El concello de Portomarín tiene ya más plazas de alojamiento que habitantes
Se abrieron tres hoteles y cinco pensiones de media en los últimos 4 años
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Todos los habitantes censados en el concello de Portomarín podrían dormir en sus hoteles, pensiones, albergues y viviendas de uso turístico y todavía sobrarían plazas. El boom del Camino ha hecho que una gran cantidad de gente se haya lanzado al negocio de la hospedería. Según confirma el alcalde, Juan Serrano, en los últimos cuatro años se han abierto de media unos tres o cuatro hoteles más cinco o seis pensiones. En total, el Concello tiene registrados 42 establecimientos de alojamiento entre pensiones, albergues y hoteles. Suman 1.357 plazas. A estos habría que sumar las viviendas de uso turístico, que según el Registro de empresas y actividades turísticas de la Xunta, son 92. En total suman 1.449 frente a los 1.412 habitantes con los que cuenta Portomarín, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística.
El concello lucense es uno de los sitios emblemáticos de la ruta jacobea más transitada, junto con Cebreiro y Santiago. Gracias a ello a la par que suben los negocios del Camino, según cuenta el alcalde, parece que la tendencia poblacional también será al alza.
Del ladrillo al peregrino
El oficio histórico de los portomarinenses había sido la fábrica de ladrillo Cerámicas Portomarín. Desde su fin y el inicio del Xacobeo, los que empezaron a abrir negocios del Camino fueron las familias que se trasladaron del trabajo en el ladrillo. Así que los albergues se han convertido en el negocio familiar. El Concello incluso tuvo que hacer una modificación puntual en el Plan Xeral de Urbanismo para que pudieran actuar dentro de una ordenación correcta. Ahora Portomarín es un municipio residencial y terciario.
La nueva tendencia: Hoteles de calidad de tres o cuatro estrellas
La competencia entre los numerosos locales de alojamiento empieza a ser ardua. Algunos gerentes afirman que el pueblo comienza a estar algo «saturado» de negocios, aunque en años anteriores a la pandemia incluso llegó a abrirse el pabellón municipal, que se utiliza cuando las plazas privadas están ocupadas.
Hay dos tipos claros de negocios: las casas pequeñas que dan intimidad y los grandes hoteles que ofrecen lujo. Pero ambos son de una gran calidad porque los peregrinos cada vez buscan más exquisitez. Por ejemplo, los albergues de seis o siete habitaciones son automatizados y extreman la decoración y la modernidad. Los grandes hoteles compiten entre ellos por los caminantes, sobre todo extranjeros, que buscan el paso por la ruta más lujosa y no económica. Hay tres grandes complejos con más de 100 plazas en el núcleo del concello, uno de ellos todavía sin estrenar por la pandemia. En la Pousada de Portomarín, hay planes de vaciarla y montar unas instalaciones de cuatro estrellas. Y una empresa catalana ya ha comprado el terrero para construir un hotel de cuatro estrellas. Esta tendencia también está provocando que la vida en Portomarín, para quien quiera mudarse, sea cada vez más cara.
«O peche perimetral de Lugo aféctanos moitísimo»
Un paseo por el actual Portomarín tan solo deja vistas de persianas bajadas ante la falta de peregrinos por la pandemia. Además, las últimas restricciones también han disminuido el tránsito local. Javier Ares, de la mítica Posada del Camino, afirma que lo que más están notando en el cierre perimetral de Lugo. La pandemia fue un duro golpe para un sector como el Camino, que nunca falló.
«Dos primos míos y yo tenemos un albergue cada uno, aquí el Camino es la única salida»
Los que se sumaron recientemente al negocio del Camino, están optando mayoritariamente por abrir solo con alojamiento, sin hostelería. Javier Rodríguez, de la Casa Cruz, es uno de los que tienen ambas y gracias a ello pudo pasar mejor el año de la pandemia. Empezó a regentar el albergue-cafetería en el 2014, aunque ya lleva unos años pertenece a los negocios posteriores al mayor auge del Camino. «En Portomarín es la única salida», declara.
Destaca la colaboración de una gran parte de los albergues recientes porque se traspasan caminantes entre ellos cuando ya no hay sitio —sobre todo el año pasado con las limitaciones de aforo— y también porque tiene dos primos con un negocio de alojamiento cada uno. «El Camino aquí es negocio familiar, de alguna manera u otra todos estamos metidos en algún local de este tipo», explica. La ruta jacobea no es solo economía para los oriundos de Portomarín, como Javi, que cuenta que siempre que coge vacaciones hace el Camino durante unos días: «Así cuando vuelves al trabajo sabes por lo que están pasando».
Mucho más nueva es la Casa San Nicolás, que abrió en julio del año pasado, en la que tuvieron que compaginar el negocio con su trabajo, pero que salvaron con un 50% de ocupación de verano hasta diciembre. Manuel Vega regenta el hotel junto con su hijo como negocio familiar, aunque también es fontanero. También se decidieron a dar el paso porque es lo que «más oportunidades y rentabilidad da en Portomarín». San Nicolás tiene ocho habitaciones con 18 plazas, es un albergue automático y está en una pequeña casa en la calle principal del pueblo. Todo lo necesario para poder competir en condiciones.
La Posada del Camino, en la esquina de la plaza central de Portomarín tiene una experiencia muy distinta. También es negocio familiar, pero abierto desde el 1999 como pensión y cafetería. Vivió en primera persona el boom de los peregrinos y el aumento de la competencia por todos los bajos del pueblo. «Nós sacámoslle máis rendibilidade á cafetería que á pensión porque agora todo vai por redes sociais, que é o que máis utilizan os novos negocios e nós non o fomentamos tanto para o aloxamento», explica.