Además de mantener el negocio, las empresas deben dedicarse a la innovación disruptiva. Lo explica este economista de origen gallego afincado en Japón en su libro «Viaje al futuro de la empresa»
18 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Jorge Calvo explica con un sencillo ejemplo el problema del despegue de la cuarta revolución industrial en Europa: «Hay grandes especialistas en crear martillos, pero muy pocos ejecutivos que sepan utilizarlos». Este economista experto en Inteligencia Artificial, catalán con raíces gallegas —su padre era de Lalín y su madre de Monterroso— es vicedecano en la escuela de negocios Globis de Tokio, la mayor de Japón. También es profesor en la escuela ESADE de Barcelona y asesora a ejecutivos de alto nivel en Japón y Europa, y a emprendedores en Silicon Valley sobre el liderazgo digital y nuevas empresas, un tema que domina y del que trata su último libro Viaje al futuro de la empresa, editado por Libros de Cabecera.
—¿Cómo se divide el mundo en la Cuarta Revolución Industrial?
—Hay tres regiones diferenciadas: Estados Unidos, donde hay una preparación muy potente y son amantes del riesgo; Asia, que es el centro gravitacional de la economía mundial; y Europa, donde hay muchas dificultades para dejar atrás el modelo tradicional; hay una preparación muy técnica pero poca formación sobre cómo usar la Inteligencia Artificial para la innovación y la emprendeduría.
—¿Cuál es el papel de Japón?
—Este país ha estado en crecimiento plano unos 20 años, ahora ha sido superado por China y ocupa el tercer lugar, seguida de Alemania e India. Se está produciendo la ruta de la seda a la inversa: Asia tiene mucho potencial de crecimiento. Japón es líder en tecnología pero su cultura es muy modesta, no promociona sus logros. De las 25 compañías con mayor número de patentes de uso en Inteligencia Artificial, la mitad son japonesas.
—¿Cómo está siendo la transformación de ese tejido empresarial en España?
—Salvo honrosas excepciones, España aún se está adaptando a la tercera revolución industrial, la de digitalización de procesos, cuando otra parte del mundo está ya en la cuarta e incluso otros están ya inventando la quinta.
— Hábleme de esas excepciones.
—Hay varias empresas punteras en el País Vasco, Cataluña y Asturias relacionadas con robótica y una start-up en Valencia que está desarrollando el Hyper Loop. Y en Galicia hay que destacar el caso de Biopharma. El problema es la falta de capital, aquí lo más que consiguen son 50.000 euros para el proyecto piloto; cuando asesoramos a emprendedores en Silicon Valley les recomendamos que no pidan menos de 20 millones para escalar la start-up, porque de lo contrario no se les tendrá en cuenta.
—¿Cuánto le falta a la Inteligencia Artificial para estar plenamente instalada?
—Entre cinco y diez años. La Inteligencia Artificial será como la electricidad, no nos daremos cuenta de ella. Y hay otro elemento complementario, la Internet de todo: en unos cinco años tendremos 5.000 millones de personas conectadas y unos 500.000 millones de aparatos interactuando en tiempo real. Y para eso es necesario Inteligencia Artificial, es imposible gestionarlo a nivel humano. Y también está la robótica, la ciberrobótica y la bioingeniería; ya hoy podemos interpretar cosas que el cerebro ve.
—¿Cómo se adaptan las personas a estos cambios de modelo?
—Nos adaptamos más rápido de lo que pensamos porque hemos automatizado el mundo durante toda la vida, aunque al principio a unos les cueste más que a otros.
—¿Cómo afectó la pandemia a este proceso?
—Hoy la velocidad es la moneda de cambio y con el covid esto se ha acelerado. Se puede ver con casos como el de Zoom, una herramienta que yo llevo utilizando desde hace casi 8 años y que muchos piensan que nació con la pandemia. Hoy en día, si esperas a que las cosas funcionen, ya están obsoletas, por eso hay que experimentar y aprender con los errores, hay que saber desaprender.
—¿Y cómo se exporta eso al ámbito empresarial?
—Las empresas necesitan tres divisiones: una para mantener el negocio, otra para generar innovación y una tercera dedicada a la innovación disruptiva, a crear nuevos sectores. La primera mantiene las reglas del juego, con los mismos jugadores; la segunda cambia las reglas del juego e incorpora algunos jugadores; y la tercera directamente se inventa un nuevo juego.
—¿Podrán adaptarse todas las empresas?
—Tendemos a pensar que el ecosistema empresarial es como un bosque, siempre con los mismos árboles, pero las empresas nacen, crecen y se transforman. Y las que no se adaptan al cambio, lamentablemente desaparecen.