
El país euroasiático se ha hecho fuerte entre los principales proveedores de la UE y presiona con barreras comerciales para buscar su espacio en el retail mundial
23 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La economía de Turquía es más que ese reclamo de turismo de salud con sus clínicas de injerto capilar u ortodoncias imposibles. Este enclave estratégico entre Europa y Asia ya se había hecho un sitio en el panorama internacional con su pujante industria textil y de la confección. Desde las últimas décadas del siglo pasado, este segmento productivo ha ido adquiriendo preponderancia hasta convertirse en una de las principales locomotoras de la economía del país —la más potente sigue siendo, por encima del 50 %, el sector servicios—, con un peso de casi el 9 % del PIB, según los últimos datos publicados por el ICEX sobre la economía turca. Pero el crecimiento más expansivo del negocio textil turco procede de hace años hasta colocarse entre los principales proveedores de la UE, el segundo más importante para la industria española. La última crisis sanitaria supuso un añadido a esta tendencia exportadora, hasta el punto de que los grandes grupos del textil europeos han confiado en Turquía como parte del engranaje de sus cadenas de valor. Esta zona pasó a cobrar mayor protagonismo por ser un activo barato y práctico, cercano geográficamente, con conocimiento de la moda y una combinación en las divisas de pago que resultaba muy atractiva.
Pero cuando uno se hace fuerte y genera dependencia pone en la mesa de negociaciones nuevas condiciones que en ocasiones pueden volverse en su contra. Una delegación de la industria textil española acaba de denunciar ante la UE su malestar por las barreras arancelarias y comerciales que mercados como Turquía o Marruecos están imponiendo a sus proveedores.
Delegación
Representada por el Observatorio del Sector Textil y de la Moda, el Consejo Intertextil Español (CIE), Texfor o la Confederación ModaEspaña, entre otros, obtenía esta misma semana de Bruselas el compromiso de trabajar de manera conjunta en el desarrollo de un nuevo sistema de «denuncia rápida» para todo el conjunto de la UE que actúe ante cambios de criterios distintos a lo pactado con países productores como Turquía. El secretario general del Clúster Textil Moda de Galicia (Cointega), Alberto Rocha, explica que «lo que ocurre con el país euroasiático y sus barreras arancelarias se interpreta como una medida de presión para proteger toda la cadena de valor de su industria». El lema que defiende Turquía («Somos exportadores, no importadores») está impidiendo desde la entrada de tejidos para la confección en sus fábricas por parte de clientes extranjeros hasta productos acabados. Gigantes como Inditex, Mango o Tendam y empresas más pequeñas han elegido este enclave geográfico por su proximidad. Pero India emerge como un país con menos exigencias arancelarias y ahora que ya se han corregido tráficos y los costes de transporte, el negocio no entiende de adhesiones, ni de fronteras.
Lo que parece claro, según Cointega, es que Turquía, además de proveedora, quiere dar el salto al retail con la apertura de tiendas. Está muy fuerte, tiene mucho peso y aspira a convertirse en un nuevo actor en la escena del textil internacional.