Zapatero fue quien dijo que «bajar impuestos es de izquierdas» y, con ese convencimiento, hizo lo propio con los tipos del IRPF, incrementó deducciones y puso en marcha la primera reducción al impuesto de sociedades de la historia. Fue en el X Congreso de la Empresa Familiar del año 2007 cuando justificó el anuncio en una política presupuestaria prudente. Cuando habló de la eliminación del impuesto sobre el patrimonio, dijo que una política de reducción fiscal acertada y progresiva puede hacer que los ingresos no solo no se reduzcan, sino que, incluso, aumenten.
El presidente Sánchez sugiere lo contrario hoy en día y advierte del enorme riesgo que supondría esta decisión en un momento de precios elevados. Cabe recordar que España, en el 2007, tenía un 4,2 % de inflación. El presidente insiste en que nadie lo hace en Europa y con este razonamiento, seguido de modo coral por el Gobierno, despacha el debate. Intentan retratar a Alberto Núñez Feijoo como un referente de la rancia derecha española, pendiente de las clases altas, y dispuesto a hacer algo perjudicial, como es calentar aún más la inflación con reducciones fiscales. Según llega un alumno a una facultad de economía, lo primero es explicarle que existe economía positiva y normativa, «lo que es» y «lo que debe ser». El campo hacendístico suele encajar en esto último; así que la carga ideológica suele estar presente. Seguro que esta columna no se escapa a esa máxima. En todo caso, algunos datos son incuestionables.
España sufre inflación de costes. Se sustenta sobre dos ejes: la subida de los precios energéticos y los cuellos de botella de las cadenas de suministro. Por ese motivo, el Banco Central Europeo aún no se ha lanzado a subir los tipos, porque su impacto sería menor y podría acelerar el enfriamiento de la economía. Existe consenso al afirmar que los eslabones de las cadenas de suministro se irán soldando y los precios energéticos se asentarán en una horquilla de entre 95 y 110 dólares el barril brent. Por tanto, la inflación, si no la alimentamos, se irá corrigiendo hacia el 2024.
¿Alimentará una bajada fiscal las subidas de precios? Ojalá algún día Núñez Feijoo muestre la pasión liberal de Zapatero en el 2007; pero ahora mismo se ha ubicado en una posición modesta: deflactar la tabla del IRPF solo para rentas menores a 40.000 euros. Es decir, evitar un trasvase gratuito de renta desde las familias al Estado. La siguiente pregunta es si una reducción de impuestos incrementaría el consumo.
A pesar de la subida de precios se gasta menos en alimentación. En el 2021, según el último informe de McKinsey y EuroCommerce, las ventas minoristas en alimentación en Europa bajaron un 0,6 %. En España, la caída fue más acuciada, un 7,4%. Según el estudio, la proporción de españoles que buscan activamente promociones es del 48 % este año, cuatro puntos más que en el 2021. En Europa este dato es del 42 %, seis puntos menos. Por tanto, la propuesta de Feijoo es defensiva, intentar que los hogares españoles no pierdan su nivel de bienestar. ¿Está realmente en riesgo? Nunca he visto a un ministro de Hacienda convocar a los mejores cerebros del país para hablar de eficiencia en el gasto. Esto, que sí hacen los empresarios, parece una tarea vetada para los respectivos gobiernos de España. El Instituto de Estudios Económicos habla de reducciones de 60.000 millones sin tocar la calidad de los servicios públicos. Mejoremos o no la eficiencia del gasto público, la realidad es que la recaudación está en máximos históricos. ¿Qué hacemos? ¿Seguimos engordando al Estado o volvemos a llenar nuestras neveras? Este es el debate.