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El mito alemán de la igualdad de género

Patricia Baelo. Berlín

MERCADOS

Alemania está a la cola en número de mujeres directivas, debido a la brecha salarial y a una sociedad conservadora. Las mujeres germanas ganan un 22 % menos que los hombres en el mismo puesto de trabajo

15 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La semana pasada la revista semanal Spiegel publicaba a bombo y platillo: «Microsoft Alemania coloca a una mujer a la cabeza». Pero, ¿acaso es noticia? Por desgracia en un país donde la igualdad de género no es más que un mito, sí. La sociedad alemana, profundamente conservadora, entorpece el acceso de la mujer al mercado laboral, al reclamarla en el hogar como único garante de la estabilidad familiar. Ello se deja notar especialmente en los puestos más altos del escalafón empresarial.

Es cierto que Bild, el diario más leído de Europa, acaba de dar un paso revolucionario, al elegir a la primera directora de su historia. Pero, en Alemania el porcentaje de mujeres que ocupan puestos directivos apenas se sitúa en el 29 %, incluso por detrás de España y de la UE, con el 30 % y el 33 %, respectivamente. El primer país de la lista es Letonia, donde en el 2012 el 45 % de los directivos eran féminas, según la Oficina de Estadística de la UE.

Tras años de reticencias, el pasado 6 de marzo, el Parlamento germano aprobó una ley que obliga a las cien primeras empresas del DAX (índice bursátil alemán) a colocar al menos un 30 % de mujeres en sus consejos de supervisión. La ley de cuota mínima, calificada por la plana política de «histórica», establece además que otras 3.500 medianas empresas del sector público y privado deberán aumentar el número de mujeres en las juntas directivas hasta el 2016. La ministra de Familia, Manuela Schwesig, insistió entonces en que la cuota provocaría «la transformación cultural que la sociedad necesita».

Sin embargo, las cifras hablan por sí solas. Según el Instituto Alemán de Investigaciones Económicas (DIW), 28 de las 30 empresas que cotizan en Bolsa tienen a mujeres en sus consejos de supervisión. En cambio, solo 13 de ellas las han integrado en su junta directiva. 16 mujeres de un total de 190 miembros. En la presidencia, la tendencia es aún más clara: 30 empresas, 30 hombres, ninguna mujer.

«En nuestra empresa son necesarios al menos 10-15 años para llegar a la cúpula directiva. Un tiempo de formación que debemos invertir también con las mujeres», explicaba Wilfried Porth, miembro de la junta de Daimler, durante un simposio organizado la semana pasada. Porth aseguraba que la cuota mínima supone un reto para Daimler, donde solo el 17 % de los empleados son mujeres, «quitando las embarazadas, que no computan».

La realidad es que, aunque el sistema alemán permite a las mujeres cogerse 12 meses de baja (o 14 si los reparten con los hombres), se da por hecho que muchas no volverán a trabajar después de tener hijos. Y, de hacerlo, será en jornada reducida. En el 2012 solo el 32 % de las alemanas con niños menores de 3 años trabajaban, frente al 80 % de los hombres. Es más, hoy día el 45 % de las mujeres ha solicitado jornada reducida.

Ello se debe a la enorme diferencia salarial que existe entre ambos géneros. Alemania, donde las mujeres ganan un 22 % menos que los hombres, ocupa el puesto número 24 en la lista de Eurostat, en la que solo cuatro países (Austria, Estonia, República Checa y Eslovaquia) quedan peor parados. La brecha salarial en Europa se sitúa en torno al 16 %, y en España en el 18 %.

Pero el componente cultural es decisivo. Colette Rückert-Hennen, miembro de la cúpula de SolarWorld, apuntaba: «Como directiva una viaja constantemente, y cuando tiene que perderse los cumpleaños de sus hijos?». «Las empresas tenemos que tener claro que los niños no son cosa de la mujer sino de la familia, e incorporar una política corporativa afín a ello, como por ejemplo en Suecia», respondía otra mujer, Vera Gäde-Butzlaff, de Gasag.

«Los esfuerzos realizados hasta la fecha no bastan», denunciaba Elke Host, directora de Estudios de Género del DIW. Todos coinciden en que la cuota mínima ha ayudado a impulsar a las mujeres en el ámbito laboral, donde falta convencimiento y motivación, pero no basta. El problema es que Alemania, un país con el 51 % de población femenina, ha empezado muy tarde a buscar la igualdad.