Una empresa de A Lama participa en la reforma del cierre y la mejora de la fachada. Parte del granito se extrajo de una cantera ourensana
08 ene 2019 . Actualizado a las 14:05 h.Toda la plantilla de Granitos del Verdugo (Graniver), ubicada en el municipio pontevedrés de A Lama, trabajó durante meses con un único encargo: la restauración del cierre de piedra de la Biblioteca Nacional de España y la mejora de una parte de la fachada que requería una intervención inmediata. Este fue el primer operativo de esta índole al que se enfrentó con éxito esta firma familiar, con seis personas en plantilla y fundada en el 2003 por Domingo Rumbo, que llevaba en esta profesión desde 1985.
El portavoz de la empresa, Óscar Rumbo, explica que todo comenzó por casualidad. Besana, una de las empresas encargadas de restaurar la Biblioteca Nacional, concretamente el cierre de piedra exterior que también protege el Museo Arqueológico Nacional, tiene entre sus responsables a un antiguo compañero de promoción de Rumbo. «Un día me llamó para saber si conocía una clase de granito que se llama alpedrete y, hablando, pues me dijo que le pasásemos presupuesto para esta obra. Al final, la hicimos», relata Óscar.
La propuesta de los pontevedreses gustó en Madrid y hasta la capital de España se desplazó de forma permanente mientras duraron los trabajos un tío de Óscar, Ángel Rumbo, cantero profesional de la Escola de Poio. Él se ocupó de supervisar todo el operativo de reforma del muro, que se encontraba en mal estado y desencajado.
El producto que se había utilizado para el encintado cuando se construyó el recinto era parecido al azufre y, con el paso del tiempo, acabó dañando las piezas, disgregando las juntas y debilitando la estabilidad del vallado forjado. La solución técnica más viable para retener el aspecto tradicional del muro y a la vez subsanar el defecto consistió en labrar unas piezas de piedra que se colocasen en los tramos de las uniones dañadas. Hubo, pues, que acometer la confección de un total de 307 piezas para poder devolver al muro su estructura original.
La piedra se tuvo que traer a Galicia desde la localidad extremeña de Quintana de la Serena, porque las canteras de alpedrete están clausuradas. En A Lama, los operarios de Graniver transformaron los bloques para ajustarlos con la moldura que se corresponde con el espacio necesario en las uniones del muro de la Biblioteca Nacional. Una vez en Madrid, Ángel Rumbo se ocupó de llevar a cabo los ajustes, de forma artesanal, para que el moldeado de fábrica de las piezas fuese armónico con el original de cada parte del muro. Fue un trabajo que ocupó varios meses, pero que tuvo su recompensa con un resultado donde no se nota la diferencia. Graniver también realizó pilastrones para el vallado. Se trata de las piezas que sirven de base para los pilares de las verjas metálicas y que también se habían deteriorado.
De Melón a madrid
Asimismo, ya en el propio edificio de la Biblioteca Nacional de España, otra empresa, en este caso Patrimonio Inteligente, contactó con la firma de A Lama para la reposición de parte exterior de un sótano. Para imitar al aplacado primitivo, se utilizó piedra de una cantera del concello ourensano de Melón, extraído por la empresa Minera de Rocas, con base en A Cañiza.