Pocas parroquias, ni siquiera las más remotas y despobladas, renuncian a honrar a su patrón. Así ocurre, por ejemplo, en Momán (Xermade) y Labrada (Guitiriz), con apenas medio centenar de habitantes, por el empeño de un grupo de vecinos que este mes de agosto repiten la proeza. Pero no siempre aparece gente dispuesta a perder tiempo y dinero (desplazamientos) en recaudar los fondos necesarios para sacar adelante unas fiestas. Hay vecinos que dedicaron todos los fines de semana del último año a organizar el San Antonio y la Virgen de los Dolores en Labrada y el San Mamed en Moman, que llegará en agosto. «A xente portouse moi ben con nós, en moitas casas danche cerca de cen euros e hainas de máis de 300, e tamén hai algún negocio que non chega a 50; e os anunciantes [empresas de todo tipo] tamén colaboran», agradecen.
El tiempo también colabora . «As festas son o máis; os da miña xeración nin as tocabamos, pero hoxe en día, no verán, as discotecas que quedan pechan. As orquestras evolucionaron e ofrecen o que demanda a xente nova, un repertorio máis actual e moito espectáculo. Todo iso encareceu o caché», constata un integrante de la comisión de fiestas . «Cada vez hai máis requisitos legais, e isto vai ter que cambiar, con profesionais que o organicen todo [...]; a responsabilidade é grande. E cada vez hai menos xente e menos casas ás que pedir, e o que menos ten é o que máis esforzo fai co donativo», señala.
Las verbenas populares viven uno de los mejores momentos de su historia reciente, al menos en cuanto a seguidores. Los jóvenes llenan los campos y apuran la fiesta hasta la madrugada, y el fenómeno fan, antes reservado a artistas y bandas, crece entre las orquestas de más caché. El bum de los festejos coincide con un endurecimiento de la normativa, con cada vez más requisitos y más gastos, con un efecto disuasorio a la hora de crear una comisión. Todo va a más en este singular universo, salvo los voluntarios para implicarse activamente en la organización.
En la mayor parte de los casos, son comisiones formadas por vecinos de cada parroquia, que se van rotando. En el caso de Moman, cuando acaban las fiestas, ya se designa a los organizadores del año siguiente. A veces son las asociaciones, caso de Plataforma pro Labrada y asociación de vecinos, las que se hacen cargo, y cuando hay riesgo de desaparición, acuden en auxilio los concellos.
Los donativos de particulares y empresarios (directamente o con anuncios en el libro de las fiestas) constituyen una de las principales vías de financiación, junto con la recaudación de las cantinas que, en muchos casos, gestiona la comisión. Los concellos ayudan, con aportaciones económicas, que van de los 200 a los 500 euros de media; con la cesión de la carpa, apoyo logístico o asesoramiento técnico (a la hora de elaborar los planes de seguridad que exige la normativa). Y las comisiones venden desde lotería y rifas a camisetas o llaveros, organizan cenas baile, churrascadas o fiestas gastronómicas, y sortean electrodomésticos, corderos o roscones, según la tradición de cada pueblo y el empeño con que afronten el reto.