La demanda del recurso más importante de todos aumentará a un ritmo del 1 % cada año. Su escasez impacta en el sector agrícola, pero es solo el principio
09 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.El 75 % del planeta Tierra está ocupado por agua, unos 1.386 millones de metros cúbicos. Pero de esa cantidad, cerca del 2,5 % es dulce y apenas un 0,25 % potable. En algunos países resulta natural abrir el grifo y que salga, en otros, en los que habitan unas 3.000 millones de personas, no tanto. El problema de abastecimiento del agua está llamado a ser uno de los grandes desafíos de este siglo y del futuro más inmediato, también para los países ricos. Los primeros Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, con la meta fijada en 2030, tienen que ver precisamente con el agua limpia y su saneamiento.
En el plano económico, se avecina una guerra comercial por hacerse con el recurso más importante de todos. Un elemento indispensable para que siga funcionando el enjambre productivo del mundo.
En torno a tres cuartas partes del agua que se obtiene del sistema natural van destinadas exclusivamente a regar los campos de cultivo. Es lo que sucede en los países del sur de Europa, donde el agua va a parar mayoritariamente a la agricultura. Mientras, Europa Occidental y Oriental gasta sus mayores recursos en refrigerar la energía, y los países del norte en la industria manufacturera.
Una ola de calor y sequía atravesó el continente el pasado verano. Tanto, que un informe reciente de Copernicus Climate Change Services determina que la humedad del suelo europeo en el 2022 fue la segunda más baja de los últimos 50 años. El sector agrícola es el principal afectado y las consecuencias pueden ser devastadoras si —como apuntan los pronósticos— las sequías que vienen sean más frecuentes y duraderas. El Banco Mundial estima que más de 330 millones de hectáreas en el mundo tienen instalaciones de riego y que la agricultura de regadío aporta el 40 % de la producción total de alimentos. En Francia se han propuesto varias medidas, desde la diversificación hacia cultivos más resistentes a la sequía hasta el desarrollo de sistemas más eficientes de recogida de agua. España está invirtiendo en plantas desalinizadoras que funcionan con energía solar para paliar la escasez.
Inversión
La demanda de agua aumentará a un ritmo superior al 1 % anual durante los próximos 30 años, según la consultora Goldman Sachs. Y es probable que este elemento termine por codearse con materias primas como el petróleo o el oro. Hay fondos de inversión centrados en compañías que tienen al agua como negocio y sus rentabilidades suben ejercicio tras ejercicio porque cada vez más inversores ven en ello una oportunidad. El crecimiento demográfico y el cambio climático harán inevitable que este recurso aumente su valor en los próximos tiempos. Ahora mismo, cada dólar invertido en agua y su saneamiento proporciona un rendimiento económico de 4 dólares. Así lo recoge un reciente informe de la ONG water.org, que apunta además a que la inversión en recursos hídricos puede aumentar un 1,5 % el PIB del planeta. Cada año, unos 28.400 millones de euros se destinan al asunto, pero para lograr un acceso universal al agua, se necesitarán tres veces más de lo que ya se invierte.