El terremoto de 5,1 que obligó a revisar el riesgo sísmico de Galicia, cumple 20 años

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO / LA VOZ

SARRIA

Óscar Cela

En la madrugada del 22 de mayo de 1997 miles de lucenses durmieron en coches y al sereno

22 may 2017 . Actualizado a las 16:58 h.

Veinte años después de un terremoto de magnitud 5,1 en la escala de Ritcher, el mayor registrado hasta el momento en Noroeste de España y con epicentro en el triángulo Becerreá-Sarria-Triacastela, los habitantes de esta zona que vivieron la sacudida, no han conseguido olvidar aquellos días. Siguen muy presentes en la memoria colectiva. El 22 de mayo del año 1997 hubo un movimiento que sacó de sus casas a las 23.50 horas a prácticamente todos los habitantes de la montaña y de otras zonas de la provincia de Lugo, que llegó acompañado de 400 réplicas, 81 de ellas superiores a magnitud 2. Bastantes personas no durmieron esa noche, algunas pudieron conciliar el sueño en coches y otras muchas no volvieron a sus cama hasta semanas después.

Cajas de camiones con colchones, tiendas de campaña y caravanas sirvieron de refugio a los habitantes de A Montaña que no se sentían seguros en sus viviendas por temor a una sacudida más fuerte con consecuencias impredecibles en aquellos momentos. Los daños causados por el terremoto no fueron irreparables. Años más tarde, en 2011, otro terremoto de la misma magnitud, con epicentro en Lorca, Murcia, causó nueve víctimas mortales.

Cayó el campanario de una iglesia en Baralla; se desplomó la pared de una vivienda en Guilfrei (Becerreá), en pleno epicentro; numerosas viviendas registraron grietas y hubo desprendimientos de cascotes en muchísimos edificios. En Sarria falleció una persona de un infarto, posiblemente como consecuencia del estrés vivido durante la noche que pasó en el interior de su vehículo. 

Ansiolíticos y procesiones

Los centros de salud durante los meses siguientes registraron numerosas consultas de pacientes a los que les recetaron ansiolíticos. Junto a la medicina convivieron otras prácticas. En Sarria 400 devotos recuperaron una procesión que había caído en el olvido diez años antes, la del Sagrado Corazón, para pedir que cesaran los seísmos y las tormentas.

Al temblor del 22 de mayo de 1997, el mayor registrado en el Noroeste de la Península Ibéricas desde los de magnitud similar de febrero de 1961 en Zamora, lo precedieron otros dos, en 1995, el 29 de noviembre y el 24 de diciembre, ambos de magnitud 4,6, con sus correspondientes réplicas.

A la vista de lo que estaba ocurriendo los expertos anunciaron que Galicia volvería a temblar y que los lucenses iban a tener que aprender a convivir con los terremotos. Este mensaje lo transmitieron, al día siguiente de la sacudida más fuerte, los catedráticos de Geofísica de la Universidad de A Coruña, Juan Vidal Romaní y de Geodinámica de Oviedo, Javier Álvarez Pulgara. Ninguno de los dos descartó la posibilidad de nuevos movimientos telúricos, incluso de mayor magnitud que el de la serie inaugurada el 22 de mayo de 1997. Advirtieron que las construcciones gallegas estaban preparadas para aguantar sacudidas que superaran los 5.5 de magnitud. Pese a ello durante el bum de la construcción empezaron a ofrecer a sus clientes edificios antisísmicos.

Cuarenta estaciones sísmicas

¿Para qué sirvió el terremoto de hace 20 años? El Instituto Geográfico Nacional anunció por aquellas fechas que, el que definieron como mayor movimiento telúrico de los últimos 250 años, la colocación de 40 estaciones sísmicas en Galicia, especialmente bordeando el epicentro y la revisión del mapa de riesgos.

Los datos obtenidos por estas nuevas estaciones sísmicas tenían previsto enviarlos a un buque oceanográfico estadounidense, que se iba a situar en aguas del Atlántico.