Lo que empezó siendo un hobby acabó convirtiéndose en su medio de vida, ante su propio asombro: «Jamás pensé que acabaría dedicándome a esto», confiesa Cristina, abogada de formación. Su hermana Beatriz, arquitecta, sufrió como tantos el efecto de la crisis inmobiliaria: «Antes de terminar la carrera se la rifaban y justo al terminarla, no encontraba trabajo». Apasionada del diseño y las líneas rectas, descubrió el arte del origami (su origen es chino aunque llegó a Japón a partir de siglo VI).
«Cada vez hacía figuras más complejas -recuerda Cris-, así que le sugerimos que hiciese un blog para enseñarlas». Era 2012. Y nacía Anaquiños de Papel. La apertura de esa ventana virtual desembocó en encargos que transformaron lo que entonces solo era un pasatiempo en una oportunidad de negocio. «En el 2014 dimos el salto». Ya eran una empresa. Ourensanas afincadas en A Coruña. «Los clientes nos pedían factura, así que tuvimos que profesionalizarnos». Trabajan con escaparatistas, agencias de publicidad o wedding planners. Lo último, quinientas grullas para un decorado nupcial. Entre sus clientes figuran nombres de la talla de Loewe o Cartier pero también Inditex, que las reclaman para acciones promocionales. Además, comparten sus conocimientos en talleres dirigidos a empresas y a particulares. Tienen una colección propia de lámparas, un producto decorativo en forma de ramas de eucalipto, y un kit de origami, a la venta en su tienda online, y pronto, también en la calle.