Las empresas y los ciudadanos no son los propietarios del planeta, sino sus inquilinos: los productos deben pensarse teniendo en cuenta su vida útil
06 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Podemos empezar recordando la frase de Bugs Bunny, el conejo de la suerte, cuando decía aquello de «¿qué hay de nuevo, viejo?» en los dibujos animados que veíamos en la televisión. La economía circular no es un concepto nuevo, y prueba de ello son las frases que escuchábamos en nuestra niñez los que ahora somos mayores de 50 años, como «aquí no se tira nada», «si no te sirve a ti, a otro le servirá» o «mira si sirve para otra cosa». Conviene, primero, tener algo de perspectiva histórica.
La economía circular ha existido desde que el hombre comenzó a poblar la tierra debido a dos causas: la pobreza y la escasez. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, y debido al fuerte crecimiento económico de aquellos años, se produce una incorporación masiva al consumo por parte de los ciudadanos (consumismo) convirtiéndose los trabajadores en consumidores. Esto va a ocurrir en Estados Unidos en los años cuarenta (la denominada paradoja de la frugalidad), en Europa tras la aplicación del Plan Marshall durante los años cincuenta, y en España a partir de los años setenta, tras el desarrollismo que marcó la década anterior.
Esto llevó a la aplicación del modelo de economía lineal. De continuar por esta misma senda, en el año 2050 habremos agotado los recursos del planeta. De ahí la imperiosa necesidad de sustituir el modelo lineal de producción y consumo por el modelo de economía circular. Pero llegados a este punto, surge una pregunta obligada. ¿En qué consiste exactamente? Estamos ante un planteamiento que se contrapone al modelo lineal de bienes y que se incluye en el marco del desarrollo sostenible. Se trata de un nuevo paradigma económico que se basa en un diseño ecológico de productos, teniendo en cuenta el proceso de fabricación, y el uso de los materiales, con objeto de que se consuma poca energía, y no se generen deshechos. Los productos generados deben poder extender su vida útil al ser fáciles de reparar, y cerrar el círculo, siendo reutilizables, y fáciles de desmontar.
La economía circular forma parte de los nuevos modelos económicos sostenibles emergentes que ofrecen alternativas coherentes al sistema actual y luchan contra el cambio climático. Su principio es la utilización de los residuos para obtener materias primas para otros bienes, reduciendo drásticamente la generación de residuos (basura) y extrayendo nuevos materiales y materias primas.
Además, dentro de este concepto, se engloban otros principios, como considerar los impactos ambientales a lo largo de toda la vida de los bienes, las materias primas y los servicios, al priorizarse el uso sobre la posesión y la prestación del servicio frente a la venta del bien, la reparación de los productos estropeados, y por último, la reutilización y el reciclaje con la pretensión de conseguir cero residuos.
Cuáles son los beneficios
En primer lugar, disminuye el uso de los recursos naturales, reduce la producción de residuos, limita el consumo de energía y contribuye a la creación de riqueza. A esto se suman otras ventajas, como la creación de empleo, la disminución de suministros externos e inciertos y el hecho de que se favorezca un crecimiento sostenible, duradero y respetuoso con el medio ambiente. ¿Por qué es necesaria la economía circular?
Son varios las motivos que justifican su aplicación. Tenemos unos limites en el modelo económico actual, ya que este deja una huella ecológica que no es sostenible, porque la demanda anual de recursos naturales y bienes de la población mundial es mayor a la que realmente puede producir la Tierra a lo largo del año.
A esto se suma que tenemos que reducir la competencia por la explotación de los recursos, ya que, según la OCDE, el volumen de recursos explotados se ha incrementado un 65 % en los últimos 25 años. Además, se necesita reducir la dependencia económica, porque, por ejemplo, en la UE la importación de materiales es seis veces superior a la exportación. También hay que reducir el precio de las materias primas dado que su utilización se esta incrementando exponencialmente a lo largo del tiempo. Y tenemos la necesidad de mejorar el medio ambiente y el cambio climático.
La importancia de reutilizar
El modelo de Economía Circular implica el respeto de ciertos principios donde los productos se deben de pensar, diseñar y fabricar teniendo en cuenta la vida útil; desde el transporte, la distribución, la utilización y el fin de la vida con residuos cero. Esto implica el concepto multi «R» que se basa en el trabajo en conjunto de repensar, rediseñar, refabricar, reparar, redistribuir, reducir, reutilizar, reciclar, y recuperar esa energía. La ropa de algodón es un claro ejemplo de economía circular. Veamos el cómo funciona el proceso para entenderlo mejor: a las prendas fabricada se le da un primer uso. Después se venden como ropa de segunda mano. Y una vez desechadas como ropa usada, se utilizan para el relleno de las tapicerías de los sofás. Por ultimo, también se utilizan como aislante en la construcción, con lo cual se vuelve a reabsorber dejando residuos cero.
Críticas al modelo
Una de las críticas que se le hacen al modelo de economía circular, en muchas ocasiones sin fundamento alguno, es que, en este sistema, el proceso de reciclaje no es posible al 100 %. Otra es la denominada paradoja de Jevons, que sostiene que la mejora en la eficacia del uso de un recurso no siempre lleva a un menor uso de este, sino que a veces puede llevar incluso a uno mayor. Un ejemplo sería que la mejora en el consumo por kilómetro en los coches no ha derivado en que consumamos menos energía, sino que recorramos mucha más distancia con nuestros vehículos.
Conclusiones
En definitiva, es necesaria y muy urgente una transición que nos lleve del modelo económico lineal al modelo circular. Y para ello, es necesaria una revolución social similar a la que se produjo con la revolución industrial, y posteriormente con la tecnológica, y ello requiere convencer a las empresas y a los consumidores, puesto que depende de ellos. Los ciudadanos estamos irremediablemente obligados a volver a los orígenes, y a dejar de ser consumidores, puesto que estamos actuando como si fuéramos propietarios del planeta, y solo somos sus inquilinos. De seguir con el modelo lineal, vamos a ser desahuciados de la Tierra.
Juan Manuel Sánchez Quinzá-Torroja. Profesor Titular de Economía Aplicada de la UDC.