La fiesta de Muras que se ríe de la inflación: siete euros por una docena de huevos

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

MURAS

La romería de A Xestosa, en honor a San Antonio, conserva la tradición de la subasta de alimentos

10 jun 2023 . Actualizado a las 20:36 h.

A la romería de A Xestosa, que se celebra en el municipio de Muras en honor a San Antonio, conviene ir con la cartera bien surtida y con las manos dispuestas a usarla para ir sacando unos cuantos billetes. Ese ánimo rumboso resulta muy apropiado si se quiere participar en actos tan arraigados en la fiesta como la puja, en la que se van poniendo a la venta todo tipo de productos alimentarios. A cambio, se disfruta, a pocos minutos del alto de A Gañidoira, de un paraje en el que las preocupaciones cotidianas se van con la corriente del arroyo que pasa por el barrio.

Así ha ocurrido, una vez más, este sábado. A los vecinos no les importa pagar siete euros por una docena de huevos, 25 por una hogaza de pan, 30 por dos paquetes de chorizos o 125 por un cabrito. Es una forma de participar en la fiesta, pero también de colaborar con la comisión, ya que lo recaudado engrosa el presupuesto con el que se preparan los festejos. Este año se recaudaron unos 500 euros, como explicaba, aún sin haber cerrado los cálculos, Mónica Rodríguez, que asumió en solitario la organización.

Los productos que se subastan proceden de la zona o tienen un marchamo que los hace acreedores de toda confianza. Pero si alguien duda de las cualidades de lo que se incluye en la puja, ya se encarga Benigno Gómez de aclararlas. A sus 65 años, recuerda que acude a la fiesta desde la niñez y que acepta de buen grado la petición de encargase de la puja. Si se subasta una pieza de pan, anima a posibles comensales: «Méteslle un pouco de xamón e de queixo e isto é gloria», dice. Si le parece que se puede ofrecer algo más por un producto, se dirige directamente a alguno que participa en la subasta: «Bótalle algo máis, Carlos», llegó a decir este sábado.

La puja es una tradición sobre la que pesan décadas y décadas de arraigo. Atrás quedan los tiempos en los que vecinos de este y de otros barrios de Muras así como de municipios cercanos acudían con sus viandas para dar gracias por las cosechas logradas y para pedir protección por las futuras. Con una sociedad con otra mentalidad y con un medio rural menos poblado, a A Xestosa siguen llegando gentes de la zona con ganas de pasar unas horas agradables.

Aunque haya que rascarse el bolsillo, el gasto se da por bien empleado. «É unha tradición, e son produtos de aquí», explicaba Carlos Penabad, que no desaprovechó la puja de este sábado. Y si alguien, por un momento, siente la tentación de cuestionar la calidad de lo que se subasta, ya se encarga desde el palco de la orquesta Benigno Gómez, micrófono en mano, de disipar cualquier duda: «Mirade que lacón. Este lacón é dos cochos da Xestosa», subrayó este sábado.

Junto a un camino y con flores

La fiesta tiene su estudioso divulgador y su protagonista peculiar. El primer perfil corresponde a Antón Pereiras, natural de la zona y residente en Ourense. Pereiras recordaba este sábado que ni la Guerra Civil frenó la celebración del festejo, que solo en 1937 cambió de junio a septiembre. El barrio, que queda a pocos minutos de la carretera LU-540 (Viveiro-Cabreiros),  era, hace siglos, lugar de paso del camino a San Andrés de Teixido que se apartaba en Lousada (Xermade) del que enlazaba Mondoñedo con Ferrol.

Un rasgo singular aunque reciente de la romería es la colocación de alfombras florales en el entorno de la capilla. De ese cometido se encarga Gloria González, que introdujo una costumbre habitual en Lois, pueblo de León del que procede. Su marido le recoge flores silvestres, y ella, con serrín y restos de café, pone un toque de colorido en el verde del prado.

Aunque la subasta es un detalle peculiar de esta fiesta, no todos los que acuden echan la mano a la cartera para participar. Los que pujan y los que no, de todos modos, pueden compartir la celebración sin problema, pues la subasta iba seguida de sesión vermú, amenizada por el grupo Galia, y de una comida popular. Así, unos movieron la billetera y todos pudieron mover el esqueleto y la mandíbula.