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Los portales de San Francisco

Adolfo de Abel Vilela LUGO

LUGO CIUDAD

Memoria de Lugo | Los conventos y sus iglesias En julio de 1648 el padre fray Pedro Herrera, guardián del convento de San Francisco, expuso en el consistorio la necesidad de reparar el pórtico

31 mar 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

El convento de San Francisco se fundó en un lugar denominado Lama con su entrada principal y la de la iglesia por la cortiña de Mirleu que con el tiempo se convertirá en una plaza, conocida como los Portales de San Francisco, actual Praza da Soidade; comunicaba con la rúa das Ferreirías o dos Ferreiros. Este espacio situado frente al pórtico debió de estar cerrado con un muro, ya que en 1759 aún se conservaba un arco de medio punto que comunicaba con la Rúa Nova, cuyo derribo solicitaron el 5 de mayo los cuatro gremios de la ciudad por las molestias que les ocasionaba el tener que pasar por debajo con las imágenes en la procesión del Corpus, obligándolos a agacharse para no tocar con ellas en la clave del arco. En 1453 se hizo la escritura de una finca en la Rúa dos Ferreiros, cerca del portal de San Francisco, y en los años de 1457 y 1472, se hicieron foros de otras casas sobre el portal de San Francisco. En 1762 se arrienda una casa pegada al pórtico del convento de San Francisco. Sobre el portal, portales o pórtico de San Francisco, tenemos varias noticias. Estaba situado entre la fachada de la iglesia y las alas norte y oeste del edificio. Los portales medievales, que estaban arruinados en la primera mitad del siglo XVII, suponemos que eran semejantes a los que había en otros edificios de la ciudad, es decir, una galería de tambor sobre pilares. El moderno que conocemos por fotografías, constaba de dos cuerpos, uno inferior asoportalado, de arcos de medio punto, y otro superior con ventanas. El 28 de julio de 1648, se presenta en el consistorio el padre fray Pedro Herrera, guardián del convento de San Francisco, para representar a los miembros del Ayuntamiento, la necesidad de reparar y reedificar el pórtico del convento, y que aunque había pedido limosna en la ciudad, su jurisdicción y otras partes, lo recaudado no llegaba para continuar y terminar la obra por lo que acordaron dar 200 reales, que tuvieron que pedirlos prestados a particulares. En 1718 aún estaba sin terminar, pues se repite una solicitud similar del padre guardián que dice que por falta de medios no podía seguir la obra a menos que los vecinos contribuyesen con sus limosnas. En esta ocasión el Ayuntamiento acuerda contribuir con otros 200 reales. El Ayuntamiento encargó un informe al maestro de obras Francisco Domingo Eytor, que confirmó lo que pedían los gremios en su petición, en vista de lo cual el Ayuntamiento acordó que con asistencia del procurador general se derribase el arco y que se recogiesen los materiales para aprovecharlos en otro edificio. Por el informe del maestro de obras conocemos sus medidas, unos 3 metros de alto y algo más de 1,5 metros de ancho. Los inconvenientes derivados de su angostura se solucionaban con la demolición, ganando en anchura la calle que discurría entre dos casas que había a ambos lados, que era de unos 5 metros.