Está demostrado que no hay nada peor para los ahorros que actuar en función de acontecimientos concretos, tanto negativos como positivos, en lugar de mantener la estrategia planificada, mejor si es junto a un asesor financiero
28 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Últimamente hemos escuchado hablar de los preparacionistas, aquellas personas que se preparan con antelación para una situación complicada. Y, al parecer, ya hay personas en España que están organizándose por si se confirmara una falta de suministros derivados de los problemas del transporte o se produjera un corte de luz generalizado.
Prestamos especial atención a las noticias, siempre llamativas, que nos hablan de problemas en las cadenas de suministros que dejan los supermercados vacíos o de que países en principio nada sospechosos como Austria organicen un simulacro para afrontar una situación continuada de corte de electricidad. Lo cierto es que, después de la parálisis global que ha supuesto la pandemia del coronavirus, la población esperaba el resurgir económico y un regreso a la normalidad más rápido de lo que creíamos. Sin embargo, estas noticias no acaban de proporcionar esa tranquilidad esperada.
Ahora estamos oyendo que los regalos de Navidad no van a llegar. Siempre va a haber algún episodio negativo que superar en la vida y la economía. De hecho, hay que recordar que cuando se produce la volatilidad, es una oportunidad para el ahorrador que invierte a largo plazo de forma diversificada, y con aportaciones automáticas, como nos recuerda Mario Rappanello, nuestro compañero y responsable de Tesorería y Allocation Advisory en Banco Mediolanum.
Como es lógico pensar, tras un período de restricciones tan prolongado, se han disparado las ganas de ocio, de viajar, de comprar... Y ese aumento en la actividad se ha traducido en más demanda de energía, precisamente cuando hay menos oferta de petróleo por los problemas que presenta el conocido sistema de extracción conocido como fracking, por el que apostaron las petroleras norteamericanas. Todos estos acontecimientos han condicionado, aunque de forma puntual, la inflación, que no ha parado de subir. De manera que se trataría, por tanto, de una situación temporal y no coyuntural, como demuestra que la inflación subyacente, aquella que no tiene en cuenta la energía ni los bienes de consumo, no ha subido tanto.
Además, debemos tener en cuenta que tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal Americana ya han anunciado que mantendrán los tipos de interés bajos, algo que no podrían hacer si los datos advirtieran realmente de una inflación alta sostenida en el tiempo.
Esta sensación generalizada de incertidumbre, amplificada por estas informaciones, no debería influir en nuestro patrimonio si mantenemos nuestra estrategia y planificación económica para las necesidades familiares a corto, medio y largo plazo.
Está demostrado que no hay nada peor para los ahorros que actuar en función de acontecimientos concretos, tanto negativos como positivos, en lugar de mantener la estrategia planificada, mejor si es junto a un asesor financiero. Y aquí tengo que recurrir a mis dos premios Nobel de Economía de cabecera: Daniel Kahneman (Tel Aviv, Israel, 1934), autor de Pensar rápido, pensar despacio, y Richard. H. Thaler (Nueva Jersey, EE. UU., 1945), ambos impulsores de la conocida como economía conductual.
Esta área de la economía estudia los sesgos que nos llevan a tomar decisiones basadas en la pasión, y no en la razón. Nuestra mente no piensa, actúa rápido y por instinto, buscando atajos para tomar el camino más fácil. El clásico ¡piensas con el corazón y no con la cabeza! pero aplicado a cuestiones del bolsillo, donde, además, los humanos solemos tropezar siempre con la misma piedra.
Esta forma de pensar rápido hace que caigamos en las trampas de nuestra mente, los llamados sesgos, que nos traicionan y nos llevan a malinterpretar la información, haciendo que tomemos decisiones no meditadas y con muchas papeletas de ser equivocadas.
En este sentido, Daniel Kahneman nos advierte de que una ley general del mínimo esfuerzo establece que, si hay varias formas de lograr el mismo objetivo, el individuo gravitará finalmente hacia la pauta de acción menos exigente. Para neutralizar esas trampas o sesgos, se necesitan mensajes positivos, lo que Richard. H. Thaler llamó «la teoría del pequeño empujón». El Nobel de Economía en 2017 nos dice que las personas necesitamos un estímulo para tomar decisiones que mejoren nuestras vidas. Thaler explica que, si para una elección determinada hay una opción por defecto, cabe esperar que gran número de personas acaben por mantenerla. Lo cual puede resultar de ayuda para que acontecimientos externos no influyan en nuestra planificación financiera.
Es decir, que todos necesitamos un empujón en el buen camino, lo que en el mundo de las finanzas se llaman «automatismos», en la estrategia del ahorro periódico y para la gestión del patrimonio. Es decir, puedes destinar de forma automática una parte de tus ingresos mensuales a las necesidades y metas del corto, medio y largo plazo. Y, al mismo tiempo, también existen automatismos para el patrimonio ya acumulado que nos permiten aprovechar la volatilidad de los mercados dándonos unas mayores seguridad y rentabilidad.
Por tanto, una vez más, debemos observar la realidad con la tranquilidad de tener nuestros ahorros bien estructurados, con una planificación adecuada y un sistema automatizado de aportaciones que nos eviten tomar decisiones influidos por las circunstancias y nos permitan ahorrar casi sin darnos cuenta.
Mientras tanto, los problemas actuales se solucionarán y aparecerán otros que ahora no podemos vislumbrar. En cualquier caso, debemos entender que la vida está llena de altibajos y por eso, precisamente, debemos trabajar para que nuestras finanzas, por el contrario, sigan su curso al margen del mundanal ruido. En eso consiste una buena planificación financiera: en la tranquilidad de mis ahorros y la de los ahorradores.
Ivonne Pousa es responsable de Banco Mediolanum en la Zona Norte de España