Cinco mil años de playas

S. Basterrechea REDACCIÓN

LUGO CIUDAD

Archivo

La costa gallega actual empezó a formarse con la última subida del mar Todavía queda oro en minúsculas cantidades en arenales de Laxe, Corme, Muros y Vigo

07 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Esplendorosas, como dijo aquel ministro, pero con cierta edad. Las playas gallegas, tal y como las conocemos ahora, comenzaron a tomar forma hace unos 5.000 años. Durante la última glaciación, 10.000 años atrás, el nivel del mar bajó entre 10 y 15 metros al acumularse agua en los casquetes polares. Este descenso y los fuertes vientos favorecieron la formación de barreras de arena (dunas) en el litoral. Pero, hace cincuenta siglos, el deshielo volvió a aupar el mar. «La mayoría de las playas están formadas por esas dunas, que con la subida del agua avanzaron hacia la costa rocosa y, al chocar con el relieve, quedaron ahí retenidas», explica Juan Ramón Vidal Romaní, director del Instituto de Xeoloxía de la Universidade da Coruña. El tiempo geológico se combina con otros factores para dar lugar a una playa. Uno de los más importantes es la hidrodinámica. La granulometría de la arena depende mucho de ella. Si es una costa con oleaje, el tamaño del grano de la playa será más grueso porque los más finos se los lleva el agua. Si el mar no es fiero, la arena puede depositarse y sucumbir a la erosión. El viento también ayuda. Cuanto más veces transporte la arena, más delicados serán sus granos. Por eso la más fina es la de las dunas. «Hay bastante variedad de granos. Pero no depende de la ubicación de la playa, si está al norte o al sur de Galicia, sino de factores geológicos e hidrodinámicos», coincide Carlos García, técnico del Acuario de A Coruña. También influyen la proporción de restos de los organismos marinos (conchas y erizos con carbonato cálcico), la fauna que vive en la arena y el tipo de roca: tanto la del acantilado contra el que golpea el mar como la que del cauce del río de camino al océano. Gran parte de los arenales gallegos tienen esencialmente cuarzo, feldespato y mica, o lo que es lo mismo: granito. Su arena suele ser clara. También hay playas de esquistos, rocas metamórficas con más mica que cuarzo. A mayores, los arenales pueden contener minerales pesados como el granate, el rutilo y el wolframio -algunos fueron explotados durante la Segunda Guerra Mundial- que proporcionan algo de color rojizo y negro a algunas playas. La variedad en la composición de las arenas gallegas incluye el circón, un mineral radioactivo. «Lo hay en las de Mar de Afora, en Fisterra, y en A Lanzada, y por eso se decía que, debido a la débil radioactividad, tenían poderes medicinales», comenta Vidal Romaní. Y por haber, hay hasta oro, aunque en cantidades tan minúsculas y dispersas que sería más caro el equipo para extraerlo que el metal precioso en sí. «Casi todas las playas con oro están en Laxe, Corme y las del fondo de las rías de Muros y Vigo. Pero no se nota en el color de la arena porque hay muy poco», afirma el profesor. Tipos muy diversos Pero, aunque todos vamos a la playa, no vamos al mismo tipo de playa. Algunos prefieren tumbarse en las de barra arenosa o estuario, que coinciden con la desembocadura de un río, como es el caso de las de Santa Cristina, en A Coruña, Baiona, en Pontevedra, o Foz, en Lugo. Otros se decantan por ir a las de barrera o lagoon (con laguna costera), del tipo que hay en Traba, Corrubedo, Barrañán, Doniños, Area Maior o Razo. Hay bañistas que eligen las de tómbolo (Ortigueira o Ponteceso) y también están los que optan por las de pie de acantilado, bastante más frecuentes. Es el grupo de playas como las de As Catedrais, Riazor, Balarés o do Trece. También están las de cantos y bolos, tan bravas que no dejan ni un gramo de arena.