
«Gordas y mayores, ¿quién nos iba a querer contratar?». La gracia y la garra con la que Curru Barreiro explica cómo ella y su hermana Carmen se decidieron a abrir un comercio ante las dificultades del mercado laboral cuando quedaron sin trabajo, pese a que ellas llevaban toda una vida detrás de los mostradores de Santiago, dan idea del tesón de estas emprendedoras que no dudaron, por dos veces, en navegar contracorriente. La primera, hace siete años, cuando inauguraron la tienda de ropa Cousalinda en O Milladoiro. Y la segunda, ahora, cuando en plena pandemia reabrieron en el casco antiguo de Compostela, con sus clientes confinados y los peregrinos alejados del Camino. No se arrepintieron, pese a que ni siquiera imaginasen, cuando encontraron el bajo, que la relación con sus clientes se retomaría rodeadas de mascarillas y geles desinfectantes. Por ahora, las cosas no les van mal. «Yo estoy en modo zen, animada -dice Curru-. Confío en el boca a boca; la gente nos conoce, entra y compra algo. ¡Y en unos días empezarán a llegar los turistas!».