
La gallega publica el libro «Yo sí que como» en el que cuenta sus secretos alimenticios
29 dic 2013 . Actualizado a las 18:09 h.Lo tiene claro. «La alimentación es la piedra angular de la felicidad», me comenta la atractiva presentadora gallega Patricia Pérez. Pero no se refiere precisamente a lo que la mayoría hicimos estos días (y todavía nos quedan fiestas por delante), que fuimos de enchenta en enchenta para después quejarnos de que estamos llenos como botijos y que no nos abrocha el pantalón. ¡Qué barbaridad! Ahora que hay que empezar a pensar en cambiar de hábitos alimenticios de cara al 2014, Patricia nos pone a dieta en este último domingo del 2013. Hace un mes lanzó al mercado el libro titulado Yo sí que como, que da continuidad a su seguido blog yosikekomo. «La verdad es que está funcionando muy bien. El título viene de lo que siempre contesto cuando me dicen que estoy muy delgada y que no debo de comer nada», comenta esta viguesa de 41 años (la Wikipedia le quita uno) que desde hace años pesa lo mismo y conserva su belleza intacta. «¡Y no me operé! No me he hecho nada, aunque me lo haría si lo considerase necesario porque no estoy para nada en contra. Mi secreto, insisto, es la alimentación».
Productos de temporada
Estos son sus consejos. Tomen nota. «Hay que huir de cualquier cosa preparada. Nada de alimentos envasados. La clave es ir al mercado más cercano y apostar por los productos de temporada. No podemos darle importancia a lo que metemos en el cuerpo solo para adelgazar. Somos lo que comemos. Yo no me vendría a Galicia en un cuatro latas porque prima la seguridad y nuestro cuerpo hay que cuidarlo también. El veneno está en la dosis. Por ejemplo, yo propongo a la gente que a partir del 1 de enero coma lo que le apetezca, pero menos cantidad. Es un error dejar de comer de golpe porque te genera más ansiedad. El cuerpo no es un interruptor que puedas encender y apagar. Los primeros quince días aconsejo comer menos pan, bebidas frías o con gas y nada de alcohol. Cenar verduras o pescados al vapor. Yo no creo en una dieta que solo se fija en las calorías. Creo en la calidad de lo que comes», resalta Patricia, que nunca prueba la carne y la explicación la sitúa en una aldea de A Cañiza. «Es el pueblo de mi padre. Íbamos cuando era pequeña y veía como mataban el cerdo, las gallinas... Asocio el plato de carne al animal y no soy capaz de separarlos», recuerda antes de dar otro consejo importante: «No mezclar demasiados ingredientes por comida. Cuatro o cinco es lo ideal porque cada alimento necesita su digestión y si facilitas su salida del estómago mucho mejor». Ya lo saben.
Debut teatral
Aunque hace escapadas a Galicia, Patricia vive desde hace más de 20 años en Madrid donde dirige su propia productora. Ahora pasa más tiempo detrás de las cámaras pero asegura que sigue trabajando mucho. Durante el año que se acaba debutó en el teatro e incluso estaba programada una función en el Teatro Colón de A Coruña hace unos días de la obra El amor de Eloy, que finalmente se suspendió, con lo que todavía no pudo estrenarse sobre un escenario gallego. Maneja otras representaciones de cara a los próximos meses, así que es probable que acabe recalando en su tierra. Está casada con Luis Canut, hermano de Nacho Canut, compañero inseparable de Alaska en Fangoria. «No me quejo de nada. Me considero una persona afortunada a nivel profesional, familiar y personal. Me veo como hija de mis padres y esposa de mi marido», comenta sonriente esta presentadora gallega que se hizo experta en nutrición cuando le descubrieron una serie de intolerancias a buena cantidad de alimentos.
Un hórreo en el centro de Madrid
Hay otros gallegos que apuestan por las productos de siempre, como las empanadas, las bollas de pan o unos donuts gigantes recubiertos de chocolate que como te vea Patricia Pérez comprando uno... Me refiero a Pepe y a Héctor de la empresa Forno de Lugo, de Castroverde. El fin de semana pasado me los encontré en Madrid, en la plaza de Isabel II, al lado del Teatro Real donde se celebró el sorteo de la lotería que, excepto a unos pocos de O Rosal, nos dejó el bolsillo como estaba. Allí instalaron una réplica a tamaño real de un hórreo fabricado, me explicaron, en fibra de vidrio por Romero, un artesano coruñés que lleva toda la vida dedicado a estos menesteres. La verdad es que el canastro en pleno centro de Madrid llama la atención y los donuts gigantes que despachan a 3 euros la unidad también. «Hai que inventar cousas que non teña nadie», me comentan mientras no deja de llegar clientela al puesto, uno de los siete que tienen por la capital, aunque con hórreo solo este. «Lo que más vendemos es el pan y las empanadas, que salen a diario a las dos de la mañana en furgoneta desde Lugo para que lleguen aquí a las nueve en punto», explican. No compré, pero no por la dieta. Regresar a Galicia con una bolla de pan no parece normal.