La devoción secular a Nosa Señora de Lugo, cuenta en la Cantiga LXXVII de Alfonso X el Sabio con el ejemplo medieval más relevante, de la importancia y arraigo de dicho culto. El 29 de agosto del año 1726 el gran arquitecto gallego Casas Novoa presenta al cabildo lucense el proyecto de la capilla de la Virgen de los Ojos Grandes, el tabernáculo obra del entallador Miguel Romay alberga la imagen, ya venerada en el año 897, según se desprende de una escritura de tiempos del rey Alfonso III. La nueva obra barroca, se incrusta en la girola del templo rompiendo la armonía de las capillas de traza gótica. En la imagen a la derecha se aprecia que la plaza tiene un nivel superior al actual, mientras que un muro cierra el paso a una zona ajardinada situada a un nivel superior.