcionado correctamente, por lo que indican que mantuvieron el suministro eléctrico en todo momento. Recomendaban, por ejemplo, evitar el uso de las escaleras mecánicas, aunque acabaron por mantenerlas inoperativas par evitar posibles caídas.
Algunos trabajadores del hospital aseguran que, a pesar de estar preparados, fue una jornada complicada. Por ejemplo, aquellas transfusiones en el banco de sangre que se podían posponer se reagendaban y, en el caso de los pacientes de máxima urgencia, se atendían en el propio día, aunque las intervenciones podían llevar más tiempo. Ya por la tarde, los pasillos se encontraban en su mayoría vacíos. Algunos pacientes y acompañantes mataban el tiempo saliendo de las habitaciones y la conversación general era cuándo se restablecería la línea para poder comunicarse con otros familiares.
Las farmacias han sido otro punto caliente. Muchas personas trataban de comprar medicamentos, pero les era imposible. «Estamos completamente parados, nos han recomendado apagarlo todo y reservar las baterías para urgencias. Además no estamos seguros de que funcione la receta electrónica», explicaba el propietario de la farmacia Centro, en la Praza Maior. Cuando ha sucedido el corte de luz, algunos clientes estaban ultimando sus compras y han tenido que marcharse de vacío. «Eso no es lo peor, lo que más nos preocupa son las neveras donde guardamos medicamentos que tienen que conservarse a una temperatura específica y constante», cuenta el farmacéutico.
Orden de desalojo en los edificios públicos
Los trabajadores de los edificios públicos, como la Xunta, el Seminario o la Diputación, han recibido una orden de desalojo ante la imposibilidad de continuar con sus quehaceres. Los adultos se han juntado en la calle con los niños, cuyos padres han ido a buscarlos antes de hora a los colegios. Los que han permanecido en los centros han estado jugando en el patio.
La imagen más habitual en Lugo ha sido la de personas tratando de contactar con sus seres queridos por teléfono, incluso alzando el brazo por si de ese modo el terminal tenía mejor cobertura. «No he podido hablar con mi madre, estoy totalmente incomunicada», explicaba una chica mientras seguía tratando de conectar. Durante todo el día la cobertura y los datos móviles han ido yendo y viniendo, aunque a partir de las dos del mediodía ha sido casi imposible establecer comunicación.
Otra imagen curiosa que ha dejado la jornada ha sido la de trabajadores de tiendas del centro que, aunque habían recibido orden de marcharse a casa, han tenido que permanecer en los locales porque las persianas no bajaban sin luz. «No puedo irme y dejar la tienda abierta. Lo que más tememos ahora es la inseguridad que puede haber si no regresa la electricidad», contaba la dependienta de Salotto, en la rúa San Pedro.
A solo unos metros, las trabajadoras de N de Nube trataban de bajar la persiana a mano, pero les ha resultado imposible. Las empleadas han permanecido apostadas en la puerta, custodiando la tienda y tratando de comunicarse con los propietarios para recibir instrucciones.
Los polígonos y las gasolineras, paralizados
La imagen que presentaban los polígonos de O Ceao y de As Gándaras, en los que tienen su sede las principales empresas de Lugo, era este lunes muy diferente a la habitual. Las grandes empresas tenían su producción paralizada desde poco después del mediodía, cuando se empezaron a notar las consecuencias del apagón. Un claro ejemplo era lo que ocurría en las dos fábricas de Leche Río en el polígono de O Ceao: la actividad se paró algo antes de la una de la tarde, y unas horas después no había ningún trabajador en las instalaciones.
En otras empresas, como Recambios Fraín, no solo se mantenía paralizada la actividad, sino que se asumía que el martes también sería un día de escaso ritmo de trabajo. Como explican empleados, no solo no había actividad de ventas o de atención a clientes, sino que la falta de conexión impedía, por ejemplo, recibir pedidos. En otras grandes empresas (caso, por ejemplo de Cafés Candelas) las instalaciones estaban cerradas, mientras que en otras la imagen era un poco más peculiar: en Europastry, que elabora productos alimentarios, había empleados sentados a la puerta de la planta, a la espera de que las siguientes horas les aclarasen lo que iba a ocurrir; en esta fábrica, que tiene tres turnos y funciona las 24 horas, la actividad se paró poco después del mediodía y no se pudo restablecer.
En el centro comercial As Termas la situación era un poco diferente, ya que, por ejemplo, el hipermercado estaba abierto, igual que los supermercados de las cercanías y los situados en los polígonos de O Ceao y de As Gándaras.
En el caso de los talleres mecánicos, concretamente en el del concesionario Ditram, han seguido trabajando en la medida de lo posible, aunque en muchos casos han tenido que detenerse al necesitar maquinaria que requiere electricidad.
Otros trabajadores se han visto obligados a dejar su actividad por un motivo distinto: la falta de combustible. Las gasolineras de As Gándaras y O Ceao no funcionaban. Allí se dirigía precisamente el conductor de una furgoneta de una tienda de reformas después de comprobar que en la gasolinera contigua al restaurante Yaldara no podría llenar el depósito: «Es la tercera que pruebo y no consigo repostar».
Un pequeño fuego causó la alarma en el Círculo das Artes de Lugo. Los primeros indicios apuntan a que fue causado por unos generadores que se utilizaban para paliar la falta de energía. Saltó la alarma, de hecho, a raíz del sobrecalentamiento causado porque volviera el suministro eléctrico de la red habitual a eso de las seis de la tarde.
Sin forma de trabajar en los juzgados y la comisaría
Los efectos del apagón en Lugo se hicieron notar también en edificios institucionales en los que parar la actividad tiene consecuencias importantes. En los juzgados y en la Audiencia Provincial solamente funcionaban las luces y los ascensores. A nivel administrativo, la nada. Expedientes, informes, autos… Jueces y juezas de brazos cruzados, e incluso alguno saliendo del edificio a expensas de si volvería durante ese día. A partir de las 12.30 horas no se pudieron celebrar vistas ni declaraciones. Los detenidos y presos no pudieron realizar sus trámites y tuvieron que volver a sus respectivos calabozos y prisiones.
Precisamente en estas cárceles, Bonxe y Monterroso, la actividad se vio reducida al mínimo desde el apagón. Las direcciones ambos centros penitenciarios confirmaron que sus sistemas informáticos funcionaban, pero solamente para las tareas más básicas. No se podían hacer comprobaciones como revisar el historial de un preso, órdenes requisitorias o registrar el ingreso de un nuevo interno.
Las autoridades tuvieron también serios problemas para llevar a cabo sus funciones. Tanto la Comisaría Provincial como la Comandancia se quedaron sin suministro y los trámites administrativos quedaron suspendidos. La Policía Local se centró en regular el tráfico en la medida de lo posible, ya que la falta de semáforos en la ciudad creó una importante inseguridad en los conductores. No se registraron accidentes de relevancia, aunque la circulación era muy complicada en determinados puntos de la urbe, sobre todo en cruces e intersecciones.
En la delegación del Instituto Nacional de la Seguridad Social de Lugo, los funcionarios sí pudieron seguir trabajando casi desde el primer momento gracias a un generador de emergencia que se activó tras el corte del suministro. Sin embargo, el sistema funcionaba muy lentamente y muchos trabajadores terminaron dejando temporalmente su puesto.
Otros puntos de la provincia
En empresas que tienen la sede en otros municipios (como, por ejemplo, Entrepinares, que en el polígono de Vilalba fabrica quesos y otros derivados lácteos) funcionó la producción por la mañana, pero ya se mantuvo en el turno de tarde.
La falta de corriente eléctrica, además, amenazaba con condicionar el suministro de agua en el municipio de Castro de Rei, en donde eplol principal depósito, situado en la parroquia de Quintela, funciona con bombeo. A primeras horas de la tarde, el alcalde, Francisco Balado, admitía que el suministro podría verse interrumpido si se mantenía la situación.
La única empresa que no notó los efectos del apagón
La empresa Norvento, que cuenta con un edificio totalmente independiente en su sede en Lugo, el CIne, no sufrió las consecuencias del apagón. Se mantuvo 100% operativo en cuanto a suministro eléctrico y todos sus sistemas funcionaron a pesar del caos instalado en la península. El edificio en cuestión cuenta con una microrred desconectada energéticamente de la red eléctrica, lo que le permitió continuar operando de forma autónoma. El sistema produce energía a partir de fuentes renovables y cuenta un sistema de almacenamiento en baterías que trabajan para asegurar el constante suministro.
La microrred que autoabastece la sede aprovecha también el agua de la lluvia y recicla aguas grises, en un sistema completo que actúa como una isla. Se trata de uno de los pocos ejemplos de total independencia energética a nivel nacional en una sede corporativa, lo que este lunes hizo que salieran indemnes de los efectos del apagón.