El acusado de asesinar a Cristina Cabo rompe su silencio: «No era mi intención, vino ella hacia mí con el cuchillo, ha sido todo un desastre»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

José Valencia admitió haber cometido el crimen y pidió perdón a la familia al ejercer su derecho a la última palabra. Los forenses declararon que la víctima quedó viva durante «más de una hora» hasta desangrarse

28 may 2025 . Actualizado a las 23:54 h.

La tercera y última sesión del juicio por el crimen de Cristina Cabo ya es historia. Durante la mañana y la tarde del miércoles, en dos turnos, médicos forenses y otros peritos trataron de aclarar cómo fue la muerte de la lucense, de 42 años en el momento de los hechos, y cómo estaba psicológicamente el acusado para probar si es responsable de sus actos o no. Sin embargo, no hubo dudas de que el testimonio más esperado fue el de José Uriel Valencia Silvia, el protagonista negativo del juicio, que tuvo que esperar hasta la tarde.

Se le acusa de haberle atestado 47 puñaladas a Cristina Cabo Buján en la madrugada del 28 de noviembre del 2022 en su casa de la calle Quiroga, en Lugo. Se conocieron de fiesta y, tras irse juntos a su casa, la acuchilló tras una discusión. Se enfrenta a 30 años de cárcel por asesinato con alevosía y ensañamiento. Su abogada pide una pena de 15 por homicidio. Esta será la gran discusión del juicio, ya que la autoría parece estar clara. Él mismo confesó ante los policías cuando fue interrogado tras ser detenido.

«Yo ya sé que soy responsable de lo que hice, no tengo por qué mentir»

Pasadas las cuatro y media de la tarde, casi tres años después del crimen, el procesado se sentó en el banquillo, apenas unos metros por delante de la familia y las amigas de Cristina Cabo, que estaban entre el público. Eligió responder solamente a las preguntas de su abogada, Pilar Baños. «Salí de casa aquella noche para distraerme. Llevaba días buscando empleo y quería evadirme. Estuve en un bar hasta tarde y, con toda la gente, me fui a otro lugar, donde me encontré con esta chica, Cristina. Cruzamos unas palabras. Quisimos estar juntos y compartir un momento. No había nada de malo en eso», arrancó.

Entonces, paró y dijo, «yo ya sé que soy responsable de lo que hice, no tengo por qué mentir». Continuó el relato recordando que «no sé si de chiste o en serio, me dijo que me pagaría 400 euros si, con perdón a la familia, se lo hacía bien». Luego, contó que fueron a su casa. Hubo un momento de tensión en el juicio, cuando la familia se revolvió ante las declaraciones del acusado. Ella les advirtió que debían mantener respeto y que si no estaban preparados para lo que iban a escuchar, que se fuesen. Varios, entonces, abandonaron la sala.

«Para mí esta chica ya es sagrada», dijo el autor confeso del crimen

Valencia siguió su relato y mencionó que «no tenía pensado ir a casa de Cristina», pero finalmente fue «porque ella me invitó». «Para mí esta chica es ya sagrada, por lo que pido perdón por ciertas cosas que puedo decir», espetó, para sorpresa de los presentes. El acusado dijo que lo había pasado bien y que se sentía «genial» yendo con ella a su casa. Recordó que mantuvieron relaciones sexuales en el domicilio y, entonces, comenzó el conflicto.

«'No me siento bien, porque tengo pareja', me dijo ella. Me levanté y me fui a encender un cigarrillo. Al rato volví y me senté a su lado», paró. Tras un momento de silencio, recordó el detalle que, según él, causó la discusión. «Le dije inocentemente que me había prometido que me iba a dar algo [dinero]. Ella se levantó y se fue al baño. Al volver, empezó a gritarme 'vete de mi piso, maricón'. Yo flipaba, porque no me cuadraba lo que estaba pasando. No sabía por qué me decía eso. Le dije que no había problema, que ya me marchaba. Me estaba vistiendo cuando ella vino desde la cocina», y se frenó para aclara un detalle. «Me parece increíble decir esto de una mujer española, porque en Colombia podría ser, pero ella me dijo que si quería que me diera 'cuchillo'», completó. Él siguió diciendo que «se lanzó hacia mí con el cuchillo». Valencia añadió que «traté de cogerla y que no me alcanzase».

Ahí, según su versión, la supuesta pelea estalló definitivamente. «Sentí miedo por mi vida en ese momento. Pensé en huir, en irme de allí, pero empezó a gritar 'policía, policía'. Intenté taparle la boca, pero ella seguía y seguía intentando alcanzarme con el cuchillo. Y ahí empezó todo este desastre...», sostuvo. «Hubo un forcejeo y me dijo 'no eres capaz de matarme, maricón'. Le quité el cuchillo y ella empezó a tirarme cosas... el paraguas. Trató de abalanzarse sobre mí y yo trataba de apartarla. Pero en ningún momento se calmó...», seguía relatando. Y ahí se produjo el episodio mortal. No lo quiso explicar de forma precisa, sino que lo hizo vagamente. «No me estoy justificando, pero fue lo que pasó. Estaba fuera de mí en ese momento. Me han humillado muchas veces y una persona gritándome eso... Si hubiera parado de decir esas cosas... Fue un momento. Ella cayó y todo se quedó en silencio. Pasó muy rápido, en cuestión de diez segundos. Cuando desperté dije '¿qué ha pasado?'», soltó.

«Intenté taparle la boca, pero ella seguía y seguía intentando alcanzarme con el cuchillo. Y ahí empezó todo este desastre...»

«Pude robar antes de pasar todo eso y no lo hice. No era mi intención», añadió, tratando de desmarcarse de la acusación de robo con violencia que le imputan. «Vi la bici y supe que me tenía que ir. Estaba todo ensangrentado... Sabía que estaba lejos de casa. Estaba el ordenador ahí, de paso... Estaba en el susto de huir y lo cogí, pero no me puse a rebuscar en cajones ni nada. Lo cogí, no sé por qué», confundiendo más que aclarando.

Cuando llegó a la casa de su hermana, en la calle Miguel de Cervantes, terminó su relato del día. «Yo empecé a entender todo cuando llegué a prisión. Escuchaba a mi madre y a mis hijos, qué pensarán de mí. Fue todo un desastre. A veces aún pienso que me despertaré y que todo esto no habrá pasado», remató.

Entonces empezó a hacerle preguntas su abogada, ya que hasta entonces su declaración había sido del tirón —con las aclaraciones a la jueza de por medio—. Simplemente aclaró que los días posteriores se quedó en casa «buscando cosas sobre la chica» porque «todavía no me lo creía». Ratificó que mantiene relación con sus dos hijos y con su hermana, que es «lo único que me mantiene con fuerza». Valencia terminó su discurso diciendo que «no vine a este país para hacer daño». 

Su última palabra: «Comprendo su ira hacia mí y pido perdón por todo lo que ha pasado»

El colombiano ejerció su derecho a tener la última palabra y dejó atónita a la sala. Se levantó de su silla y, mirando a la familia de Cristina, dijo: «Comprendo su ira hacia mí y pido perdón por todo lo que ha pasado. Quiero empatizar con la familia. Empatizo con ellos aunque nadie haya empatizado conmigo. Pido perdón». Varios miembros del público se marcharon de la sala en ese momento y la jueza dio por terminada la sesión.

Ahora, habrá que esperar a que el jurado popular determine su veredicto. Cuando lo tengan, se llamará de nuevo a todas las partes para escucharlo. Esa será la última vez que José Valencia pise la Audiencia Provincial. Para conocer la sentencia y los años de cárcel que se le atribuirían en caso de condena habrá que esperar unas semanas.

Las otras grandes declaraciones del día: los forenses

Pero además del acusado, en la jornada de este miércoles acogió las declaraciones de varios forenses, que arrojaron luz sobre cómo fue la muerte de Cristina. También algunos policías dieron más datos sobre cómo fue la investigación, algo que ya contaron ampliamente compañeros suyos en la jornada del martes. 

La sesión la abrieron dos agentes de la Comisaría Provincial de A Coruña en una comparecencia por videoconferencia que había quedado pendiente de la segunda jornada del juicio. Ellos analizaron las muestras de ADN halladas en la escena del crimen. «Encontramos restos orgánicos en los vestigios que se nos remitieron desde Lugo y los comparamos con las muestras de material genético de la víctima y del acusado», arrancó uno de los policías. Los investigadores les enviaron muestras de sangre del cuerpo de Cristina, del arma homicida, de un mechero y demás vestigios hallados en su domicilio. Encontraron restos de sangre de la víctima en casi todos estos elementos, junto con ADN del detenido (que no su sangre). Por eso, pudieron concluir que apareció material genético del investigado en el cuerpo de la víctima y en varios de estos instrumentos. «Hallamos mezcla de perfiles, por ejemplo, en el paraguas encontrado en casa de la víctima y en las zapatillas del acusado», añadió uno de los policías.

Dos toxicólogas requeridas por el IMELGA que estudiaron varias muestras de sangre y otros fluidos de la víctima comparecieron en el juicio también por videollamada. Su técnica, usando un espectrómetro de masas, «no da lugar a error». Según sus análisis, «la víctima estaba bajo los efectos del alcohol y había consumido derivados del cannabis [marihuana], pero hacía varias horas», dijo una de las peritos.

Cristina agonizó durante «más de una hora» y murió por una puñalada en el corazón

La esperada declaración de los forenses del IMELGA fue finalmente a puerta cerrada. La jueza presidenta, María Luisa Sandar, ordenó desalojar la sala para que la familia, presente entre el público, no tuviese que ver las imágenes del cadáver de Cristina. En su testifical, los peritos trataron las circunstancias de la muerte de la víctima, las cuales ya adelantó la abogada de la familia antes de la primera jornada del juicio. Estos aclararon varios aspectos, como cuál fue la herida fatal: una puñalada en el ventrículo izquierdo del corazón. Sin embargo, uno de los forenses hizo mucho hincapié en que «todas y cada una de las heridas contribuyeron a la muerte», apoyando así la tesis de la Fiscalía y de la acusación particular. Cristina tenía 29 heridas incisas, 16 mixtas y 2 defensivas, en el brazo izquierdo. La mayoría de las puñaladas las recibió en el tórax, en el cuello y en la espalda.

Los forenses indicaron que el ataque fue brutal y en movimiento, ya que la víctima recibió cuchilladas en varias partes diferenciadas, sugiriendo que trató de girarse y apartarse. Dieron por probado también que Cristina agonizó durante «más de una hora» y que murió desangrada. El ataque, según estos peritos, «duró más de un minuto, no fue breve». Los médicos fueron muy precisos a la hora de explicar cómo vieron el cuerpo, destacando la violencia del ataque y la fijación por las zonas vitales que tuvo el autor del crimen.

El acusado era consciente de sus actos y no tiene ningún trastorno

Las dos forenses del IMELGA que realizaron el informe de imputabilidad de José Valencia, el acusado, pasaron a la sala a continuación. «Hicimos una valoración mental del acusado para saber si cometió el delito del que se le acusa en sus plenas facultades», le explicó una de las peritos al tribunal de jurado. Mantuvieron dos entrevistas con él. Apenas tenían información sobre él, ya que solo llevaba dos meses en España. La parte fundamental fueron, por lo tanto, los encuentros que compartieron con él. El primero lo mantuvieron justo cuando pasó a disposición judicial. «Controlaba la información que nos daba. Quiso que su abogada estuviese presente. Sabía por qué estaba allí, de qué se le acusaba...», avanzó una de las forenses. «Era una persona que no tenía ninguna alteración psicopatológica reseñable», añadió. Para ellas era una persona «centrada en la realidad» y no apreciaron mayores problemas.

En la segunda entrevista, cinco meses después de su detención, fueron mucho más exhaustivas. «No nos hizo referencia a experiencias traumáticas en su infancia», dijeron ambas, desmarcándose así de la tesis de la defensa, que dijo este lunes que tuvo una «vida muy difícil». Valencia no profundizó mucho en sus comentarios y les mencionó que había mantenido una relación sentimental durante ocho años en Colombia, con la que tuvo dos hijos, pero «jamás mencionó ningún episodio de violencia contra las mujeres». Les refirió que consumía drogas desde adolescente y que eso le hizo «andar en malos pasos», por eso su familia le recomendó que viniese a España con su hermana. Al realizarle cuestiones de carácter más médico, «nos dijo que no tenía ningún historial de enfermedades físicas o psicológicas».

Fue al psiquiatra de joven, por iniciativa paterna, pero por «mal carácter» y por «llevar mal la separación de sus padres». Consumió a lo largo de su vida marihuana, cocaína y crack, hasta el punto de estar ingresado en un centro de desintoxicación, «o eso nos dijo él, porque no teníamos forma de comprobarlo», comentaron las forenses. Afirmó, sin embargo, que «ya no consumía» desde que había llegado a Lugo y que, por ello, «no detectamos ninguna enfermedad psiquiátrica asociada a las drogas ni a nada, realmente».

«Nos llamó la atención que nos dijo que se había llevado el portátil porque 'tenía curiosidad por saber quién era ella'»

«Cuando realizamos esa segunda entrevista ya habían pasado unos meses desde su ingreso en prisión y no presentaba síndrome de abstinencia», añadieron las forenses. Con respecto al crimen, las peritos dijeron que «se mantuvo colaborador en todo momento» cuando le presentaron el tema. «No vimos un cuadro psicótico en ningún momento», sentenció una de las médicas. 

Obtuvieron un relato extenso y claro, dando detalles y recordando diálogos literales, lo que les hizo pensar a las forenses que «mantenía una versión clara de los hechos». Valencia habló de todo lo ocurrido aquella noche salvo, al igual que hizo durante la reconstrucción de los hechos y en su confesión en la comisaría, del episodio concreto del apuñalamiento. «Él recordaba todo de la parte que eligió contarnos. Fue una conducta dirigida a sus intereses, sabía lo que hacía. Fue organizada y para nada patológica. Nos dio datos como que la víctima se enfadó y lo echó del piso, que ella entró en cólera, que le quitó el cuchillo para calmarla, que luego estaba lleno de sangre, que ella lo insultaba... Y nos llamó la atención que nos dijo que se había llevado el portátil porque 'tenía curiosidad por saber quién era ella'», resumió una de las forenses.

«Él nos manifestó que estaba arrepentido, pero nos pareció que no era sincero»

Después de su relato, le preguntaron cómo se encontraba y qué pensaba de lo sucedido. «Él nos manifestó que estaba arrepentido, pero nos pareció que no era sincero. No presentaba emociones y no hacía gestos. Le pedía perdón a Dios. No parecía un arrepentimiento honesto. No habló de la víctima ni parecía pensar en ella», refirieron. Adelantaron algo del informe de las psicólogas forenses, otras testigos del proceso, sugiriendo que «con ellas mostró una actitud y una personalidad de alguien totalmente fuera de la realidad en una de las pruebas, por lo que esta terminó anulándose por ser incompatible con lo que se había visto en todo en resto de exámenes».

Desde su punto de vista concluyeron que «nuestra pericia nos permitiría decir que en ese momento [el del crimen] podría estar enfadado si le llevaron la contraria, pero no que perdiese el control, ya que no observamos que fuese una persona que actuase así».

Anularon un test por simulación: «Pretendía aparentar que estaba peor do que realmente estaba»

Las psicólogas que trataron al detenido comparecieron para aclarar su informe, que ya habían avanzado antes las forenses. Ellas le realizaron dos pruebas de personalidad a José Valencia. «Fixemos dúas entrevistas con el. Decidimos facerlle dúas probas diferenciadas. Unha destas busca só coñecer rasgos de personalidade e a outra, se hai algún tipo de trastornos mentais», contaron. Decidieron invalidar el segundo test, como ya avanzaron las anteriores peritos, porque «o suxeito respondía que si a case todo e simulaba síntomas de alteracións anormais ata para persoas que padecen enfermidades importantes: alucinacións, ideas persecutorias ou desconfianza estrema, patoloxías que non aparecen xuntas nin en casos de pacientes graves».

Estas alteraciones no se correspondían con el contexto y eran «incompatibles» con su historial. Sus rasgos personales definidos en el primer test eran «normais», algo que no se corresponde con sus contestaciones «alteradísimas en varias escalas» que presentaba en el test de trastorno mental. Esto hizo a las psicólogas desconfiar y, por ende, anular la prueba. «Pretendía aparentar que estaba peor do que realmente estaba», sentenció una de las facultativas. Los rasgos que sí apreciaban eran «un certo autocontrol, pero con impaciencia e baixa tolerancia á frustración, algo en ocasións relacionado con actitudes violentas», pero como rasgos generales y «moi abstractos, máis globais que específicos». Descartaron, finalmente, que pudiese caer en una «perda de control» en situaciones de tensión, solamente «enfado ou malestar».

Punto y aparte

La tercera y última sesión del juicio terminó con los informes de todas las partes. Tanto la Fiscalía como la acusación particular se reafirmaron en su tesis del asesinato con alevosía, mientras que la defensa pidió una pena más reducida por un delito de homicidio doloso. Es ahora turno del jurado popular, que deberá votar si José Valencia es culpable de la muerte de Cristina Cabo y cómo se produjo el crimen, que es la verdadera clave del caso.