
Conserva en Vilalba, con su hija, una actividad que ya estaba presente en generaciones anteriores de su familia
02 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.La confección del lino tuvo una gran importancia en Galicia y los telares que aún quedan en algunas viviendas del rural son una prueba de esta tradición que se conserva gracias a artesanas como Lourdes Otero. Esta vilalbesa, que lleva 12 años dedicándose al tejido de esta fibra natural, se introdujo en el sector a través de su labor en la Asociación de Mujeres Rurales de San Bartolomeu de Insua (Vilalba), que lleva años evitando que una actividad con décadas de tradición caiga en el olvido.
Lourdes se formó en el Centro de Artesanía y Diseño, aunque la memoria textil ya estaba muy presente en su familia, pues su abuela había sido hilandera. Tras poner en marcha su taller, recibió el amparo de Artesanía de Galicia y fundó Fusaiola, un proyecto que actualmente comparte con su hija Miriam, a la que le contagió el amor por el trabajo de esta fibra textil.
La calidad de la materia prima es fundamental en el trabajo del lino; por ello, en Fusaiola emplean una fibra que proviene del norte de Europa. El proceso, al que Lourdes se refiere como un trabajo «moi laborioso», comienza con el diseño de la pieza. A continuación, tienen que hacer la urdimbre, que es el conjunto de hilos colocados de forma vertical sobre el telar, calcular el largo y el ancho del producto y endeñar, que es «como se lle chamaba antes ao enfiado do tear». Después, deciden qué dibujo emplear, meten los hilos y tensan la urdimbre para poder comenzar a tejer.
Calidad
Este arduo proceso asegura la calidad de las piezas, que es uno de los atractivos de este tipo de producción y su exclusividad, ya que cada creación es «única e pode durarche toda a vida», destaca.
Los cojines, los mantelos para el traje tradicional y los chales son los productos más demandados. En todas sus creaciones esta tejedora mantiene la tradición, pero también buscan diseño moderno que las adapte a la actualidad. Aunque reconoce que «cada peza leva unha parte do meu corazón», Lourdes le tiene especial cariño a una colcha que diseñó para el cantante Davide Salvado y que decoró el escenario del músico durante varios de sus conciertos. La creación de tres metros de largo es la pieza más grande que confeccionó hasta el momento y supuso más de dos meses de intenso trabajo aunque reconoce que «levaba aínda máis tempo».
Elaboración manual
La elaboración completamente manual, en la que cada fase tiene su complejidad, varía en función de la creación y del tamaño. El urdido, es decir, la colocación de los hilos en el telar de manera vertical, puede prolongarse durante toda una mañana, mientras que endeñar «pode levar un día enteiro», cuenta.
La pandemia, como a muchos otros profesionales, la obligó a parar su actividad, aunque actualmente vuelve a acudir a alguna feria de artesanía y retoma sus cursos, pues la docencia también forma parte de la trayectoria de esta maestra artesana.
A través de las demostraciones y de los talleres que imparte pretende «transmitir o coñecemento ás novas xeracións xa que é unha actividade que non debera matar o industrial». La dedicación en su labor es tal que consigue contagiar a aquellos que la ven trabajar que salen «con ganas de aprender máis e incluso con intención de mercar un tear».
Competencia industrial
Su hija es el claro ejemplo de que se puede producir el relevo generacional en la profesión, por lo que confía en el futuro de la actividad. Afirma que «sobrevivir» como artesana no es fácil, en especial en el sector textil en el que «a competencia industrial é moi forte».
Por ello, intenta mantener sus precios lo más ajustados posible para que la gente pueda acceder a los productos, ya que defiende que «a artesanía debería chegar a todo mundo para que se valore e se conserve». Lamenta que la elaboración a mano se trate «coma unha industria máis cando non é non así» y denuncia una falta de apoyo institucional a los profesionales que «somos os que mantemos a etnografía, os costumes e a cultura».
Como presidenta de la Asociación de Mujeres Rurales de San Bartolomeu de Insua está centrada en preparar la decimotercera edición de la Tasca do Liño, que se celebrará el 30 de octubre y en la que enseñarán «como se saca a fibra da planta», junto a otras actividades que pretenden conservar la memoria histórica y dar a conocer «a vida dos nosos pobos».
Y es que, tanto a través de la asociación como mediante su labor como artesana, Lourdes reconoce que, a pesar de las dificultades, «o traballo merece a pena xa que mantés viva a tradición».