Este viernes, el Gobierno remitió a la Comisión Europea el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. La prensa lo denomina de recuperación y lo visualiza como una especie de Plan Marshall o como un Plan E con capacidad de tiro y elaboración compleja. Aunque es cierto que traerá un volumen ingente de obra pública, y en buena lógica, Galicia no debe salir discriminada, lo relevante es que nos lleva a un cambio de estación. Estamos más ante un plan de transformación que de recuperación. Por tanto, surgen varias preguntas. ¿Tiene usted una ligera idea de cómo va a transformarse ¿Ha meditado sobre ello? ¿No? Pues cuidado, no se quede fuera de juego.
El Banco de España publicaba hace unos días un documento titulado Una taxonomía de actividades sostenibles para Europa. Un debate en el que hay que entrar para profundizar en las regulaciones actuales y futuras de las finanzas sostenibles. Las cuales, lógicamente, impactarán positivamente sobre las empresas que desarrollen actividades sostenibles medioambientalmente. ¿Cuáles son estas? Las que contribuyan sustancialmente a varios objetivos medioambientales (la UE define seis), y al hacerlo no generen perjuicio a los otros. Adicionalmente, se han de cumplir garantías sociales mínimas, en línea con las directrices de la OCDE para empresas multinacionales y con los principios rectores de la ONU sobre las empresas y los derechos humanos. Superado este proceso, la actividad económica de su compañía se clasificará en actividades verdes, actividades que ni contribuyen ni dañan el medio ambiente y actividades no verdes.
En el 2017, ocho bancos centrales se unieron para abordar cómo gestionar el riesgo climático y cómo movilizar financiación verde para sostener la transición a una economía sostenible. El Banco de España lo hizo en el 2018, y hoy ya tiene 83 miembros y 14 observadores. En breve, la estrategia de política monetaria del Banco Central Europeo recogerá los aspectos sustanciales de la sostenibilidad ambiental, y cómo no, esa misma cuestión, pero aplicado a la gestión de carteras del Eurosistema. Dicho de otro modo, en un futuro cercano, si usted es de los que necesita financiación para su empresa, le será más fácil y barato conseguirla siendo actividad verde. A mayores, veremos discriminaciones positivas, muchas aún por definir, para este tipo de actividades. Por tanto, entienda que me preocupen las inyecciones de inversión del Plan de Recuperación, pero que me preocupen mucho más los ejes de transformación. No nos ocurra como ese rey del cuento infantil, que pensaba que estaba vestido cuando realmente carecía de ropa.
Obviamente, el nuevo paradigma también impactará sobre el diseño de las políticas públicas autonómicas, y aquí se abre otra ventana para Galicia. En breve, el conselleiro de Medio Rural defenderá en el Parlamente la aprobación de la normativa de recuperación de tierras. Un texto legislativo ambicioso y meditado que abrirá las puertas a los polígonos agroforestales, los cuales serán algo más que generadores de recurso para el sector agroindustrial. Serán gigantescos captadores de carbono. Veremos a alguien de Nueva York preguntando cuánto carbono secuestra un monte de Quiroga, el cual previamente habrá sido promovido (o arrendado) por una industria emisora de carbono (de ahí la necesidad de compensar) y financiado con bonos verdes. Por el camino, veremos técnicas sofisticadas de silvicultura y tareas locales de mantenimiento. Generando madera de calidad que después será empleada en la construcción de edificios (¿públicos?) con emisiones cero.