La asociación Custodia do Territorio ha recuperado prados y muros en varios municipios
29 ene 2018 . Actualizado a las 22:47 h.El paisaje tradicional no es solo un elemento que ofrece satisfacción a quien lo contempla o proporciona agradables sensaciones a quien lo recuerda. Es parte de un sistema de producción que no ha perdido vigencia y cuyos criterios también pueden emplearse en estos tiempos, por más que las circunstancias hayan cambiado con respecto a hace unas décadas.
La Asociación Galega de Custodia do Territorio desarrolló, durante el año pasado, un proyecto centrado en el mantenimiento y en la recuperación de la biodiversidad en paisajes agrarios atlánticos. El colectivo -cuya sede está en la Casa das Insuas, en Rábade- contó con la colaboración económica de la Fundación Biodiversidad y de la Diputación de Lugo, y desarrolló su trabajo en las insuas del Miño y en varios municipios de la comarca chairega.
En unas 15 hectáreas de superficie repartidas por los ayuntamientos de Begonte, Rábade y Outeiro de Rei, se llevó a cabo una limpieza de prados. Casi todos son terrenos privados, aunque algunos, como los situados en las insuas, pertenecen a instituciones públicas -en este caso, la Diputación-. Estaban abandonados, se desbrozaron, y la limpieza sirvió para encontrar especies como el árnica, que antiguamente se empleaba en farmacia. Los resposables del colectivo quedaron contentos, y el único pero es no haber hecho más trabajos en esa línea, como comentaba ayer el presidente, Roberto Hermida.
El responsable de esa entidad subrayó que medidas como la de los prados incluso pueden tener una clara consecuencia económica. A algunas jornadas organizadas en la comarca, dijo Hermida, asistieron ganaderos que comentaron cómo los prados creados artificialmente resisten peor la sequía que los naturales.
Custodia do Territorio intentará dar continuidad al proyecto, aunque le queda, como admitía ayer Hermida, la satisfacción de que algunas tareas dejan resultados visibles. Uno de los ejemplos ha sido la creación de cuatro charcas -una ha sido en realidad una recuperación-, situadas en Begonte (dos), en Rábade y en Pol. El tamaño varía de unas a otras: la recuperada en Begonte, por ejemplo, tiene una superficie de unos 1.000 metros cuadrados, mientras que la de Pol es mucho menor. El propósito de la tarea, que permite reunir agua de lluvia y de corrientes subterráneas, es favorecer la presencia de anfibios y de insectos: así, en una de las charcas ya se han visto ejemplares de rana de monte.
También se han realizado restauraciones de muros de piedra en terrenos de ganaderos de Meira y de Pol con los que hay acuerdos para esos trabajos. Con la realización de las tareas aparecieron especies como salamandras y tritones. Para Hermida, alterar el paisaje con rapidez puede llevar a «perder a perspectiva»; pero además, agrega, conservar los elementos tradicionales «favorece a produción»