Antonio Machado dejó escrito aquello de «Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón». La intención del sevillano fue la de que sus versos sirvieran para que los españoles de entonces, y de ahora, no volvieran a enzarzarse en conflictos fratricidas. Pero está visto que el mensaje machadiano, tres cuartos de siglo más tarde, aún no ha llegado a algún que otro político. El alcalde de Baralla manifiesta en un pleno que «os que foron condenados a morte [en el franquismo] será porque o merecían». ¿Qué espera para dimitir el regidor popular? O, llegado el caso, ¿qué esperan los mandamases del PPdeG para suspenderlo de militancia? ¿Cómo se sentirán los descendientes de los represaliados por el general ferrolano? Mientras que de una vez por todas la clase política no erradique de sus cotidianos enfrentamientos dialécticos la terminología de fascistas y rojos, episodios como el del edil lucense volverán a repetirse. No pasemos por alto que la única culpa de la inmensa mayoría de los muertos del franquismo fue, sencillamente, no dejarse sojuzgar por un militarote sentado en la poltrona por la gracia de Dios. Curiosamente, muchos de los muertos en cuestión eran católicos practicantes.