La geografía de las nuevas reglas del juego

MERCADOS

Contenedores en el puerto de Shanghái
Contenedores en el puerto de Shanghái Aly Song

29 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Diseñar en un lugar del mundo, producir en otro y vender en un tercero. Observar el mundo como si fuera un pequeño barrio de ciudad media. Sin distancias, sin tiempos, sin barreras: esto es la globalización y esto es lo que está a punto de saltar por los aires. Las distancias, acortadas por los avances en el transporte, han vuelto a ensancharse, y esta nueva redimensión seguirá así por tiempo, hasta el día que los gobiernos, la industria y los inversores sean capaces de crear infraestructuras de hidrógeno verde que permitan descarbonizar el tráfico marítimo. Y sin barcos verdes será difícil alimentar la globalización, porque esta, al igual que otras realidades, pasan a estar supeditadas a la nueva verdad, la sostenibilidad global, la necesidad de preservar el planeta.

Por tanto, la máxima con la que he arrancado esta columna, que es producir en un lugar y vender en otro, ha dejado de ser tal, salvo que las distancias entre la producción y el mercado se acorten ostensiblemente. Por ello, veremos de nuevo el juego estratégico de las áreas regionales. Europa tendrá que buscar las suyas, posiblemente el Mediterráneo; Rusia se centrará en Asia Menor, China en el sur de Asia y Estados Unidos, en buena lógica, debería centrarse en América Latina. ¿África? Está por definir.

La descarbonización explicará una buena parte del futuro que está por construir, pero no todo. Los eslabones de las cadenas de suministro, de acero hasta ahora, se han vuelto de azúcar, y con un poco de lluvia se diluyen. China, hasta ayer fabrica mundial y hoy cliente del mundo, quiere su cuota. Quiere abastecer a su naciente clase media, y lógicamente aspira a ser dueña de todo aquello que nace entre sus murallas. Toca, en consecuencia, diseñar nuevas cadenas y eso implica redefinir el mercado mundial de materias primas.

El presidente Sánchez desea que España sea un jugador en el mercado mundial de chips, y tenemos tecnología para ello. ¿Y minerales como cobre, silicio, cobalto o tierras raras? En Galicia, sí. Lo tenemos todo, absolutamente todo, pero en el subsuelo. Los nuevos vehículos eléctricos de Stellantis necesitarán diez veces más cableado que los actuales. ¿Hay en Galicia cobre suficiente? Existe la capacidad. Va a ser curioso ver como la Galicia rural será la madre de la Galicia del siglo XXI. Espero que nuestras clases urbanas lleguen a ser conscientes de que una parte de su futuro se va a construir al lado de la vieja casa abandonada del abuelo.

Pero volviendo al tema central, la descarbonización y las nuevas cadenas de suministro son los ejes que están marcando las estrategias inversoras de las grandes compañías, muchas de ellas planteándose seriamente volver a invertir en su casa. A pesar de todo, hemos de comprender que la nueva medida, el kilómetro cero, será para algunas actividades la comarca y para otras las autonomías, pero la región geopolítica, aquí, en Europa, se dividirá en dos: Europa del este y el Mediterráneo; y dentro de esta última hay una gran área a recuperar, el Magreb. Mauritania, Marruecos, Argelia, Libia Túnez y el Sáhara Occidental.

Europa, y aquí España ha de hacer valer su posición geográfica, deberá tender nuevos lazos con las naciones árabes del sur. Ahí están llamadas a estar nuestras fábricas, pero también ahí deberían estar nuestras universidades, nuestros intelectuales, y aquí, deberían formarse algo más que sus élites. Deberíamos ser destino educativo de sus clases medias. Todo esto implica que España construya otra política exterior, pactada y consensuada, con espíritu de supervivencia, centrada en construir unos nuevos eslabones sociales de acero.