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Dolores Valero, psicóloga en Lugo: «Hay parálisis emocionales tan graves como las físicas;  nos llevan a un pozo sin fondo»

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

La psicóloga Dolores Valero, en su despacho de la Praza Maior de Lugo
La psicóloga Dolores Valero, en su despacho de la Praza Maior de Lugo ALBERTO LÓPEZ

La especialista explica que la ansiedad concentra la mayor parte de sus consultas: «La raíz son miedos y preocupaciones»

01 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Dolores Valero (Valencia, 10 de mayo de 1970) estudió Psicología en la Universidad de Valencia, donde también se especializó para comenzar, recién licenciada, su carrera profesional. La vida y el amor la trajeron hasta Lugo, donde empezó a trabajar en el año 1998. Casi 25 años después, lo primero que llama la atención al entrar en su consulta es que no hay títulos copando las paredes. «Quiero que la gente no sienta que está en un centro médico», argumenta ella. «Para mí la psicología siempre ha sido una educación emocional, quitar estigmas», defiende. Valero empieza las sesiones de terapia con un «bienvenida a mi escuela de las emociones» y es que su forma de entender la psicología pasa por definirla como un ‘Actimel’ en las defensas psicológicas.

—¿Por qué debemos ir al psicólogo?

—La psicología es un bien en todo tipo de salud, tanto física como mental. Debería ir de la mano de la psiquiatría y a veces tendría que ser la primera alternativa en cuanto a problemas emocionales. Tenemos la posibilidad de aprender herramientas para gestionar nuestras emociones. Y la ansiedad y la depresión, son emociones. Aquí habría un debate entre lo que considera el mundo médico versus el de la psicología. Nosotros trabajamos con trastornos emocionales, mientras que las enfermedades mentales han de ir siempre de la mano de la psiquiatría, aunque la terapia también les va a ayudar.

—¿Sigue habiendo estigmas?

—Hay estigmas a nivel población general y también en relación a los profesionales de la salud mental. Ambos tendríamos que ir de la mano y elaborar un trabajo conjunto.

—¿Al psicólogo también va gente sana?

—Ni sanos ni enfermos. El psicólogo debería ser una figura accesible para la población general, y no lo es. Debería promoverse desde las instituciones y desde la infancia ya que permite aprender habilidades sociales, de comunicación, reconocer sentimientos... Y esta es la forma que tenemos de poder expresar, compartir... El psicólogo es una figura necesaria en la salud mental y en la física.

—¿A qué se deben el grueso de las consultas que atiende?

—Los trastornos de ansiedad son la madre y después están los hijitos, que pueden ser trastornos de ansiedad generalizada, obsesivo compulsivo, fobias, crisis... La raíz que tienen en común son los miedos y las preocupaciones.

—¿La pandemia naturalizó ir al psicólogo?

—Gracias a la pandemia se ha empezado a visibilizar la figura del psicólogo y están desapareciendo algunos estigmas. Cuando empecé en Lugo, yo hice dos salas de espera para evitar que la gente se cruzase. Hace 25 años era algo que los pacientes querían evitar. Hoy puede hacerte más o menos gracia, pero no hay ese estigma. Cada vez decimos más que vamos al psicólogo, aunque en otros países está mucho más instaurado.

—¿Tuvo un bum de pacientes postpandemia?

—Tanto como eso, no. Pero el covid hizo que personas con una vulnerabilidad psicológica o con problemas volvieran a venir.

—¿Dónde son necesarios los psicólogos?

—En empresas, área deportiva, área médica, colegios... Está demostrado que nuestra salud mental influye directamente en la física. Hay muchos trastornos psicosomáticos derivados de una mala canalización de nuestras emociones.

—¿Hay alguna franja de edad que aglutine buena parte de sus pacientes?

—Hay un bum de chavales de entre 16 y 22 años que han normalizado la figura del psicólogo como ayuda y lo demandan a los padres. Eso es muy importante, y podemos decir que se ha puesto de moda. Sin embargo, lo que más me reconforta es que vengan personas mayores. Tengo pacientes de 75 e incluso he llegado a tener una señora de 80 que quería trabajar sus pensamientos. Además, vienen mucho los que tienen entre 55 y 65 años.

—¿Cuánto dura una terapia?

—La media del trabajo psicológico son entre 4 y 5 meses. Al principio, la asistencia es semanal, y después vamos espaciando las citas. Aun así, a mí me gusta tener sesiones de seguimiento de vez en cuando y todo depende también de lo que ponga el alumno de su parte. Y de esto último estoy orgullosa porque las personas salen de aquí sabiendo que no están enfermas y siendo conscientes de que tienen herramientas para mejorar. Los hago partícipes del trabajo porque ellos son la pieza esencial.

—Hay quien infravalora los problemas de los demás.

—La gente tiene la idea de que uno tiene problemas psicológicos porque puede tenerlos. Es necesario saber que hay problemas externos que son los que todo el mundo entendería (una muerte, por ejemplo), pero que las depresiones también pueden empezar por una fuerte autocrítica o por pensamientos negativos, entre otros. Hay muchas variables intrínsecas al ser humano. Las circunstancias en la vida son más o menos iguales para todas las personas, pero todo depende de cómo focalicemos e interpretemos las situaciones, los pensamientos...

—¿Qué es la inteligencia emocional?

—Tiene que ver con desarrollar nuestras estrategias para afrontar la vida de una manera adaptativa. Tenemos que aprender a gestionar nuestro mundo emocional para que las emociones no nos paralicen. Hay parálisis emocionales que son tan graves como las parálisis físicas, y que nos bloquean de tal forma que pueden llevarnos a un pozo sin fondo. La inteligencia emocional nos permite trabajar autoestima, aprender habilidades de comunicación... y un largo etcétera.

—Díganos en una frase cómo evitar relaciones tóxicas.

—Siempre y cuando haya dependencias emocionales, sea la relación que sea, no son relaciones sanas. Y las relaciones tóxicas son muy frecuentes.

¿Cuántos suicidios se evitarían en Lugo si la gente acudiese a terapia?

—Lugo es una de las ciudades españolas con más suicidios.

—Para hablar de suicidio tenemos que entender que es el final de un camino; hay un proceso o sufrimiento anterior y es una acción voluntaria.

—¿Por qué Lugo?

—El clima puede ser una variable, pero también podría influir la soledad. Hay muchas personas que aunque no estén solas, se sienten así. También hay mayores que sienten que son una carga para los demás y n pensamiento muy habitual es la creencia errónea de que van a estar mejor sin ellos.

—¿Y es así?

—Sus seres queridos tienen un sentimiento de culpa para siempre.

—¿Siempre son voluntarios?

—A veces puede ser por enajenación mental o por el abuso de sustancias, pero las personas con las que he hablado y que lo intentaron y no lo consiguieron son pacientes con un nivel de sufrimiento interior y angustia vital muy altos. Lo ven como una salida a ese sufrimiento.