El empresario norteamericano, con una amplia trayectoria inversora en los deportes de su país, es el nuevo dueño del Chelsea
15 may 2022 . Actualizado a las 22:45 h.Hace ya algo más de dos meses que el más mediático de los oligarcas rusos, Roman Abramóvich, anunciaba que vendía el Chelsea de sus amores. Cualquiera diría que viéndole las orejas al lobo. Ni por esas. No le dio tiempo a hacerlo. Las sanciones que el Gobierno de Boris Johnson le impuso, como a decenas de sus compatriotas, hechos de oro a la sombra del Kremlin y residentes en tierras británicas, echaron por tierra su plan. De vender, nada de nada. Y eso porque le congelaron los activos.
Pese a todo, al final, el Ejecutivo de Johnson acabó teniendo que dar su brazo a torcer autorizando la venta. Aunque, eso sí,con la condición de que ni una sola libra de lo pagado por el equipo fuese a parar al bolsillo del oligarca. Con la luz verde en la mano, Abramóvich encargó al banco Raine Group que le buscara pretendientes a su amado club. Le llovieron los novios. Hasta diez ofertas serias dicen que recibió. El magnate estadounidense Todd Boehly fue quien se llevó finalmente el gato al agua, poniendo punto y final a los 19 años de reinado de Abramóvich en el Chelsea.
Pagará 2.500 millones de libras. Dinero que se ingresará en una cuenta británica congelada y se donará íntegramente a causas humanitarias. Los nuevos dueños se comprometen a invertir otros 1.750 millones de libras esterlinas en el club, que incluyen desde mejoras en Stamford Bridge, el hogar del Chelsea, hasta más dinero para el equipo femenino o la Fundación Chelsea.
Al estadounidense le acompañan en la aventura otros inversores: además de su socio Mark Walter; Hansjorg Wyss, la mayor fortuna de Suiza; Jonathan Goldstein, un promotor inmobiliario londinense, seguidor del Tottenham, y José E. Feliciano, un puertorriqueño con negocios en el sector energético.
Es Boehly, cofundador, presidente y director ejecutivo de Eldridge Industries, una firma de inversiones con sede en Greenwich, entre cuyos muchos negocios se incluye la gestión del catálogo de canciones de Bruce Springsteen. Tiene también un 20 % del equipo de béisbol de los Dodgers de Los Ángeles, y es copropietario de Los Ángeles Sparks, equipo femenino de baloncesto. Ah, y es un importante accionista de los Lakers desde el año pasado. Le van los deportes. De eso no hay duda. Hasta practicó la lucha libre en sus tiempos mozos.
Hace ya tiempo que este nieto de inmigrantes alemanes en Maryland, donde se crio, tiene los ojos puestos en el club inglés. Tanto es así que ya intentó comprarlo. Fue en el 2019. Entonces ofreció 3.000 millones de libras. No pudo ser. Pero, quien la sigue..
Tiene el magnate norteamericano tres hijos y una fortuna de 4.000 millones de euros. Y antes de volar en solitario se bregó en el campo de las finanzas trabajando para dos grandes bancos: Citibank y Credit Suisse. Mantiene que su idea de los negocios nunca ha sido hacer el máximo dinero posible, sino más bien que todas las partes involucradas en la operación en cuestión ganen con ella. No es mala filosofía la suya. Sobre el papel, claro. En la práctica, difícil de aplicar.
Con todo, ya pueden prepararse los hinchas del Chelsea para dejar de lado las canciones románticas y militares rusas que amenizaban sus días de fútbol durante la era Abramóvich, y afinar sus oídos para dejar entrar al Boss. En eso ya han ganado. !Y de qué manera!