Hace ahora 100 años, el este lucense esperaba la obra que le daría conexión ferroviaria con el Bierzo
28 oct 2019 . Actualizado a las 21:40 h.En la década de los setenta del siglo pasado se ejecutó el Plan de Accesos a Galicia, que permitió una más fácil conexión con la Meseta, mejorada en los noventa, cuando a la carretera N-VI se le añadió la autovía del Noroeste (A-6). Salvar las dificultades orográficas entre el Bierzo y Lugo requería grandes obras y había sido antes un escollo insalvable.
Como escribe el ingeniero Carlos Nárdiz en la obra La formación y transformación de la red viaria en Galicia, la construcción de la red ferroviaria gallega fue tardía, al estar el trazado condicionado por la orografía y haberse planteado un rumbo que saliese del Bierzo hacia el «valle encajonado del Sil, con bifurcaciones desde la depresión de Monforte» a los puertos de A Coruña y Vigo.
Sin embargo, hubo un momento, hace ahora cien años, en que las complicaciones orográficas parecían menores que el afán por lograr una conexión ferroviaria entre Lugo y León: el trazado no se alejaría demasiado del de caminos reales de siglos anteriores, y la idea de un tren que llegase a Galicia por O Cebreiro despertaba un gran interés en la sociedad y en los medios de comunicación.
Para el 23 de marzo de 1918, como informaba La Voz de Galicia, estaba prevista la subasta de las obras del tren de Villafranca del Bierzo a Villaodrid [hoy Vilaodriz]. Esa última localidad, entonces capital de un ayuntamiento que en décadas más tarde se fusionaría con el de Puente Nuevo [hoy A Pontenova], estaba unida por tren, desde principios de siglo, con Ribadeo, por donde salía el hierro de sus minas.
Necesidad urgente
Razones variadas justificaban la obra: «Galicia, pues, necesita urgentemente aumento de sus líneas férreas. La riqueza del suelo y el subsuelo, la posible intensificación del tráfico interurbano, la importancia geográfica de sus puertos, así lo requieren», se decía en la información de ese día, firmada por F. Martínez Morás.
Si el tren que iba de Vilaodriz a Ribadeo era un tren construido por la explotación de un yacimiento, aunque luego se convirtió en mixto y se abrió a pasajeros, el que se esperaba hace cien años tenía también estrecha relación con una actividad semejante. «En cuanto al aspecto industrial, hay que tener en cuenta que esta no es una línea aislada. Responde a la explotación de importantes yacimientos de hulla y hierro de la provincia de León», según la información periodística. También se detallaba que en Ponferrada se construiría «el centro industrial de beneficio del hierro», con una producción anual estimada de 300.000 toneladas.
Minería potenciada
La línea férrea, de 170 kilómetros, daría salida al mineral y a la producción siderúrgica del Bierzo y estimularía el aprovechamiento de yacimientos cercanos a la vía: el manganeso de Riotorto, el antimonio de O Courel, los cobres de Cervantes o los hierros de Meira y de O Cádavo (Baleira) podrían ser explotados. Sin embargo, no sería la actividad minera la única que se beneficiaría de la obra: la producción maderera, ya «industrializada» entonces en algunas zonas aunque aún «defectuosamente organizada», podría canalizar su exportación por el puerto de Ribadeo.
Unos días antes, el 14 de marzo de 1918, La Voz de Galicia anunciaba la próxima subasta de las obras, que supondrían «la empresa ferroviaria de más importancia acometida en Galicia desde hace unos treinta años». Capital vasco, la Casa Aldama y consejeros del Banco de Bilbao, cubrían el capital, en una operación que incluía, además de la vía, la puesta en marcha de altos hornos.
El tren tendría una función «colonizadora», porque crearía tráfico en lugar de atender una circulación anterior y porque, como se escribía en La Voz de Galicia el 23 de marzo de 1918, generaría «nuevo ambiente, ansias y esperanzas nuevas a aquella parte de Galicia, que ha vivido por los siglos en el más considerable abandono». El tiempo, sin embargo, demostró que ese ambicioso proyecto también sucumbió ante el abandono.
El proyecto recogía la posibilidad de un ramal que enlazaría Lugo con Villafranca
La subasta de 1918 quedó desierta, pero no desapareció el interés por la obra. En 1928, con un autor que firma como Un amante del país pero omite su nombre, se publica el documento Los grandes intereses nacionales. El ferrocarril de Ribadeo al Bierzo. Se dice que la obra figuraría entre las más importantes que se podrían acometer entonces en España y que sería la «de mayor utilidad» para la provincia de Lugo.
En el documento se citan incluso ventajas directas para la capital de la provincia, pues se recoge la posibilidad de un ramal con Villafranca del Bierzo. También se comprueba que las instituciones no vieron con indiferencia el proyecto: así, se menciona que el Ayuntamiento de Lugo, las diputaciones lucense y leonesa, la Cámara de Comercio de Lugo y hasta la Federación Católica Agraria de Lugo habían reclamado de la construcción de esa línea. También se lanza un mensaje a los poderes públicos del momento, animando a los ayuntamientos a pedir la subasta de la obra y la construcción de la línea férrea por las ventajas que supondría.
Enlaces previstos
El tren, además, enlazaría con otros. En 1927 se preveía que el Ferrocarril Central Gallego, de Marín a Ribadeo, confluyese con el de Villafranca en el actual municipio de Ribeira de Piquín. Ese tren generó grandes expectativas y polémicas por su trazado, sobre todo en el primer tercio del siglo pasado, pero no se construyó.
También se esperaba entonces que los dos trenes proyectados enlazasen a orillas del Eo con el de la costa (Ferrol-Gijón). Esa línea sí se construyó, pero con retrasos: a Ribadeo llegó en 1968, y el trazado no se acabó hasta la década de los setenta.
Una iniciativa que arrancaba del siglo XIX
Este tren ya era una idea en el siglo XIX. En el citado documento de 1928 se recoge que la línea ya había sido incluida en un plan de ferrocarriles de 1877 como vía de servicio general; en 1908, según ese mismo texto, pasó a ser secundaria. Ese autor que omitió su nombre pedía, hace 90 años, que la línea fuese construida por el Estado, e incluso proponía que la banca del noroeste solicitase la concesión para que «el dinero gallego se multiplique en Galicia».
Calles dedicadas y una obra que se ejecutaría en cinco años
El tren que iría de Villafranca del Bierzo a Vilaodriz, parte de cuyo núcleo hoy está incorporado al casco urbano de A Pontenova, generó grandes expectativas en Ribadeo por las posibilidades económicas que se le abrirían al puerto en particular y a la villa en general. Una muestra de ese entusiasmo aún se percibe hoy, pues una de las calles más céntricas lleva el nombre de Villafranca del Bierzo, de igual modo que en la villa berciana hay otra dedicada a Ribadeo. Ya a finales de 1917, el semanario ribadense Riberas del Eo anunciaba que en marzo se adjudicarían las obras, cuyo plazo de ejecución se estimaba en cinco años. Según ese periódico, el anuncio de la próxima contratación de las obras se había recibido en la villa con «júbilo» y con «entusiasmo».