Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Los vecinos de una aldea de Cervantes, aislados sin cobertura ni internet: «Para mi vecina de 88 años, recuperar el teléfono fijo es una cuestión casi de vida o muerte»

Ivet Núñez
Ivet Núñez LUGO / LA VOZ

CERVANTES

Un hombre alza el teléfono móvil para buscar cobertura en el concello de Cervantes
Un hombre alza el teléfono móvil para buscar cobertura en el concello de Cervantes PAULA ÁLVAREZ

En Vilaquinte se han quedado sin línea desde el 16 de abril, lo que implica un perjuicio económico para la casa rural O Crego, que no puede recibir reservas, y «un peligro» para los más mayores

26 abr 2025 . Actualizado a las 18:43 h.

Los habitantes de la aldea de Vilaquinte, en el concello de Cervantes (Os Ancares), se sienten «totalmente desprotegidos» desde que el 16 de abril les cortaron la línea fija de teléfono que los mantenía «atados con el mundo». En esta localidad no hay cobertura de móvil ni fibra, por lo que en los últimos años solo tenían el teléfono fijo, que les llegaba a través de tecnología satélite, para comunicarse con el exterior.

Precisamente en esta aldea se encuentra la casa rural de Rafael García, O Crego. Desde que se quedaron sin línea hace unos días no pueden recibir reservas telefónicas. Sin embargo, no es eso lo que más le preocupa. «Mi vecina Oliva tiene 88 años y ahora que no hay línea no puede usar el dispositivo de teleasistencia que tenía por si le sucedía algo. Para nosotros es un perjuicio económico, para ella es cuestión de vida o muerte», denuncia.

García sostiene que tanto su vecina como ellos se han quedado «a oscuras» sin ninguna alternativa ni respuesta por parte de Movistar, la compañía que gestiona su servicio. «Nos sentimos abandonados, nadie ha intentado traernos fibra o cobertura. Lo único que nos unía al mundo exterior era la vía satélite que ahora nos han cortado», se queja.

Sin poder comunicarse desde el 16 de abril

La odisea en la que están inmersos los vecinos de Vilaquinte empezó en febrero, cuando recibieron una carta que les comunicaba que antes de abril iban a cambiar los dispositivos vía satélite por una tecnología más moderna. «Dijeron que cambiaban los aparatos, pero que no nos afectaría al servicio. Sin embargo, el 16 de abril, en plena Semana Santa, nos cortaron la línea sin previo aviso. Ningún técnico se ha puesto nunca en contacto con nosotros», lamenta el propietario de O Crego. García ha pasado «momentos de muchos nervios» al ver que nadie se comunicaba con él: «Tengo una casa rural y no puedo estar sin línea».

Para tratar de recuperar un servicio que Telefónica les daba desde hacía 25 años vía satélite, García ha interpuesto varias denuncias y reclamaciones en la subdelegación del Gobierno en Lugo y en el Concello de Cervantes. «En una de las veces que he ido a poner la reclamación me encontré a varios vecinos de Doiras que habían tenido el mismo problema», explica.

Ahora, mientras espera que se resuelvan las denuncias y sigue llamando al número de atención al cliente de Movistar, García se ve obligado a desplazarse 350 metros desde su casa rural hasta un alto donde, si eleva el teléfono, tiene algo de cobertura. «Así no se puede vivir, no puedo estar todo el día ahí por si algún cliente llama para reservar», se queja.

Más aldeas afectadas

También en algunas aldeas de la zona de Castroverde, concretamente en Rebordaos, Villabade y Pereiroá, los vecinos están completamente incomunicados. No tienen cobertura telefónica ni internet desde hace meses porque a pesar de que Adamo —con una subvención del gobierno para instalar fibra en el rural mediante— ha instalado las cajas, nunca les ha dado salida.

Las más de cincuenta personas que viven en estas aldeas, la mayoría mayores, sienten miedo ante el aislamiento al que les han sometido. «Mis padres son mayores, no hay cobertura móvil y han cortado el fijo. Mi madre tiene cáncer de colon con metástasis en el pulmón y necesita tener cobertura por si llaman del hospital», señala José Manuel, uno de los afectados. Su vecina añade que siente «miedo» por si le sucede algo de noche y no tiene cómo llamar a nadie. «Nos tienen en el limbo», lamenta. Su sentimiento de indefensión es el mismo que ahora experimentan en Vilaquinte.