El Camino siempre se ha prestado al misticismo y no es extraño encontrar en él decenas de misterios y leyendas, algunos milenarios y otros de reciente invención. En O Cebreiro, una tradición de ignota procedencia lleva a cientos de peregrinos a incrustar monedas en una cruz de madera de dos metros de altura situada en el monte del Pozo da Area. Y eso que, según Félix Rielo, párroco del pueblo, el ritual «non ten significado ningún», aunque la cruz sí tenga una historia de película: fue clavada en 1972 por el equipo de rodaje de Flor de santidad, filme dirigido por Adolfo Marsillach que cuenta las últimas horas de un peregrino asesinado tras mantener un furtivo encuentro sexual con una lugareña. «Non me gustou, daba a imaxe dunha Galicia atrasada e chea de meigallos», dice don Félix, quien desconoce quién tuvo la idea de llenar la cruz de monedas. «Foi un gilipollas que meteu a primeira e alá foron os demais», zanja Carlos Espín, empleado en una afamada taberna local y en la gasolinera de Pedrafita, donde explica por qué la cruz aún no ha reventado con semejante fartura de vil metal: «Algúns rapaces veñen encher o depósito das motos e pagan con moedas desfeitas que sacan da madeira con alicates».