El plan económico que quiere que trabajes 4 días a la semana

Manuel Varela Fariña
Manuel Varela REDACCIÓN / LA VOZ

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El Green New Deal toma fuerza en EE.UU. y Reino Unido, donde quieren eliminar ya las emisiones globales de CO2 y crear miles de empleos verdes bien remunerados

09 nov 2019 . Actualizado a las 18:22 h.

El crecimiento a toda costa impulsado por Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca, uno de los mayores negacionistas del cambio climático, ha topado con dos rostros femeninos desde el polo opuesto. Una adolescente sueca, Greta Thunberg, con más confeti que mensaje pero que alcanzó las pantallas de medio mundo con su intervención en la ONU e inspiró a miles de estudiantes en todo el planeta para movilizarse contra la contaminación. La otra mujer es Alexandria Ocasio-Cortez, la congresista más joven de la historia estadounidense que, a sus 30 años, impulsa la reforma económica más ambiciosa de su país en décadas.

No es casualidad que se haya bautizado como Green New Deal (GND), recuperando el New Deal con el que Franklin Delano Roosevelt levantó a Estados Unidos de la Gran Depresión en los años treinta mediante políticas expansivas. El plan presentado junto al también demócrata Ed Markey exige que el Gobierno federal de Estados Unidos paralice el uso de combustibles fósiles y elimine las emisiones de gases invernadero antes del año 2050, además de liderar el cambio a nivel global para entonces. En el breve documento presentado por ambos, de apenas quince páginas, la idea es reducir esta contaminación entre el 40 % y el 60 % en la próxima década.

Todo esto incluye también el impulso de una extensísima red de transporte público de cero emisiones, un esfuerzo en la equidad social y la lucha contra la discriminación, mayor inversión en I+D+i y aumentar los gastos en becas, seguros de cobertura médica y jubilación. También mejorar la calidad del aire, la comida y el agua potable. Además, prevé garantizar altos salarios en puestos de trabajo relacionados con industrias limpias.

Ocasio-Cortez propone «una movilización» hasta el 2030 para reducir las emisiones de carbono, que se conseguiría financiando el 100 % de la energía renovable, digitalizar toda la red eléctrica estadounidense, modernizar todos los hogares para ser más sostenibles y revisar el sistema de transporte nacional invirtiendo en vehículos eléctricos y trenes de alta velocidad.

La congresista estadounidense Ocasio-Cortez
La congresista estadounidense Ocasio-Cortez GARY HE

El concepto del GND no es nuevo. Ni siquiera lo es su nombre. El tres veces ganador del premio Pulitzer Thomas L. Friedman publicó en el 2007 una columna en el New York Times demandando «la creación de un Green New Deal». Según el autor de La Tierra es plana, ese es el nombre adecuado para el movimiento, recordando que el New Deal «no se construyó con una varita mágica, sino a través de una gigantesca variedad de programas y proyectos industriales que revitalizaron América».

El propio Barack Obama recogió algunas de las conclusiones del economista en su programa del 2008, con el que ganó sus primeras elecciones. Y lo mismo hizo ocho años después Bernie Sanders en su carrera por liderar a los demócratas frente a Hillary Clinton. Incluso en las Naciones Unidas se abogó en el 2009 por la creación de un Green New Deal a nivel global.

Algunas de las propuestas más interesantes llegan desde el Reino Unido, principalmente a través de think tanks relacionados con el Partido Laborista. En el 2007, el economista Richard Murphy impulsó el informe Green New Deal Group, donde ya se demandaba la creación de miles de empleos en puestos de trabajos verdes o la mejora de la eficiencia energética de los edificios.

El programa de los laboristas los próximos años girará en torno al GND tras el congreso celebrado a finales de septiembre. Según su plan, el objetivo es crear «empleos verdes lo más rápido posible», acelerar la introducción del vehículo eléctrico y adelantar la eliminación de emisiones de carbono al 2030. Ese año, el movimiento interno del Partido Laborista que impulsó la reforma prevé que los trabajadores pasen a trabajar cuatro días a la semana.

Menos desplazamientos

El think tank New Economics Foundation, laboratorio de ideas -como esta- de los laboristas, defiende la reducción de la jornada a cuatro días o a 32 horas semanales, con mantenimiento de paga, como parte central de la reforma. «Lo más urgente es cerrar oficinas y recortar el número de personas desplazándose en coche por motivos laborales, lo que permitiría rebajar el uso de energía consumida en el trabajo, las emisiones de carbono y una larga variedad de gases contaminantes relacionados con la conducción», defiende el analista Aidan Harper.

Corbyn desveló su programa de reformas en un concurrido acto en el centro de Arte de Battersea
Corbyn desveló su programa de reformas en un concurrido acto en el centro de Arte de Battersea Henry Nicholls | Reuters

«Una semana de cuatro días, combinada con otras políticas que desincentivan las actividades intensivas en carbono, podría ayudar a cambiar nuestra sociedad hacia una con comportamientos más sostenibles», continúa el economista, que expone el uso que hace la gente de su tiempo cuando no trabaja, como ir en bicicleta o hacer la comida en vez de comprar productos precocinados. «Avanzar hacia una semana laboral más corta debería contribuir a evolucionar de una cultura de consumo materialista hacia una en la que participar de actividades relacionadas con el crecimiento personal y la conexión comunitaria», abunda Harper.

Un informe publicado junto a la investigadora Alice Martin subraya que el 30 % de los puestos de trabajo actuales desaparecerán por la revolución tecnológica en diez años. Los autores defienden que, en vez de «dejarse arrastrar por la precariedad y las desigualdades que ello supondría», se encare el problema reduciendo las jornadas laborales y aprovechando el aumento de los beneficios que traerá consigo la implementación de la automatización.

 Cómo financiarlo

La revolución económica y social que plantean los demócratas en EE. UU. ha sido cuestionada desde varios sectores, donde predomina la duda de cómo financiar el GND. El más exagerado hasta la fecha ha sido el presidente Trump, que estima un gasto de «100 trillones de dólares» (en español serían billones) en los próximos treinta años. Varios senadores republicanos rebajaron la cifra a 93 trillones. El economista Robert Pollin, de la Universidad de Massachusetts, estima que es posible alcanzar las emisiones cero en el 2050 invirtiendo un 2 % del PIB estadounidense cada año, lo que equivaldría a unos 18 trillones de dólares. «Vamos a liderar la transición de este país al futuro y no nos dejaremos arrastrar por nuestro pasado», anunció Ocasio-Cortez para sacudirse las críticas.

Un informe de las Naciones Unidas publicado el año pasado intensificó los riesgos del calentamiento global y estimó que la economía estadounidense perdería miles de millones de dólares a finales de siglo debido al cambio climático. El senador Ed Markey calculó que el impacto sería de un 10 % en el PIB nacional para entonces. Solo el año pasado, Estados Unidos incrementó sus emisiones de CO2 en un 3,4 %.

Los laboristas proponen en el Reino Unido que el coste de la descarbonización corra a cargo de «los más ricos y no de los más pobres» mediante impuestos progresivos. Insisten en que su GND supondrá la generación de miles de empleos bien remunerados y cualificados en energías renovables y en la cadena de suministro.