Las bolsas de tela no son tan ecológicas

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Estos productos deberían utilizarse durante 54 años para que estén realmente amortizados. El algodón del que están mayoritariamente hechos es considerado el «cultivo más sucio»

02 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos años que las autoridades del Viejo Continente le declararon la guerra a los plásticos de un solo uso. Un ambicioso proyecto que, en el 2021, quedó plasmado en una directiva que pretendía herir de muerte a productos como los cubiertos desechables o las bolsas de plástico de los supermercados. Tenía su razón de ser. Bruselas calcula que 8 millones de toneladas de plástico son vertidas directamente a los océanos cada año. Una imagen puede ayudar a darse cuenta del problema: toda esta basura es equivalente a vaciar cada minuto un camión repleto de plásticos directamente a las aguas de nuestro mar.

Y en toda esta lucha sin cuartel, los ciudadanos europeos decidieron pertrecharse con un arma que se vislumbraba como la mejor alternativa para las bolsas de plástico: las de tela. Pero no es oro todo lo que reluce. Varios estudios publicados recientemente han puesto en duda que estos objetos sean tan sostenibles como se las prometían. «Para el consumidor, la bolsa de tela es la opción más cómoda, por su durabilidad y resistencia, y porque se puede lavar. Sin embargo, el compromiso que se adopta con el planeta no es como piensa el consumidor», explica Neus Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Una de las organizaciones en poner negro sobre blanco la dudosa contribución de las conocidas como «tote bag» al planeta ha sido la Agencia de Medioambiente británica. Según los estudios que manejan estos expertos, para que el rendimiento de una bolsa de tela fuera mayor que el de una bolsa de plástico que no se reutiliza, debería ser empleada por lo menos 131 veces: «El hecho de que cada persona utiliza más de una bolsa de tela (se estima que cada persona tiene en casa entre 5 y 10 bolsas reutilizables de algodón y que, cuando se la olvida en casa, acabará comprando otra en la tienda). Esto desmonta la creencia de que al usar bolsas de tela se cumplen los estándares de sostenibilidad y medioambiente», advierte Soler.

Pero, ¿qué hay detrás de las bolsas de tela para que no sean tan sostenibles como deberían ser? La Environmental Justice Foundation ha calificado al algodón (el principal material con el que se fabrican estos productos) como «el cultivo más sucio», una descripción bastante categórica. La realidad es que el algodón requiere un enorme gasto de energía, de agua y de pesticidas; por no hablar de las condiciones en las que trabajan muchos de los trabajadores que se dedican a su cultivo o las consecuencias que tiene para las aguas subterráneas y la calidad del aire de las zonas que rodean a las granjas.

Toneladas de algodón

Explican los expertos de la UOC que una de las grandes dificultades de las tote bags es que solo el 15 % de los 30 millones de toneladas de algodón que se producen cada año llega realmente a los depósitos textiles: «La producción de algodón genera un impacto ambiental importante, especialmente por el consumo de agua. El problema es que mucha gente no es consciente de lo que implica la gestión residual de este material. Pocos trasladan estas bolsas a depósitos textiles para su tratamiento. Seguramente las arrojan a los restos convencionales. En muchas ocasiones, cuando estos productos llegan a las plantas de tratamiento, según las tintas que se hayan utilizado en las bolsas, por ejemplo para imprimir un logo corporativo, es muy difícil tratarlas», explica Cristian Castillo, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y experto en logística. Neus Soler incide en esto de las tintas: «La parte impresa de las prendas no puede reciclarse. Las impresiones en PVC no pueden descomponerse, por lo que para poder reciclar la prenda primero hay que recortar (y desperdiciar) la parte que esté impresa. Esto dificulta enormemente el proceso e impide un reciclaje completo». Cristian Castillo lanza una opción que pasaría por dejar de demonizar tanto las bolsas de plástico: «La opción más sostenible serían las bolsas reutilizables de plástico, que existen en muchos supermercados. El plástico requiere menos consumos, menos agua y menos energía, lo que lo convierte en la mejor opción para el uso diario».

Para que una bolsa de algodón se dé por amortizada, debe ser utilizada muchas veces. Concretamente 20.000, según un estudio realizado por el Ministerio de Medio Ambiente y Alimentación de Dinamarca del 2018. O lo que es lo mismo, deberían ser usadas cada día durante 54 años para compensar el impacto general de su producción.

Ciudadanos concienciados

Hay mimbres suficientes como para empezar a trabajar por lograr una solución sostenible. Por lo menos, en lo que a conciencia se refiere. Según el informe Connecting with eco-concious consumers elaborado por la consultora Kantar, los consumidores son muy conscientes de que erradicar los plásticos de un solo uso es una de las mejores fórmulas para luchar contra la contaminación. En España, por ejemplo, el 63 % de los consumidores utilizan bolsas reutilizables para ir a la compra, un 13 % utilizan bolsas de papel y un 15 % de plástico.