Luis Miguel Flórez continúa vendiendo en la capital chairega martes y viernes
27 jun 2024 . Actualizado a las 19:42 h.Solo una mascarilla separa la actual imagen de Luis Miguel Flórez de la que podía tener hace año y medio o dos años. Es de Lugo, y mantiene con Vilalba una relación profesional desde hace tanto tiempo que, dice, los clientes de su pescadería son casi parte de su familia. Alrededor de su puesto, en cambio, no hay ningún cambio: lleva tiempo como único vendedor de unas instalaciones que el Concello reformó, hace seis años, con una inversión de unos 200.000 euros y en la que el deterioro ya empieza a notarse.
Ni siquiera la pandemia ha restado sus ganas de acudir a Vilalba, adonde solo dejó de ir unas pocas semanas el año pasado. Anteayer, por ejemplo, estaba al pie del cañón, como los martes y los viernes, despachando la mercancía que compra casi totalmente en el puerto de Burela y atendiendo ya encargos para el viernes. En el mostrador había salmón, congrio, rape y chipirón, entre otros productos, aunque el mal tiempo de estos días redujo la oferta: «Falta el pescado menudo, porque el mal tiempo de estos días impide salir a faenar a la flota de bajura», decía.
Flórez tiene su propia banda sonora. A veces canta Resistiré, conocida canción del Dúo Dinámico, aunque él puede decir, con razón, que se adelantó a quienes la convirtieron en himno de la lucha contra el covid-19. Pero aunque no entone la canción y deje que la radio ponga la música, está claro cuál es su ánimo: «Resistir y resistir. No hay vuelta, a no ser que me den la jubilación», comenta con buen humor.
Aún le quedan años de actividad. Por lo que parece, al menos a corto plazo serán, como ahora, años de soledad, porque los vendedores que había cuando la plaza de abastos pasó de la planta baja al sótano -unos, como él, ya veteranos, y otros, nuevos- fueron abandonando sus puestos. Él no solo continúa vendiendo, sino que incluso reconoce que su actividad no es la más castigada por el coronavirus.
«Estoy teniendo una buena temporada; vengo aquí y estoy todo el tiempo trabajando», afirma Luis Miguel Flórez. Por un lado, admite que la gente quizá gasta un poco más en alimentación porque ha rebajado sus gastos en restaurantes, afectados por restricciones a su actividad. Por otro, explica que su trabajo en Vilalba ya empieza en realidad la víspera de cada día que acude, puesto que es normal que clientes habituales lo llamen o le manden wasaps para hacer encargos: alrededor de la tercera parte de las ventas se realizan así ahora, subraya.
Los días que Flórez tiene reservados para Vilalba son los de mercado en la capital chairega. Entre los martes y los viernes suele haber diferencia, porque, dice, los primeros se hace compra para días laborables, y los segundos, ya con la vista puesta en el fin de semana y con ganas de preparar cosas un poco especiales. Flórez, sin pensar en compras sino más bien en ventas, echa una mirada al entorno, como añorando los tiempos en que había más vendedores. Su voluntad de resistir parece firme.