La carrera por el piso más caro

Esperanza Balaguer NUEVA YORK / LA VOZ

MERCADOS

CARLO ALLEGRI

Millonarios locales, oligarcas rusos, príncipes saudíes y nuevos ricos chinos compiten por hacerse con las viviendas más exclusivas en Manhattan. El último en llegar, Jeff Bezos

10 ene 2020 . Actualizado a las 12:52 h.

La isla de Manhattan está en proceso de convertirse en un club de millonarios propietarios. Las grandes fortunas del país compiten con oligarcas rusos, príncipes saudíes y nuevos ricos chinos por las viviendas más exclusivas. Casi cada semana se anuncia una nueva operación. La última la ha protagonizado el fundador de Amazon, Jeff Bezos, al pagar 80 millones de dólares (71,3 millones de euros) por tres apartamentos en el 221 de la Quinta Avenida, justo donde comienza el Downtown. En total, 5.181 metros cuadrados que han supuesto el mayor desembolso hecho nunca por una propiedad por debajo de la calle 42.

Tras meses de búsqueda, el hombre más rico del mundo se ha decantado por alejarse de la llamada fila de los billonarios, situada en la calle 57, en la orilla sur de Central Park, donde las ventas superan desde hace unos años todas las marcas jamás conocidas en la ciudad. «Es un fenómeno único con una razón geopolítica. Estados Unidos es en la actualidad el único lugar del mundo donde pueden invertir su dinero con la seguridad de que lo podrán volver a recuperar», explica Carol Willis, profesora de Estudios Urbanos en la Universidad de Columbia y directora del Syscraper Museum de Nueva York.

Esta fiebre de ventas ha venido acompañada por un bum inmobiliario sin precedentes protagonizado por los llamados slender skyscrapers (rascacielos esbeltos, en español). En el 2021, la ciudad contará con una veintena de estos edificios súper altos, súper estrechos y súper lujosos solo al alcance del 1 % de la población. El otro efecto ha sido la renovación interior de edificios históricos como el Woolworth, una joya arquitectónica del neobarroco americano de 1913, donde se acaban de poner en venta 33 apartamentos.

 Lejos queda ya el período de declive de los precios de los rascacielos posterior a los atentados del 11S, así como los efectos de la crisis económica del 2008. En la actualidad, Manhattan cuenta con 352 permisos activos de nuevas viviendas y renovación por un total de 37 millones de metros cuadrados, según los datos del Departamento de Construcción de la ciudad.

Para el mercado del lujo, la luz verde se encendió en el 2014, cuando el CEO de Dell, Michael Dell, compró el primer apartamento por encima de los 100 millones de dólares (89 millones de euros) en el One57. «El top estaba en 40 millones de dólares (35,6 millones de euros), pero si ya pagaban 100 millones por un Picasso, ¿por qué no invertirlos en una casa en el cielo?», razona Willis.

 Los constructores vieron que podía haber gente dispuesta a desembolsar esas cantidades por una vista de 360 grados sobre Manhattan y reactivaron los proyectos más arriesgados. Desde entonces, todo ha sido una carrera en ascenso que todavía continúa. La cima la alcanzó el pasado mes de enero el fundador del fondo de inversiones Citadel, Ken Griffin, al pagar 238 millones de dólares (211 millones de euros) por un ático en el recién estrenado 520 Park Avenue, convirtiéndolo en la casa más cara jamas vendida en EE. UU.

A tres manzanas de allí, un multimillonario saudí inauguró en el 2015 los récords de los rascacielos esbeltos con la compra del ático del 432 Park Avenue por 95 millones de dólares (86 millones de euros). Los aledaños de Central Park son la zona más viable económicamente, pero el interés ha llegado ya al recién estrenado megaproyecto urbanístico Hudson Yards, al oeste de la isla, y al renovado Financial District.

Las inauguraciones previstas para los próximos dos años han dado las primeras señales de saturación del mercado. «Cuando esto suceda y no se construyan más, los millonarios se los subastarán entre ellos como si fueran obras de arte», pronostica Willis. Sin embargo, la operación de Bezos ha abierto un nuevo foco de interés. El del bohemio Downtown.