El Instituto Nacional de Estadística, productor de esos torrentes de datos que nos permiten emitir juicios sobre cosas que desconocemos casi por completo, a veces produce estudios sorprendentes, incluso conmovedores. Es el caso del que el instituto ha publicado esta semana sobre la presencia de ucranianos en España. No son tantos como los cientos de miles que esperan la paz en Polonia, pero están aquí. Según el INE, a 1 de enero del 2022 vivían entre nosotros 110.977 ciudadanos ucranianos. Un año después, a 31 de diciembre, la cifra había crecido hasta los 193.292, unos 82.000 más. La mayor parte de ellos residen en Madrid y en menor medida en Barcelona, en Alicante y en Málaga, donde hay mejores comunicaciones y posibilidades de trabajo. Aún así, 15.000 figuraban en las listas del paro al cierre del año pasado.
Donde decimos ucranianos deberíamos decir ucranianas, porque de los citados 82.000 nuevos residentes, 55.000 son mujeres; vienen con sus hijos, algunas con sus nietos. Hay 37.000 niños y adolescentes de esta nacionalidad escolarizados en España. Los que menos llegan son varones jóvenes, de entre 20 y 29 años de edad. Sabemos dónde están. Ya lo sabía el folclorista norteamericano Peter Seeger en 1955, cuando lanzó aquella canción tan triste y bonita que tituló Where have all the flowers gone? (¿Dónde se han ido todas las flores?), que decía en una estrofa: «¿Dónde se han ido todos los hombres jóvenes / hace ya tiempo? / Están todos de uniforme. / ¿Cuándo aprenderán?».
Visto el éxodo femenino desde Kiev o desde Zaporiya, el poema nostálgico es más antiguo, La ballade des dames du temps jadis (Balada de las damas de antaño), del renacentista maldito François Villon. «Dime dónde, en qué país —dice la canción— está Flora, la bella romana; Archipíada, y Thais, que fue su prima hermana (...) Pero ¿dónde están las nieves de antaño?». Están por toda Europa, también aquí. Han recibido apoyo de muchos españoles generosos. Las instituciones, aparte de enviar tanques, harían bien en respaldarlas con la misma atención que esos particulares hospitalarios.