Un día saca adelante los presupuestos y al otro lo sacan a él. Ya empiezo a entender a la jueza pitonisa. A lo mejor, en lugar de expedientarla por pluriempleada, tendrían que ascenderla por lúcida. A Monedero, por echarle las cartas, las de los intelectuales marxistas, a Chávez, la Complutense solo lo suspendió por seis meses. Y fíjense, ahí está. ¿Qué será más grave, hacer caja ayudando a hundir Venezuela, o aspirar a solucionar los males de amores de una lucense despechada? El Poder Judicial debería pedirle consejo a la Universidad Complutense.
Entenderán que si este país se lo contamos con detalle a alguien, no nos cree. Pena que no esté García Márquez para preguntarle sobre el realismo mágico español. Colombia da para mucho, pero España no se queda lejos. Tampoco parecía creíble que Sánchez nos sorprendiera con un Gobierno de apariencia seria y solvente, pero así ha sido. Su equipo ministerial no alcanza la brillantez de los primeros ejecutivos de González, pero aparenta superior a los que nos presentó Zapatero. No es mal comienzo, no. Y en este sentido, no puedo dejar de aplaudir una de sus primeras medidas: la certidumbre. España, si algo necesita, son pasos seguros. Somos un cuerpo traumático, ya fuera de la uci, aparentemente dado de alta, haciendo vida normal, pero mentalmente tocado por diez años de convalecencia. Ningún gobernante puede olvidar esto. Por ello, me ha alegrado que Nadia Calviño sea ministra de Economía. Conoce perfectamente el marco y los mercados, difícil que dé pasos equivocados.
No tengo la misma esperanza con María Jesús Montero, ministra de Hacienda. Mentalmente me cuesta, y bastante, ver a un médico dirigiendo la política fiscal de España. El país necesita reformas de calado, que impulsen el crecimiento económico y pongan en movimiento la fuerza de nuestros capitales.
Piense lo positivo que ha hecho la izquierda en Portugal o los movimientos acertados de nuestra Facenda autonómica. Me temo que Montero será más perfil Montoro, control de gasto e incremento de recaudación. Alguno pensará que por mucha reforma tributaria que tuviera en la cabeza, con ochenta y cuatro diputados no se va a ningún lado, así que solo toca mantener el control del gasto. Correcto. Pero un ministro de Hacienda debe ser algo más que un interventor general del Estado, tiene que tener un discurso de país y entender su papel.
Magdalena Valeriana, ministra de Trabajo, es una funcionaria del cuerpo de gestión de la Seguridad Social, que lleva veinte años ejerciendo todo tipo de cargos públicos. Bueno, toca ver, aunque España, más que supervivientes, necesita personas con ideas, grandes ideas. Por ello, sí me genera mucha más simpatía el nombramiento de Pedro Duque. Necesitamos ciencia, mucha ciencia, y esa está en las universidades, la sede central del talento. Lo que no tenemos es el hilo conductor entre el conocimiento y el mundo empresarial. Crearlo implica varios cambios, el primero, poner más en valor la transferencia de conocimiento que la publicación en revistas académicas; estas deberían ser un medio, hoy son el fin. El segundo, crear un sistema universitario dinámico, abierto, con movilidad geográfica y remuneración variable.
Reyes Maroto, ministra de Industria, profesora de Economía de la Carlos III y con nula experiencia en el sector industrial. La Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) valoró de forma muy positiva la creación del ministerio. Hombre, y yo también, pero con expertos. Un ministro no puede venir a aprender, quizás ella tenga tiempo para ello, pero el país desde luego que no.