
San Juan Aislamientos y Embalajes se adaptó a las nuevas exigencias del mercado; el propietario construye ahora un área comercial
07 ene 2018 . Actualizado a las 04:57 h.El liderazgo del aislamiento puede sonar a juego de palabras fácil, aunque a medias: durante años, las empresas de la Costa da Morte estuvieron penalizadas por las malas comunicaciones con el resto del país, imposibilitando o dificultando su desarrollo. Ya no, aunque queda margen de mejora. Claro que algunos empresarios se crecen ante los retos y alcanzan puestos destacados en el mercado gallego.
En el año 1997, justo cuando se implantaba el peaje en la autopista Carballo-A Coruña, nacía San Juan Aislamientos y Embalajes, una apuesta de José Antonio Alonso y otros tres socios, que edificaron en Bértoa, Carballo, curiosamente a unos metros del peaje.
Tras muchos años de trabajo por el mundo, sobre todo como taxista, y «de fixarse moito nas cousas», lo que empezó como una empresa pequeña es hoy líder gallega en el sector de los aislamientos en la construcción y se abre poco a poco a otras líneas de trabajo, operando con poliestireno expandido, un revestimiento o plástico espumado. Sus naves ocupan 12.000 metros cuadrados, emplea a unas veinte personas y, como proyectos próximos, espera ampliar sus instalaciones para su área de reciclaje. Entre unas y otras actividades, la facturación supera los 8 millones de euros al año, explica Alonso, hoy accionista único de la firma.
La diversificación y especialización ha sido clave desde el primer momento. El bum de la construcción ayudó en su despegue, y con la crisis tampoco le fue mal, porque las rehabilitaciones han sido otro foco importante de ventas. Los nuevos estándares de eficiencia energética, que obligan a unos aislamientos de calidad, también ayudan a que la actividad productiva no decaiga.
Al mismo tiempo, la producción de cajas de pescado (también embalajes para muebles, decoración...) es otra de sus líneas básicas, además del reciclaje de envases, que incluye su recogida, valorización y producto final. «Fomos buscando novos mercados, novos clientes e novos produtos», señala Alonso, adaptándose a los tiempos, y modernizando unas instalaciones que, por el producto que se maneja, requieren de mucho volumen de espacio. «Digamos que consolidamos o que temos e mantémonos. Cambiaron as cousas, pero seguimos aí», resume.
tiendas y aparcamientos
No tiene que ver con la fábrica, pero también es un proyecto arriesgado, y sobre todo de interés por invertir en su pueblo: en pocas semanas estará terminada la construcción de una futura área comercial en el centro de Carballo.
El edificio, levantado en un solar de 3.000 metros, al lado de la Vázquez de Parga -histórica vía transversal de la localidad- y del Concello, tiene dos sótanos para aparcamientos, una planta baja para una tienda de gran tamaño (o varias), y una planta superior para locales comerciales. También incluye una plaza interior de unos 1.600 metros cuadrados. Algunos locales deberían tener actividad ya este año, pero es algo que de momento no preocupa a su promotor, que prefiere que el edificio esté terminado y después ya se irá viendo. En todo caso, será un elemento dinamizador del centro urbano, que podría funcionar como locomotora comercial.