Dos de las tres escuelas unitarias del sur de Lugo cerrarán a final de curso

PEDRAFITA DO CEBREIRO
El despoblamiento rural fuerza el cierre de los centros de Montefurado y A Teixeira El final del curso 1999-2000 traerá el cierre de dos de las escuelas unitarias rurales que quedaban en el sur de la provincia de Lugo. La falta de alumnos y de perspectivas de nuevas matrículas acabarán este año con los pequeños colegios de Montefurado (Quiroga), y A Teixeira (O Courel). Desde el próximo curso, la única resistencia al despoblamiento rural en el ámbito educativo quedará en la escuela unitaria de San Román de Acedre (Pantón). Al contrario que los otros, este centro sí tiene buenas perspectivas de futuro.
25 may 2000 . Actualizado a las 07:00 h.Ni en Montefurado ni en A Teixeira hay perspectivas de que nazcan nuevos niños. Las escuelas unitarias de estos dos pueblos cerrarán sus puertas en cuando termine este curso, difinitivamente laminadas por el éxodo rural tras años de imparable descenso del censo de pequeños en edad escolar. José Reinaldo Pol lleva trece años como director y único profesor de la escuela de Montefurado. Ahora, espera que la consellería le dé destino, probablemente en otro centro de la comarca de Quiroga. Pol dio clase en ocho colegios de su Andalucía natal antes de recalar en Montefurado siguiendo los pasos de su padre gallego. «He pasado por muchos centros, pero nunca viví el cierre de ninguno y eso es algo que da mucha nostalgia», señala. Este maestro vocacional luchó durante años porque se mantuviese abierta la escuela de Montefurado. Ahora se confiesa rendido a la evidencia de que «la gente joven no defiende la aldea, escapa de ella y sólo viene para aprovecharse si la bodega continúa repleta». A apenas quince kilómetros de buena carretera de Quiroga, la escuela de Montefurado sólo tiene este año cuatro alumnas, y dos de ellas son las hijas del profesor. También en A Teixeira son cuatro niñas las únicas estudiantes del colegio unitario que el año próximo dejará de funcionar. Yolanda Aira tiene seis años y es una de ellas. Ni ella ni sus compañeras saben aún si el año próximo se matricularán en Seoane o en Pedrafita. Yolanda sí tiene claro que preferiría seguir estudiando en su pueblo, situado a mil metros de altura y expuesto en invierno a duros temporales de nieve: «Sería mellor non ter que marchar; estamos aquí de toda a vida».