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Javier del Olmo, psicólogo en Lugo: «Tenemos pacientes adolescentes que usan el móvil 15 o 16 horas al día»

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Javier del Olmo es psicólogo en Aúpa
Javier del Olmo es psicólogo en Aúpa oscar cela

El especialista, que trabaja en Aúpa, aboga por momentos de calidad e implicación por parte de los padres: «Lo más preocupante es el tiempo que dedican a sus hijos»

09 dic 2023 . Actualizado a las 14:07 h.

Aúpa es un centro terapéutico infantil de Lugo en el que trabaja un equipo multidisciplinar compuesto por 15 personas. Una de ellas es Javier del Olmo Zamora, psicólogo clínico infantil. El especialista explica que Aúpa se centra en los trastornos del neurodesarrollo, tales como autismo, hiperactividad e incluso enfermedades raras. «Llevamos a cabo un abordaje lo más holístico e integrador posible», añade.

-¿Como psicólogo infantojuvenil, qué es lo que más le preocupa?

-La atención que dedican los padres a sus hijos. Me refiero a la atención de calidad. El problema es que confundimos esto con las horas que pasamos con los niños, pero lo importante es que nos involucremos con ellos y que prioricemos esos tiempos, permitiéndoles vivir experiencias cotidianas de nuestra mano y siendo también un ejemplo. Las pantallas son casi un síntoma de lo contrario. Es más fácil regalarle a tu hijo una tableta que dedicarle ese tiempo. Sin embargo, ambas cosas no son incompatibles, pero las pantallas no deberían ocupar esos espacios de calidad.

-¿En la sociedad en la que vivimos, es posible dedicarles tiempo de calidad?

—Vamos por partes. Primero está el problema de conciliación, pero hay otro de machismo. Al hombre le cuesta incorporarse a las tareas del cuidado y eso provoca un desajuste. Yo noto mucho cuando en una familia hay una persona con reducción de jornada, ya sea el padre o la madre. Ese tiempo de calidad se nota. Otra parte tiene que ver con los valores que tenemos, porque a veces priorizamos una vida material de vacaciones o coches caros. No es tanto la cantidad de tiempo como su calidad. Por mucho tiempo que tengas, si no das lo mejor de ti, no llega. Hay que jugar, implicarse, pedirles a los niños que se involucren en las tareas que hacemos. Es importante que les enseñemos modelos para que después los integren en su vida adulta.

-¿Tienen demasiada atención?

-Hay menos niños por un problema de natalidad y esto hace que todo tienda a girar a su alrededor. Sin embargo, tienen que acomodarse a la sistémica de la familia porque si no los estamos confundiendo y no aprenden a frustrarse. Esto también hace que a nivel familiar las cosas no funcionen como deberían.

Escuelas de padres: una opción a contemplar de forma preventiva

El psicólogo de Lugo hace hincapié en las escuelas de padres: «Todos deberíamos acudir de forma preventiva. Igual que nos preparamos para el parto, debemos aprender cuáles son las mejores metodologías educativas y los mejores modelos para adaptarlos a nosotros». Del Olmo recuerda que la tendencia del ser humano es repetir lo que nos han enseñado a nosotros.

«Tenemos pacientes adolescentes que usan el móvil 15 o 16 horas al día»

La Xunta avanzará en limitar el uso de móviles entre menores de edad y el propio Consello acordó actualizar las normas de utilización y prohibición de nuevas tecnologías en los colegios e institutos. Sobre esto, Javier del Olmo tiene mucho que decir.

—Las pantallas son algo con lo que lidiamos a diario. Generan problemas de adicción, relacionados con la conducta. Yo hablaría de un precovid y de un postcovid. Antes teníamos baremos para evaluar a los niños que, de repetirlos hoy, darían como resultado que todos tienen adicción a las nuevas tecnologías. El uso tan grande que se hizo durante la pandemia y que, al mismo tiempo, formen parte a nivel escolar hacen que sea muy difícil gestionarlo. Hacemos malabares para que el niño use el ordenador del colegio y no juegue de manera compulsiva. Y lo mismo para que no se enfade con sus padres cuando le mandan apagar las pantallas. Esto genera trastornos de conducta con mucha agresividad. Hablamos de niños desde los cinco años hasta adolescentes. Algunos aprenden a comer con la pantalla y esto genera doble problema: de alimentación y dependencia.

-Profundice en esta agresividad de la que habla.

-Los niños son más agresivos hoy que hace una década. Antes tenían unos valores más marcados, que ahora son más difíciles de estructurar. Respeto, referencia de la autoridad... La recomendación es que las pantallas no estén presentes antes de los tres años; de tres a seis, solo media hora al día, y así, paulatinamente.

-¿Cómo saber si un niño necesita ir al psicólogo?

-Cuando al niño, le demos lo que le demos, no disfruta, alerta.

-¿A qué le llama pantallas?

-Pantalla es todo, desde tableta a móvil, ordenador... El problema mayor es la pantalla táctil. Contenido como los reels de Instagram hacen que no fijen la atención en nada. Consumen algo a muy corto plazo y lo van cambiando con el dedo. Esto provoca que la capacidad de atención sostenida, que es fundamental para que haya aprendizaje, disminuya. Después hay profesores que se vuelven locos para que los niños puedan prestar atención 25 minutos.

-¿A qué edad es más dañino?

-El abuso del móvil es tremendo en la adolescencia. Tenemos pacientes que usan el teléfono 15 o 16 horas al día. Comen con el móvil, se cepillan los dientes con él... Es un uso constante.

-¿A qué edad debería introducirse el teléfono móvil?

-Todo depende de la madurez del niño y de la necesidad que tengamos como padres. En una sociedad perfecta, nunca antes de los 13 o 14 años. Sin embargo, vivimos en otra en la que muchas veces los padres no están cuando los niños llegan a casa, algo que no debería ocurrir pero que ocurre. Los padres necesitan control sobre ellos y recurren al móvil. Más que poner el foco en la edad, yo lo pondría en cómo le enseñamos e introducimos el teléfono. Debemos compartir con ellos desde que son pequeños que el móvil es una herramienta para muchas más cosas que jugar. Y sobre todo, debemos predicar con el ejemplo. Nadie debe sentarse en la mesa con él o interrumpir una conversación. Los niños son muy buenos imitando. La pregunta que hago es la siguiente. ¿Tú confías en que tu hijo lo utilice bien? Entonces puedes dárselo. Si no confías, no lo hagas.

-¿Qué normas pondría?

-Las pantallas deben usarse en lugares comunes de la casa para que haya un cierto nivel de autocontrol. Si los dejas irse a la habitación, por ejemplo, por más que lo hayas educado debes tener en cuenta que vive en un entorno social y que hay otros compañeros que le dan unas indicaciones distintas a las tuyas. Eso hace que se metan en problemas que van desde las redes sociales al contenido inadecuado. Ellos no son conscientes de lo vulnerables que son. Cada vez hay más colegios de renombre que eliminan la tecnología como mediador constante.

Las conductas autolíticas copan las consultas

El especialista lucense está especialmente preocupado por las conductas autolíticas entre niños y adolescentes, que copan buena parte de sus consultas. Desde intentos de suicidio a cortes. Son síntomas de un malestar intenso. «Como no son capaces de gestionarlo, intentan poner distancia, y buscan la forma. Algunos piensan que no merece la pena vivir», asegura. Las estadísticas indican que hay muchos niños con este problema, aunque afortunadamente esto no suele terminar en desgracia. «Tenemos conductas de mucho riesgo, entre niños de ocho o nueve años, pero también entre adolescentes. Una parte tiene que ver con el bullying y las relaciones sociales, porque ellos sienten que no se encajan. Otras son síntomas depresivos».

«Los niños llegan con trastornos de conducta graves y de ansiedad»

Pinturas, realidad virtual... Javier del Olmo utiliza un sinfín de recursos durante sus sesiones. Sin embargo, él, al igual que muchos otros profesionales de la ciudad, tienen una larga lista de espera.

-¿Qué está pasando con los niños para que todos los psicólogos estén desbordados?

-Podemos hablar de un antes y un postpandemia. Todos los compañeros estamos superados por la afluencia de pacientes. En estos últimos años nos hemos encontrado con mucha más gravedad en los motivos de la consulta. Antes llegaban pacientes con patologías más leve. A esto se une que los servicios públicos de salud también están superados y eso hace que cada vez más familias opten por la intervención a nivel privado.

-¿Hay algo en común entre tantos pacientes?

-La mayor parte de las consultas tienen que ver con trastornos de la conducta grave y de ansiedad, motivados, por un lado, por el modelo educativo y, por otro, por los efectos de la pandemia de coronavirus. Nos estamos encontrando con adolescentes tempranos, de 11 o 12 años, que no conseguimos que vayan al colegio y tenemos incluso que hacer un acompañamiento. Este curso fue especialmente difícil para los pacientes que pasaron de sexto de primaria a primero de la ESO. Algunos llegan derivados por su pediatra y muestran ansiedad por separación e incluso tienen crisis que los llevan hasta urgencias. Son niños que antes no habían tenido otras patologías, aunque sabemos que la ansiedad tiene un componente genético.

-¿Qué provoca tales niveles de ansiedad?

-Desde la exigencia del colegio a miedos y fobias que se van desarrollando hasta volverse incapacitantes para el niño. Los padres van trampeando, pero la conducta de evitación hace que la situación se agrave hasta ser incapacitante para su vida.

-¿Contribuye a esta ansiedad las actividades extraescolares?

-Esto depende de cada niño y de la situación familiar que tenga. Los padres tienen que aprender a ver cuándo los están saturando con actividades, porque esto puede revertir en estrés. Hay compañeros pediatras que ven cómo se producen, motivado por esto, dolores de barriga o de cabeza. Algunos niños tienen mucha energía y lo demandan, pero otros se sienten forzados.

-¿Los niños acuden receptivos a consulta?

-Vienen de buena gana si están graves, y de menos si todavía no perciben esa gravedad.