Imagen de archivo de terrazas en la Praza Maior de la capital ourensana.
Imagen de archivo de terrazas en la Praza Maior de la capital ourensana. Santi M. Amil

02 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El gasto medio de los hogares españoles aumentó el año pasado un 2 % (una vez descontada la inflación), pero aún no llega a los niveles previos a la pandemia, según informó Estadística esta semana. Las partidas que más aumentaron son las de restaurantes y hoteles, la de ocio y cultura y la del transporte, capítulo que incluye la compra y el gasto corriente del vehículo propio y también el uso de servicios de transporte. ¿Dónde bajó el consumo? En alcohol y tabaco y en comunicaciones. La estadística refleja la estampida hacia el exterior, hacia las terrazas, pero para tomar menos cubatas y más agua con gas.

En esto del gasto no somos muy diferentes de los países principales de Europa. En todos ellos se ha notado el impulso hacia el aire libre tras los confinamientos y un cierto cambio de hábitos de consumo debido a la inflación. En el Reino Unido, por ejemplo, el desembolso medio aumentó un 6 % (también descontando el IPC) y allí tampoco llegaron al nivel prepandemia. Los aumentos mayores se dan en los mismos capítulos que en España: hostelería, recreo y cultura y transporte. En Francia las compras de los hogares se llevaron un 2,1 % más que en el año 22. El mayor aumento se da en los transportes, y aquí, al contrario que en España, se reduce con fuerza lo dedicado a alimentación y a energía, en este último caso por una intensa respuesta cívica a los llamamientos al ahorro y la eficiencia energéticas. Los hogares alemanes se dejaron en sus compras un 3,4 % más que el año anterior, con protagonismo de la vivienda y de la energía (la crisis del suministro ruso aún los tiene temblando).

En conjunto, no estamos mal. Los países más débiles son lo que peor lo están pasando. Así, Rumanía, Hungría o Estonia están gastando hoy entre un 95 y un 60 % más que en el 2010. Nosotros llegamos al 20 %, como Dinamarca, Irlanda, Francia. «Hai que facer ghasto», dicen aquí los dueños de sus propias economías a la hora de pagar una ronda. Los que no estamos victimizados por la pobreza, sabemos que el dinero hay que moverlo, y que «un día é un día e un peso ghastouse».