Se ha convertido en uno de los grandes iconos de la economía contemporánea gracias a su instinto para comprar acciones
13 may 2019 . Actualizado a las 07:14 h.En agosto cumplirá 89 años. Pero mantiene el olfato intacto. Eso dicen otros. Porque lo que es él, asegura que está lento. Diga lo que diga, sigue siendo el inversor más famoso del mundo. Y el más respetado. Además del más veterano de Wall Street, la meca del capitalismo. Es Warren Buffett (Omaha, Nebraska, 1930), ¿quién si no?
Los últimos titulares -y acapara muchos- lo relacionan con Amazon. El financiero acaba de hacer público que anda comprando en bolsa acciones del gigante del comercio electrónico. Y no le han dolido prendas a la hora de admitir que ha sido «un idiota por no comprarlas antes». No es Buffet de los que se echan flores. Por eso tampoco ha tenido reparos en reconocer que la idea no ha sido suya, sino de «uno de los compañeros de la oficina que gestiona inversiones». O Todd Combs o Ted Weschler, su hombres de confianza.
La apuesta del Oráculo de Omaha, como se lo conoce en el mundo de las finanzas, por el sector tecnológico es más que decidida. Berkshire Hathaway, su famosa firma de inversiones, empezó a comprar títulos de Apple en el 2016 y ahora es su segundo mayor accionista, con una participación valorada en más de 50.000 millones de dólares (cerca de 44.700 millones de euros).
Hay inversores de éxito. De mucho éxito. Verdaderos hachas en esto de los mercados. Inversores que se las saben todas. Y luego esta Buffett, que lo lleva en la sangre. Tanto talento tiene para esto, que posee la tercera mayor fortuna del planeta, con 86.500 millones de dólares. Palabra de Forbes.
Empezó pronto. Tanto como a los 11 años. A esa edad compró sus primeras acciones. Con su hermana Doris. Tres títulos de Cities Service Preferred (CISV). Una petrolera. Y, claro está, ganó un dinerillo con ello. Ahí empezó todo. Y sigue, incombustible. Porque es lo que más le gusta del mundo comprar y vender acciones. «No puedo comprar tiempo, no puedo comprar amor, pero sí puedo hacer cualquier otra cosa con mi dinero. ¿Que por qué me levanto todos los días de la cama para ir a trabajar con entusiasmo? Porque amo lo que hago. Me divierto más que cualquier persona de mi edad». Más claro, agua.
Gran amigo de Gates -Dios los cría... y ellos se juntan- el año pasado entregó 3.400 millones de dólares a la fundación del genio de Microsoft y de su esposa Melinda, Y él mismo se ha comprometido a donar el 99 % de su fortuna para causas filantrópicas y organizaciones caritativas. En el bolsillo suele llevar unos 400 dólares. «A mi mujer le gusta usar dinero en efectivo», se justifica el multimillonario. Y una American Express que le dio el banco hace 50 años. Es de gustos sencillos el de Omaha. Acude varios días a la semana a su restaurante favorito en su ciudad natal. Siempre come lo mismo. Chuletón. My Way, escrita por Paul Anka y popularizada por Frank Sinatra es su canción favorita; El puente sobre el río Kwai, la película que más le gusta; y El inversor inteligente, de Ben Graham, su libro de cabecera. Vayan leyéndoselo.