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Almacenes La Villa de París

MERCADOS

La Villa de París era un clásico del comercio vigués. Cuando una muchedumbre jubilosa inundó la Porta do Sol para celebrar la llegada de la Segunda República, el establecimiento ya superaba las tres décadas de vida.

10 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Don Néstor y doña Clotilde, antes de que emprendieran la aventura americana, habían asistido a su inauguración. Conocían también al propietario: Teodoro Gómez Curieses, vallisoletano de Villalón de Campos, dependiente en sus inicios y principal comerciante de tejidos en Vigo al amanecer el siglo XX.

Don Néstor evoca la apertura del establecimiento el 11 de abril de 1897. Y recuerda también, porque dio que hablar en aquellos días, cómo a los cinco meses del estreno sufrió Teodoro Gómez el primer timo. Una señora de porte elegante se llevó de la tienda varias prendas, con el pretexto de mostrárselas a su marido y el beneplácito del comerciante, sin haber abonado la correspondiente factura. Concretamente, una falda bajera de seda, tres varas y media de puntilla fina, un corsé de niña, varias piezas de franela y otros géneros, por valor de 63 pesetas.

Acudió el comerciante al cuartelillo de la Guardia Civil a denunciar el desfalco y allí encontró punto de consuelo: su quebranto era menor comparado con el experimentado por dos de sus colegas del comercio. Y es que, antes de La Villa de París, la embaucadora había visitado la joyería de Julio Beiner, en Policarpo Sanz, y la sastrería de Nicolás Fernández, en la calle del Príncipe. De la primera se llevó, utilizando idéntico método, alhajas valoradas en 3.300 pesetas: dos pares de pendientes de oro con perlas y brillantes, y una botonadura de oro con esmeraldas y diamantes. La susodicha había adquirido días antes, y de ahí la candidez del joyero, algunas piezas que pagó religiosamente. De la sastrería afanó un traje y una capa, valorados en 130 pesetas.

Perpetrada la triple estafa, la mujer se reunió con su compañero de fatigas, Ramón Palacios -soriano, jugador de oficio-, y en un carro tirado por dos caballos salieron de la ciudad. Fueron apresados días después en A Estrada. El carro estaba repleto de cajones y baúles, y estos, atiborrados de trajes nuevos, faldas, cajas de medias, corsés e infinidad de otras prendas textiles.

LA MUERTE DE TEODORO

Pablo Palacios Curieses, que recibe a don Néstor y a doña Clotilde en La Villa de París, no recuerda aquel incidente menor. Solo era un niño entonces. Pero sí puede facilitar noticia de Teodoro Gómez Curieses, su tío, el más destacado comerciante vigués de productos textiles desde los últimos compases del siglo XIX. Teodoro había fallecido el 15 de febrero de 1923, en San Sebastián, donde fue sometido a una delicada operación quirúrgica. Su cadáver llegó a Vigo días después, en el tren correo, y fue sepultado en el cementerio de Pereiró. Su hermano Prisciliano heredó los dos establecimientos más longevos de cuantos había fundado: La Villa de París y Las Tres BBB. Se constituyó una nueva sociedad, Sucesores de Teodoro Gómez, en la que Pablo Palacios ocupa la gerencia.

Tampoco se olvidó el finado de su villa natal, Villalón de Campos, de donde partió, todavía adolescente, hacia Vigo. Dispuso en su testamento que, a la muerte de sus hermanas Paula y Cristina, se constituyera en la villa vallisoletana una fundación con su nombre para construir y gestionar una escuela de primera enseñanza. Y así se hizo mucho tiempo después, ya en pleno franquismo.

Peldaño a peldaño, inició el inmigrante vallisoletano su ascensión a la cima del comercio vigués. De dependiente, a socio de la firma Gómez y Muñoz. Disuelta esta sociedad en octubre de 1893, Teodoro se hace cargo del activo y del pasivo, y empieza a volar en solitario. Funda La Villa de París y el prestigio del comercio se multiplica cuando se traslada, en 1897, a los bajos del edificio proyectado por el arquitecto Jenaro de la Fuente en la Porta do Sol. Poco después de su inauguración dice la prensa que el establecimiento, con un amplio surtido de artículos textiles y para la decoración del hogar, «goza de popularidad internacional» y «dispone de las últimas tendencias de la moda, para conocimiento de turistas y viajeros [...] asiduos de la ciudad».

EXPANSIÓN COMERCIAL

Al prestigio siguió la expansión. Teodoro abre nuevos comercios. Alguno ubicado también en la Porta do Sol, como la Maison de Blanc, especializado en ropa blanca. Otro, Las Tres BBB, en los aledaños de la plaza. Y una surcusal en el balneario de Mondariz que había puesto en marcha su amigo Enrique Peinador. «Dio el salto -recuerda Vida Gallega en nota necrológica- de la tienda antigua al moderno establecimiento de modas. Lo hizo elevándose desde la humilde condición de dependiente hasta la de jefe y propietario de varios almacenes, todos de importancia».

Teodoro Gómez prospera. Adquiere uno de los primeros automóviles matriculados en la provincia de Pontevedra y tal vez el primero que atropella mortalmente a un peatón. Sucedió en agosto de 1906.El comerciante y otros acompañantes viajaban en el lujoso vehículo para asistir en A Coruña a una corrida de toros. A la altura de Rande, el automóvil arrolló a Domingo Lago Garrido, de sesenta años de edad, que cruzó de improviso la carretera sin oír la bocina del coche. La víctima falleció tres horas después en Redondela, el chauffer del empresario fue detenido y el juzgado incautó preventivamente el automóvil.

Durante las primeras décadas del siglo, Teodoro viaja constantemente por España y otros países europeos. Poco antes del accidente de Rande, acababa de regresar de un periplo de dos meses por París, Cataluña y Madrid. Sus viajes aparecen reflejados frecuentemente en los periódicos, como este de 1912: «Ha salido para Francia, Alemania e Inglaterra, a recorrer las ciudades fabriles de estas naciones y finalizar las compras para la próxima temporada, el inteligente propietario de los grandes almacenes de La Villa de París y Maison de Blanc». Teodoro Gómez Curieses se proponía estar siempre a la última en cuestiones de modas.