
Uno de cada tres proyectos empresariales en España quiebra antes de cumplir los cinco años y, según un reciente estudio, la pandemia ha empeorado significativamente las tasas de supervivencia
10 ene 2022 . Actualizado a las 16:53 h.Sobrevivir. Así de simple. Ese es el gran reto al que se enfrentan cada día los emprendedores y empresas que han iniciado su recorrido de forma reciente. Porque sobrevivir ya de por sí no es tarea sencilla, sobre todo durante los primeros años de vida de un proyecto empresarial. Son muchas las que se quedan por el camino. Y otras tantas las que consiguen salvar el bache con muchas dificultades y esfuerzos a veces incluso sobrehumanos. Los datos hablan por sí solos. Según un reciente estudio elaborado por la firma especializada Iberinform, filial de Crédito y Caución, uno de cada tres proyectos empresariales en España quiebra antes del quinto año de vida. No es la única estadística que da cuenta del problema. Porque otro dato que puede arrojar algo de luz apunta a que uno de cada dos ni tan siquiera llegará a cumplir los ocho años. Y hay más: «Los años siguientes presentan todavía tasas de mortalidad superiores a los tres puntos porcentuales», resumen. Así, a los doce años la tasa de supervivencia se limita ya al 35 %. Y este es el punto de inflexión, la edad a la que los expertos consideran que se adquiere el punto de giro en la madurez de las empresas españolas. Porque a partir de ese momento, las posibilidades de supervivencia aumentan sensiblemente.
Los primeros años son, sin duda, los más críticos. Dicen los duchos en la materia que detrás del fracaso no hay una sola razón. Existen numerosas causas por las que las empresas pueden caer en concurso de acreedores o, más generalmente, en insolvencia. Tal y como explica Álvaro de Cuenca, responsable del Equipo de Analistas de Información de Zona Centro de Solunion España, estas pueden ser tanto externas como internas: «Algunos de los motivos de índole interna son la elección de una estrategia comercial inadecuada, desacuerdos entre los socios sobre la manera de llevar el negocio, acumulación excesiva de deudas, una inversión desafortunada...», relata este experto, que además pone sobre la mesa otro buen puñado de errores comunes: «También puede ser un factor la falta de experiencia de los dirigentes en el sector, la incapacidad a anticipar riesgos o para ser reactivo frente a la competencia o a la innovación que requiere la evolución del mercado».
Pero no siempre la pelota está en el tejado del emprendedor. Muchas veces los factores que provocan el naufragio se escapan totalmente a su control y vienen directamente de fuera. «También existen causas externas como un contexto económico particularmente difícil que nace de las consecuencias de una crisis económica, financiera, política, social o sanitaria; o de un sector saturado donde es difícil diferenciarse». Y de hecho, una de las primeras causas de insolvencia para una empresa viene provocada justamente por la insolvencia de un cliente, que está detrás de un 25 % de los concursos de acreedores que se solicitan.
La urgencia no es buena amiga de los proyectos empresariales. Muchos emprendedores se lanzan a montar un proyecto animados por la necesidad de buscar empleo después de haberse quedado en el paro. Pero lo hacen sin analizar previamente el mercado y sin tener un plan robusto que les ayuda a ir capeando todos los golpes que acostumbran a llegar durante los primeros años. Tal y como explica Álvaro de Cuenca, hay muchos factores que deben tenerse en cuenta a la hora de comenzar un negocio, puesto que el riesgo es de por sí inherente a la actividad empresarial. Según su experiencia, hay cinco requisitos básicos que se deben cumplir antes de poner en marcha una empresa: «Tener un fuerte conocimiento del mercado y de los datos que lo sustentan; tener bien atado el paquete capital-financiación desde el principio; disponer de una planificación bien estructurada y definida, así como aceptar la flexibilidad y la agilidad en la toma de decisiones si existen contingencias no esperadas; crear vínculos con proveedores y clientes que ofrezcan un servicio diferenciador y garantías para emprender relaciones sostenibles; y por último evitar cualquier tipo de improvisación, ya que puede tener consecuencias nefastas para la compañía».
Claves
A pesar de que no hay fórmulas secretas para conseguir no caer en la quiebra y lograr una empresa con una gran capacidad de supervivencia, el portavoz de Solunion ofrece algunas claves para conseguirlo. Asegura este experto que la probabilidad de caer en concurso de acreedores es menor si la compañía dispone de una solvencia robusta: «Como resultado, por ejemplo, de una correcta gestión de su flujo de caja mediante el seguro de crédito». Además, también recomienda tener activos que sirven como garantía para acceso a financiación y una planificación estratégica bien definida: «Además, aquellos sectores con un negocio recurrente que garantizan márgenes y generación de caja estables, como el sector agroalimentario, son por lo general menos propensos al concurso».
El coronavirus contagia las cuentas de las firmas
S. C.
El covid también ha conseguido contagiar de manera preocupante las cuentas de resultados de las empresas y muchas se han visto realmente afectadas por una pandemia que no deja de sangrar sus negocios. De hecho, un estudio de Iberinform apunta a que el segundo año de pandemia empeoró de manera generalizada las tasas de supervivencia empresarial. «El deterioro se percibe especialmente entre las empresas con una antigüedad de entre cuatro y ocho años que han tenido que atravesar las abruptas caídas de facturación generadas por la pandemia», explican los expertos de Iberinform. De hecho, añaden, el deterioro máximo se alcanza entre las empresas de cuatro años, donde el retroceso de las tasas de supervivencia es de cinco puntos con respecto a años anteriores: «El momento crítico de todo proyecto empresarial sobreviene a partir del tercer año, ya que la inyección inicial de capital permite a la inmensa mayoría cumplir sin problemas los primeros 24 meses de vida. Sin embargo, a partir de ese punto, aquellas empresas que no son capaces de generar números negros afrontan un futuro incierto», resumen.
Fuerte deterioro
Según las palabras del director general de Iberinform, Ignacio Jiménez, en el 2020 ya se comenzaron a ver datos preocupantes: «Registramos un fuerte deterioro en los primeros peldaños de esa horquilla de consolidación empresarial, crítica para la supervivencia, que va del tercer al octavo año». Y en el año que acabamos de cerrar, las cosas tampoco han pintado demasiado halagüeñas: «En el 2021, un ejercicio marcado por el deterioro objetivo de la solvencia del tejido empresarial y niveles de facturación inferiores al 2019, ahonda en este empeoramiento de nuestras tasas de supervivencia, pero esta vez de forma mucho más clara y generalizada. No hay excepciones, salvo entre las empresas de un año, que se mantienen estables, como cabría esperar».

Jaime Domínguez (Tappy): «A pesar de los momentos difíciles, hemos conseguido reinventarnos y sobrevivir»
Empresa que inventó un grifo de cerveza inteligente
S. C.
El equipo que conforma Tappy no ha dejado de creer y luchar por su producto a pesar de los duros tiempos que han tenido que afrontar. Y con mucha constancia y tesón han conseguido sobrevivir y seguir peleando por su idea. Y no es para menos. Porque detrás de esta empresa hay una idea con mucho potencial. Tal y como explica Jaime Domínguez, consejero delegado de la compañía, el objetivo que sustenta todo el proyecto empresarial de Tappy es llevar la cerveza a todas partes: «Hemos cogido el grifo de cerveza que hemos visto en los bares toda la vida y le hemos añadido una capa tecnológica que permite a cualquier cliente servirse una caña él mismo sin depender del personal. Nuestros grifos están bloqueados hasta que se activan, realizando un pago con tarjeta o mediante nuestra aplicación, para que cualquiera pueda tirarse una caña», resume.
Domínguez asegura que el servicio que ofrecen desde Tappy es bastante variado. Desde montar estos grifos en carritos para habilitar zonas de consumo desatendido por ejemplo en festivales de música, a alquileres para fiestas y eventos pasando por la explotación de zonas desatendidas en cámpings y hoteles. «En el fondo es como una máquina de vending, pero de cañas, por lo que es una solución muy útil para abrir puntos de venta en zonas de mucha demanda, como los festivales, o donde no es posible tener un bar tradicional, como pequeños hoteles e instalaciones deportivas».
El proyecto surgió en el 2019, mientras participaban en el programa de innovación corporativa TheHop, pero detrás de esta innovadora idea hay sobre todo mucha experiencia personal: «Estábamos en un bar que estaba muy lleno, antes de la pandemia, y tras casi media hora esperando en la barra por una cerveza nos vino la inspiración».
A pesar del duro trabajo, no ha sido fácil. Y menos teniendo en cuenta que la pandemia se ha cebado de manera especial con el sector en el que ellos trabajan. Pero han sabido salir adelante: «Tuvimos un muy buen comienzo. La acogida del producto fue muy buena y, gracias a contar con un gran equipo, el desarrollo desde el primer prototipo a los equipos funcionales fue muy ágil. El problema vino con la pandemia, cuando la mayor parte de nuestros clientes tuvieron que cesar su actividad. Tuvimos que afrontar impagos, devoluciones y muchas cancelaciones. Pese a ello, conseguimos reinventarnos y sobrevivir. Esto fue posible gracias a que nos habíamos rodeado de un ecosistema muy potente y que nuestra experiencia de desarrollo de producto y negocio digital había sido ejemplar. Conseguimos convertir nuestra propia historia en un producto, y empezamos a ofrecer ese servicio de construcción de negocios y consultoría digital a grandes empresas con bastante éxito. Gracias a la pandemia hemos crecido y diversificado, lo cual es una enorme suerte en el contexto actual», relata Jaime Domínguez.
Para el consejero delegado de Tappy la clave para que una empresa sobreviva a sus primeros años es, sin duda, la virtud de adaptación: «Tener la capacidad de reinventarte, de encontrar fortalezas que te preparen para operar en nuevos marcos, es fundamental. Al mismo tiempo, es importante estar bien rodeado y construir una fuerte comunidad de compañeros, proveedores y, por supuesto, clientes».

Noemí Rodríguez (Himikode): «La primera etapa supuso un fuerte esfuerzo económico, físico, mental y emocional»
Impulsa un novedoso sistema de monitorización de máquinas de café
S. C.
Himikode Tech es otro de los ejemplos de que en Galicia hay mucho talento y ganas de innovar. Esta empresa, de base tecnológica gallega asentada en Lugo, nació en el año 2018 de la mano de Noemí Rodríguez y Raúl G. Bayón y está orientada a ofrecer soluciones de inteligencia de negocio basadas en datos. Y esa es precisamente la esencia que se encuentra detrás de hk:coffe, el principal producto que tienen en su cartera: «Es un sistema de monitorización integral del banco de máquinas de café —máquina de expresso y molino— para la captura y explotación de los datos generados en el proceso de elaboración del café en la hostelería. Para ofrecer a los tostadores información de primera mano de la calidad de elaboración de sus tazas de café, los consumos de sus clientes en miles de establecimientos y tener el control de su parque de máquinas distribuidas a lo largo de todo el territorio», explica Noemí Rodríguez, fundadora y consejera delegado de Himikode.
Asegura esta emprendedora gallega que con hk:coffee ofrecen la capacidad de digitalizar procesos, equipamientos y personas en el canal de la hostelería mediante soluciones basadas en el Internet de las cosas o el Internet del comportamiento: «Eso permite generar mayor valor de negocio a la industria alimentaria y el foodservice a partir del conocimiento y la predicción del comportamiento de sus consumidores». Mucho esfuerzo y tesón. Esa es la fórmula secreta que se encuentra detrás de una empresa que quiere convertirse en la punta de lanza gallega de esta tendencia para los tostadores de café. Pero su camino es largo y ya trabajan en nuevas ideas: «Estamos implantando tecnología en un fabricante de helados artesanos y trabajando en laboratorio con soluciones para la repostería de quinta gama».
Lo que buscan, asegura Noemí Rodríguez, es cambiar el paradigma actual del tratamiento de datos con el objetivo de ofrecer un servicio hiperpersonalizado al consumidor y generar valor de negocio en la industria alimentaria desde un nuevo modelo de gestión basado en la interacción entre datos, tecnología y analítica. Tras muchos años de duro trabajo, Himikode ha demostrado que tiene muchos ingredientes para seguir creciendo. De hecho, también fue una de las empresas reconocidas en la celebración de O Encontro, de Cesuga. Pero tampoco ha sido un camino sencillo el de esta firma lucense: «Arrancamos el proyecto innovador únicamente a pulmón, con recursos propios de los promotores y con una fuerte apuesta por el I+D+i. Esta etapa, conocida como ‘el valle de la muerte´, en la que trabajamos totalmente a pérdidas, supuso un fuerte esfuerzo económico, físico, mental y emocional», resume la consejera delegada, que de estos primeros pasos destaca la necesidad que tuvieron de encontrar y retener talento profesionalizado en la innovación, dispuesto además a implicarse en un proyecto a largo plazo, sin garantías y con una situación social de total incertidumbre cuando la sociedad se paralizada y el mercado caía».
Para esta emprendedora hay varias claves que determinan la supervivencia de una empresa. En primer lugar, destaca el equipo humano, «con talento y comprometido, cohesionado y multidisciplinar centrado en generar innovación». Además, resalta los recursos enfocados a ofrecer valor situando en el centro de la estrategia de negocio al cliente. También destaca la necesidad de analizar continuamente las tendencias del sector, definir estrategias alternativas y establecer una red de negocio profesional, confiable y alineada con los objetivos de la compañía.