Bodas de ensueño hechas en Galicia

MERCADOS

Celia Torres y Marta Rivadulla de El Sofá Amarillo
Celia Torres y Marta Rivadulla de El Sofá Amarillo Volvoreta

El Sofá Amarillo es una de las empresas líderes del sector en todo el país. Sus celebraciones llegan a toda España y sus decoraciones, uno de sus fuertes, son habituales en las revistas de moda

03 abr 2023 . Actualizado a las 10:02 h.

Son una de esas marcas reconocidas en todo el país. Tienen sello propio, ese que te dice en cuanto ves una foto que estás ante una «boda amarilla». «Nos hemos hecho mayores. Fuimos pioneras en el sector en España y en Galicia mucho más. En su momento, como empresa dedicada al diseño, decoración y gestión integral de eventos, fuimos de las poquitas». Quien hace este relato es Marta Rivadulla. Esta profesional nacida en Lugo, criada en Santiago, pero coruñesa de corazón es uno de los motores de El Sofá Amarillo. Una empresa que capitanea junto a otras dos mujeres, Celia Torres y Marta Muíño, y que mantiene vivo el recuerdo de su fundadora, Indara Rodríguez, que falleció en el año 2018. Aunque cuentan con ayuda de fieles colaboradores, ellas siempre se definen como una «empresa boutique. Somos lo que ves». Un grupo lleno de personalidad y empatía que ha organizado cientos de bodas por todo el país desde que arrancasen en el 2011.

 
 
 
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«Este año, Celia ha tenido un bebé, así que hemos podido elegir un poco los espacios en los que trabajamos. De Madrid hacia el sur se nos complica un poco, así que nos estamos centrando en la capital y alrededores, Toledo, Segovia, Guadalajara, Ciudad Real e incluso Extremadura. Y luego, por supuesto, Galicia y Asturias. De todas formas, iremos a donde se nos requiera», explica Marta entre risas. Y es que ellas son las directoras de la función. Una función que es el día más importante de las personas que las contratan. Tienen un catálogo de servicios que lo abarca todo.

«Hacemos organización integral en la que distinguimos si te casas en una finca de eventos, un pazo o un hotel, o si lo vas a celebrar en una finca particular o un espacio que no esté acondicionado específicamente para bodas. Nos hemos especializado un poco en eso. Piensa que vamos a sitios que no están preparados. Hay que instalar la cocina, generadores o tomas de agua. Es una producción total». Un proceso lleno de mimo que recomiendan que no empiece más de doce meses antes. Y es que el directo es importante, pero si hay algo clave es la previa que se lleva a cabo con las parejas. «Es importante no irse más allá de un año de trabajo. Y sí, es cierto que una vez que conoces a los novios, hay una parte de implicación personal y emocional de la que no te puedes abstraer. Hay que pensar que trabajamos con parejas a las que les está suponiendo un esfuerzo económico brutal, pero también hay otras cosas porque ese día puede faltar alguien muy importante o puede haber situaciones familiares que condicionen el evento. Tenemos que lidiar con todo eso, pero es cierto que el carácter de todo el equipo va en consonancia con esa empatía».

Al margen de la gestión integral de bodas, que han llegado a 600 invitados, también hacen consultoría online y eventos corporativos. «Pueden ser un 20% del negocio». Marta reconoce que sus servicios no son baratos, pero es que en ellos el detalle llega al infinito. Tienen proveedores testados por todo el país. En su servicio está en juego la marca y aprovechan la temporada baja de bodas para conocer las novedades. «Los novios que nos contactan hacen un esfuerzo económico importante en la parte de diseño. La clave es a qué le dan importancia ellos. La decoración es nuestro fuerte. Siempre intentamos que nada rompa nuestra estética, debemos ser consecuentes con la marca y nuestra consolidación en el sector».

 
 
 
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Ahora se preparan para la gran temporada, esa que no les deja ni un fin de semana libre de la primavera y el verano. Y es que esto no es solo organizar una boda. El equipo sigue trabajando durante la celebración. «No estar en la fase previa es más grave que no decirle a la novia cuándo tiene que entrar en la iglesia. Pero es cierto que me gusta el directo. No hay boda en la que la novia salga a bailar que no me ponga a llorar. Es la emoción de verla después de todo el trabajo que hemos hecho juntas». Un trabajo del espacio, la música, las flores o el menaje que a veces las lleva, si las condiciones lo permiten, a dividir el equipo y hacer dos bodas el mismo día. «Nunca tenemos un número determinado al año de celebraciones porque unas exigen más que otras. Tenemos eventos corporativos recurrentes y otros que surgen de repente. A algunos tenemos que decirles que no porque nos coinciden con bodas. Nuestro calendario está muy sujeto a la primavera verano».